Afleveringen
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📕 Libro II Un alma en Cristo
EPÍLOGO
«Dios, que se sirve del lenguaje de los signos humanos para comunicarnos su Luz, de tal modo se hace condescendiente con nosotros, que se adapta a nuestros temperamentos y a nuestras necesidades particulares a la hora de escoger dichos signos. Lo hace para así llegar a nosotros con una certeza mayor.
Para un hombre que tiene una fe pura y simple Dios se expresa con un lenguaje de signos externos que ponen su fe en vibración. Para una fe, que el racionalismo imperante ha convertido en excesivamente prudente y crítica, Él adopta un lenguaje más intelectual. Las visiones y revelaciones eran más numerosas para los místicos españoles del siglo XVI; pero, para llegar a las mentes modernas e influir en ellas, Dios perece dejar de lado el lenguaje de los signos externos extraordinarios para infundir su Verdad directamente en las almas. Por eso distribuye con más abundancia hoy día el don de una contemplación pura y simple. De este modo, la Misericordia Divina se hace más condescendiente y se pone a la altura de la pobreza espiritual de nuestro tiempo.
La solicitud que Dios muestra abajándose a nuestro nivel, se pone de manifiesto con una delicadeza entrañable en las mismas intervenciones extraordinarias. Las mismas visiones y locuciones que imparte, revelan ciertamente su origen transcendente por el peso que comportan y por sus efectos; pero son tan sencillas, tan humanas, tan cercanas a nosotros por sus elementos constitutivos, que no nos asustan ni nos causan alarma alguna. A través de ellas y haciéndose muy humano, Dios se abaja y se acerca más al alma mostrándose a ella como Dios.
Para revelarse a los hebreos, Dios se sirvió de la riqueza de sus símbolos particulares para así grabar sus enseñanzas en su alma. Pero a Bernadeta le habla en el patois de los pastores de Lourdes y le contesta así, en ese dialecto, su pregunta diciéndole que Ella es la Inmaculada Concepción.
Lo divino y lo humano, lo transcendente y ordinario, están tan maravillosamente integrados en los fenómenos místicos extraordinarios, que la simple armonía resultante se vuelve señal inconfundible de su origen sobrenatural».(P. María-Eugenio del Niño Jesús, carmelita descalzo, en Soy hija de la Iglesia)Lector amigo, que has leído y considerado en tu meditación los dos volúmenes de esta obra, Un alma en Cristo, estas palabras de un sabio teólogo místico contemporáneo, ¿no te explican el tono de las locuciones de Dolores Avalos y el eco de verdad y amor que ellas inspiran en tu corazón?
Un sacerdote amigo
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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📕 Libro II Un alma en Cristo
12 de diciembre de 1993
𝕌𝕟 𝕤𝕦𝕖ñ𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕡𝕣𝕖𝕠𝕔𝕦𝕡𝕒
Estoy en oración en mi habitación. M., una señora amiga, me ha llamado para preguntarme acerca de un sueño que ha tenido. Ha soñado que un hermano suyo tenía cáncer. Ella teme asustar a su hermano si se lo dice; pero, si no lo hace, teme también que tendrá remordimientos por no habérselo advertido. Por eso me ha pedido que pregunte sobre ello al Señor.
Amada hija mía M. Yo, tu Dios, te bendigo guarda mis Mandamientos en tu corazón y camina en mi santo Nombre. Te amo como jamás te ha amado nadie y guardo grandes gozos para tu alma. Mira, hija mía, lo que has soñado no es más que la inquietud que siente tu alma. Pero el alma entregada a Mí debe vivir de esperanza y amor a su Dios; no puede estar siempre sobresaltada pensando qué sucederá.
Sé que, a través de tus sueños, algunas veces te ha sido revelado lo que iba a suceder, y dándote cuenta cuando ha pasado ya, te has sentido culpable de no haber hecho caso y de no haber impedido, de alguna forma, que sucediera lo que tú habías visto en sueños. Yo, amada mía, te digo que no podías haber impedido nada, pues todo ello debía pasar.
Lo que sí puedes hacer siempre en estos casos es orar, y eso ya es mucho, pues de esta forma puedes obtener misericordia para ellos. A tu hermano, por tanto, no le digas nada, sólo ora para que Yo le ayude y lo atraiga hacia mi divino Corazón.
Tú, hija mía, no puedes detener lo que a cada uno ha de venirle, ni puedes pasar tú los sufrimientos de los demás. Puedes sufrir con ellos, pero nada más. A cada uno le está asignada su Cruz y sólo él deberá cargar con ella. Tú, hija mía, sólo puedes orar y ofrecerme tus sufrimientos, que Yo acogeré con gran amor. Recuerda pues, hija mía, que, pase lo que pase, no debes sentirte culpable pues, aunque lo hayas soñado, no podrás detener el curso de las cosas. Tus revelaciones se te dan como una Gracia para que ores por las personas protagonistas de tu sueño y te ofrezcas por tus hermanos a tu Dios. Él está esperando tu entrega y ama tus sufrimientos. Él quiere que te mires en Él y Yo en ti. Ayudaré a todos por tu amor, hija mía.
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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Zijn er afleveringen die ontbreken?
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📕 Libro II Un alma en Cristo
5 de diciembre de 1993
𝕄𝕒𝕥𝕣𝕚𝕞𝕠𝕟𝕚𝕠𝕤 𝕕𝕖𝕔𝕝𝕒𝕣𝕒𝕕𝕠𝕤 𝕟𝕦𝕝𝕠𝕤
En oración en mi habitación. Un separado, que hace siete años lo dejó su mujer, se ha mantenido consecuente con su fe durante todo este tiempo, a pesar de que ha pasado momentos de mucha soledad. Ahora anda medio enamorado de una mujer también separada. Me contaba aquél, que un sacerdote le había dicho que por tres millones la Iglesia le podía anular su matrimonio. Yo no entiendo esta postura de la Iglesia. Pienso en el torero Paquirri que, habiendo estado casado y con dos hijos de su primera esposa, se ha casado luego por la Iglesia con la cantante Pantoja.
Yo, Señor, le dije a ese separado que, siendo que la Iglesia anula los matrimonios por dinero, y ya que tú le dijiste a Pedro que lo que éste ate en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desate en la tierra quedará desatado en el cielo, yo me casaría, pues en este caso es la Iglesia quien habría de dar cuenta de mis actos, no yo. Creo que no le aconsejé bien. El caso es que ese hombre separado me ha pedido que te pregunte y que le transmita a él tu respuesta.
Sonrío pues tu pregunta es aguda y directa. Yo te contestaré del mismo modo.
He de decirte, mi bien amada criatura, cuán apesadumbrado está mi Corazