Afgespeeld
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La escena del crimen indicaba a los Mossos d’Esquadra de homicidios que el autor del triple asesinato ocurrido en un piso del barrio barcelonés de la Sagrada Familia el 27 de enero de 2012 era alguien que conocía a las víctimas, alguien cercano y que ya había acudido a la vivienda en otras ocasiones.
La hija y tía de los fallecidos, que resultaron ser un matrimonio octogenario y su nieta adolescente, se desmayó cuando los investigadores le informaron que el sospechoso del triple crimen era su última expareja, Alejandro Cuartero, un hombre, con estética de cowboy, que se había obsesionado con ella hasta el punto de matar por recuperarla. -
El 27 de enero de 2012 aparecieron muertos los dos miembros de un matrimonio octogenario y su nieta adolescente en su piso del barrio de la Sagrada Familia de Barcelona. El criminal había acabado con sus vidas a martillazos. Los cuerpos los descubrió la única persona que también vivía en ese domicilio y que no fue objeto del salvaje ataque: Mónica Claveguera. Era hija de los ancianos y tía de la muchacha.
En un escenario lleno de sangre y desordenado con la intención de simular un robo, los investigadores de homicidios de los Mossos d’Esquadra descubrieron que el asesino había dado la vuelta a todas las estampas religiosas y fotos de la familia y las había puesto cara a la pared. Ese rastro psicológico y la cobertura de los cuerpos con trapos y edredones les hizo pensar que el criminal era alguien muy cercano y que la figura de Mónica Claveguera era la clave para esclarecer el triple crimen de la Sagrada Familia. -
En la urbanización Villa Patro, en Lardero (la Rioja), los vecinos celebraban el 28 de octubre de 2020 la fiesta de Halloween. Los niños jugaban disfrazados por la calle y sus padres departían alegremente en un local que alquilaron junto al parque. Francisco Javier Almeida esperó un descuido para secuestrar al pequeño Álex, de 9 años, y llevárselo hasta su domicilio, donde lo violó y lo asesinó.
El vecindario, encolerizado, intentó lincharlo esa misma noche, cuando lo vieron bajar a la calle con su víctima en brazos. Las fuerzas de seguridad evitaron que se tomaran la justicia por su mano. En el juicio, que se celebró tres años después en la Audiencia Provincial de Logroño, Almeida fingió lagunas mentales primero, pero acabó por reconocer todo lo acontecido en aquella aciaga velada.
Quienes conocían al monstruo de Lardero por sus anteriores crímenes comprobaron y concluyeron que a pesar de haber cumplido más de veinte años de cárcel, su comportamiento era exactamente el mismo y que, en todo caso, era más listo, más taimado y, por lo tanto, más peligroso. -
El logroñés Francisco Javier Almeida López de Castro es un violador y un asesino. Abusó de una niña en 1989, por lo que fue juzgado y condenado, pero obtuvo beneficios penitenciarios por buena conducta y al poco tiempo salió en libertad provisional. En 1989, violó y mató a una chica de 26 años. De nuevo fue juzgado y condenado, esta vez a la pena máxima vigente en aquel momento: 25 años de cárcel.
Como sucede con la mayoría de los violadores, su conducta en el presidio fue ejemplar. A pesar de que los informes de los técnicos del centro penitenciario de El Dueso (Cantabria) rechazaban frontalmente cualquier beneficio en la condena por riesgo "medio-alto" de reincidencia, el juez le concedió el tercer grado en marzo de 2020.
Almeida se instaló en Lardero, a las afueras de Logroño, en una tranquila zona residencial, la urbanización Villa Patro. Y como cabía esperar, el 28 de octubre del mismo año, mientras sus vecinos celebraban Halloween, el monstruo apareció de nuevo. -
Los cinco segadores condenados injustamente por un crimen ocurrido en 1915 en la finca de Malladas (Cáceres) no lograron recuperar su buen nombre pese a ser liberados de su cadena perpetua. Desde que entraran en prisión y pasaran allí 11 años hasta su indulto parcial, otros sospechosos del quíntuple asesinato, como el jornalero Juan Callejo, fueron eliminados de la investigación pese a haber tratado de raptar a dos niños y de sus presuntos vínculos con el triple infanticidio de la calle Hilarión Eslava de Madrid.
Nuevos datos que afloran un siglo después, hacen que el complejo rompecabezas, puesto hoy sobre la mesa, apunte a que el crimen de Malladas pudo estar relacionado con una trama de abusos a menores que se encubrió inculpando a cinco humildes segadores ajenos completamente a los hechos. -
El abogado y militar Manuel Telo luchó por conseguir la libertad de cinco segadores condenados en 1918 por un crimen que no cometieron en una finca de Cáceres, el caserío de Malladas. Cinco personas fueron asesinadas a hachazos; dos eran niñas.
La resistencia que el letrado encontró durante su cruzada fue tal que se vio obligado a autoexiliarse varios años en Fuerteventura. Desde allí, persistió en su objetivo apoyándose en la masonería y hasta en el escritor Miguel de Unamuno, pero de nada sirvió. Solo la reaparición de un viejo amigo de la academia militar le permitió abrir una nueva vía que, finalmente, condujo a la liberación de los cinco de Malladas, pero 11 años después de su injusta condena. Ese amigo era Francisco de Borbón, primo del rey Alfonso XIII. -
Durante las fiestas de San Buenaventura, las calles del pueblo cacereño de Moraleja se llenaban todos los meses de julio de vecinos y trabajadores de todas las fincas esparcidas por el término municipal. El caserío de Malladas era una de esas propiedades. Albergaba a campesinos, mozos de cuadra, sirvientas y niños y prácticamente quedaba desierta durante aquellos esperados días de asueto estival. Se sucedían grandes comidas y festejos taurinos.
La fiesta mayor de Moraleja de 1915 fue la más amarga de su historia. El 15 de julio, un muchacho se adentró en la finca de Malladas y localizó asesinadas allí a hachazos a dos niñas, las madres de las menores, y a un varón. Las mujeres eran doncellas de aquella hacienda y el hombre, un mayordomo.
Muy pronto la Guardia Civil y la comisión judicial se centraron en cinco segadores, vecinos de Moraleja, a los que convirtieron en sospechosos a pesar de que estaban trabajando a 80 kilómetros de allí, en unos campos de la provincia de Salamanca. Los cinco de Malladas acabarían por entregarse y ser sometidos a un juicio plagado de irregularidades. -
Tras muchos años de iniciativas infructuosas, el cocinero César Román encontró el camino del éxito al conseguir el reconocimiento público del plato estrella de su establecimiento y fue galardonado como "El rey del cachopo". En Madrid se abrieron hasta cinco locales con la marca de "A Cañada delic Experience".
Estaba en la cima del reconocimiento mediático cuando, en apenas unas semanas, se desmoronó el castillo de naipes: el premio era ficticio y su empresa estaba en números rojos. César desapareció. Y también su novia hondureña Heidi Paz. Un mes después, en un incendio, apareció el cadáver de Heidi y todo apuntaba al cocinero como presunto culpable del asesinato. -
Presumía de vasco, pero era madrileño. Se jactaba de tener amistades de alto copete para medrar en la política, en el periodismo, como empresario del sector de la hostelería… Pero todos sus proyectos, que tenían un inicio fulgurante, acabaron en denuncias por impagos, deudas a proveedores y la súbita desaparición de César Román.
En 2016 hizo realidad su sueño más ambicioso. Triunfó como responsable de una cadena de restaurantes especializada en platos asturianos, entre el que destacaba un filete empanado relleno de jamón y queso, el cachopo. Pero también este proyecto tuvo un mal final: la muerte y descuartizamiento de de su pareja, la joven mulata hondureña Heidi Paz. -
El sumario por la desaparición y muerte de la joven Déborah Fernández-Cervera Neira, ocurridas en Vigo el 30 de abril de 2002, se vio invadido de aparentes errores y lagunas de información que han llevado a la familia a reclamar una justicia que creen que se les ha negado por la lista de supuestas negligencias. Tras 20 años sin que se imputara a nadie por el caso, el exnovio de la joven ha sido declarado como legalmente investigado.
Los abogados de los Fernández-Cervera han logrado impulsar una instrucción que parecía haber entrado en vía muerta y han hecho acopio de una serie de indicios que han conducido a la imputación de Pablo, el joven que fue novio de Déborah y que asegura que la tarde en que la chica desapareció no estuvo con ella. Desgranamos los rastros y las contradicciones que sitúan al sospechoso en centro de la diana. Pablo es inocente hasta que un juez diga lo contrario. -
La investigación por la desaparición y muerte de la joven de 21 años Déborah Fernández-Cervera lleva 20 años abierta. Las diligencias por el caso de esta joven de Vigo desaparecida en 2002 han sufrido continuos archivos y reaperturas: una odisea judicial. Solo el tesón de la familia de la fallecida y sus abogados ha impedido que el sumario prescribiera por completo. Denuncian que la instrucción ha estado plagada de errores y lagunas que han impedido que las pesquisas avanzaran.
Ahora, tras dos décadas e in extremis, se ha declarado como oficialmente investigado –lo que anteriormente era la figura de imputado- a un varón; se trata de un personaje que estuvo muy cerca de Déborah y que siempre apareció en el punto de mira de los investigadores como principal sospechoso, pero que, sin embargo, jamás declaró ante le juez. -
Nacido en Columbus, Georgia, el 15 de diciembre de 1952, Carlton Michael Gary fue bendecido con un coeficiente intelectual casi genial, pero ese don de la naturaleza fue cruelmente equilibrado por los rigores de la infancia y la adolescencia.
Un gran adicto a las drogas en su adolescencia, Gary comenzó a registrar arrestos en 1966, y su hoja de antecedentes penales enumeraba cargos de robo, incendio provocado y agresión antes de cumplir los 18 años.
Gary apareció en Albany, Nueva York, durante la primavera de 1970, a tiempo para una serie de violaciones y asesinatos de mujeres ancianas. En mayo, Marion Brewer fue estrangulada con una funda de almohada en su habitación de hotel en Albany, seguida dos meses después por Nellie Farmer, de 85 años, asesinada en un apartamento cercano.
Gary fue declarado culpable de robo, recibir propiedad robada y posesión de drogas, lo que le valió una condena en la institución correccional del condado de Onondaga en Janesville, Nueva York. Escapó de la custodia el 22 de agosto de 1977 y se dirigió a su casa para lanzar un reinado de terror de un solo hombre.
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A Déborah Fernández-Cervera Neira le faltaban tres días para cumplir los 22 años cuando despareció durante un paseo por la playa de Samil en Vigo. Estuvo diez días desaparecida. Su localización no fue la esperada por la familia. La chica fue hallada muerta a 60 kilómetros de su casa en los márgenes de una carretera.
Su cuerpo estaba desnudo y quien la abandonó allí montó con ella una escenografía macabra. La dejó desnuda en posición fetal, arrojó junto a ella un preservativo usado y le introdujo semen artificialmente una vez muerta con ánimo de despistar a los investigadores.
El caso ha sufrido archivos y reaperturas, pero todavía sigue vivo y sin esclarecerse 20 años después. La familia se siente abandonada por la justicia en su conjunto. -
En enero de 2003, la policía de Barcelona buscaba desesperadamente identificar y detener a un asesino en serie del que apenas tenían ninguna pista solvente. El psicópata había matado violentamente dos mujeres, exactamente en el mismo lugar: el último rincón del quinto sótano del párking de la calle Beltrán 28 de Barcelona, y con solo once días de diferencia. El modus operandi de ambos crímenes era similar y todo apuntaba a que un tercer cadáver podía aparecer en cualquier momento.
Bajo una presión insoportable, los agentes buscaban el sospechoso casi a ciegas: un chico joven, delgado, vestido con una cazadora con hebilla y con el pelo corto. El perfil era demasiado genérico, imposible de precisar. Hasta que se detectó una peculiaridad: parecía que presentaba un principio de calvície en la zona occipital, la coronilla. -
En enero de 2003, la policía perseguía la imagen borrosa de un asesino en serie joven, flaco y con el pelo corto para evitar su tercer asesinato en una carrera contrarreloj en la que se buscaba una aguja en un pajar.
Con solo once días de diferencia se encontraron en un rincón del párking de la calle Beltrán 28 de Barcelona los cuerpos de dos mujeres brutalmente asesinadas: ambas rubias, ambas sobre los cuarenta, ambas con la plaza número 15 en distintas plantas.
La policía sabía que estaba ante un asesino en serie y que era solo cuestión de tiempo que apareciera, quién sabe dónde, un tercer cadáver. Pero el criminal no había dejado pistas. Las cámaras de seguridad solo permitieron determinar que se trataba de un joven delgado y con el pelo corto. Una imagen demasiado borrosa. Podía ser cualquiera. Bajo presión, los investigadores agudizaron su ingenio. -
Dos crímenes en el mismo garaje del barrio del Putxet en Barcelona en 2003 despertaron todas las alarmas | Los crímenes llevaban la firma de un asesino en serie.
El 11 de enero de 2003 apareció en un hueco de la escalera del párking del acomodado barrio del Putxet de Barcelona el cadáver de una mujer. Era un asesinato sin más móvil que el robo de un par de tarjetas de crédito, desproporcionadamente cruel. Pero cuando, once días después, se descubrió un segundo cuerpo exactamente en el mismo lugar, la policía supo que estaba ante un incipiente asesino en serie. Era imprescindible detenerlo antes de que se produjera un tercer asesinato. Pero, ¿a quién? -
Profesionales del sexo supervivientes a los ataques del asesino de la cocaína vencieron el miedo y con sus declaraciones apuntalaron el veredicto de culpabilidad
Jorge Ignacio Palma está actualmente en prisión porque Marta Calvo pasó por WhatsApp su última ubicación antes de ser asesinada. Señaló la casa de su verdugo. Eso puso sobre la pista a la Guardia Civil que, pese a los días que el criminal permaneció huido hasta su arresto, hizo mientras el trabajo de contactar con todas las mujeres vivas dedicadas a la prostitución que habían estado con Palma. Algunas de ellas, que habían sido víctimas del comportamiento depravado del criminal, acabaron prestando declaración, aunque inicialmente se resistieran por distintas razones como miedo al proceso judicial o a ser reconocidas por sus familias. La investigación puso de manifiesto que sigue habiendo víctimas de primera y de segunda clase. -
Puede decirse que Marta Calvo salvó vidas después de haber muerto asesinada. El envío de un mensaje de WhatsApp puso al descubierto a un asesino en serie: Jorge Ignacio Palma. Marta envió a su madre su última ubicación GPS y ello acabó por llevar a los investigadores hasta él; un criminal que disfrutaba viendo morir a sus víctimas de una intoxicación aguda por cocaína. Les introducía piedras de esta droga en estado casi puro en el organismo y se quedaba a contemplar el final.
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Desaparecer sin dejar rastro deja un enorme vacío en las personas que te quieren. Marta Calvo rompió el contacto con su familia un 7 de noviembre de 2019. Sin nuevos mensajes de WhatsApp y con un teléfono que acabó desconectado, su madre se fue desesperando. Lo último que le dijo Marta fue que había quedado con un cliente de una página de contactos y que estaría fuera toda la noche.
Dossier Negro es un podcast de crónica negra quincenal. También puedes encontrar sus capítulos en plataformas de podcast como Spotify, Apple Podcasts o Google Podcasts, entre otras. -
Hasta la Guerra Civil española fue habitual ver largas colas de tísicos, anémicos y tuberculosos ante los mataderos para conseguir llenar sus cuencos con la sangre de los animales sacrificados, convencidos de que beberla les curaría de sus males. Esa misma superchería sin fundamento provocó que enfermos adinerados contrataran sicarios para que les subministraran sangre de niño, mucho más "eficaz", según sus creencias. Eran vampiros, bebedores de sangre que pretendían alargar su vida... a cambio de otra vida.
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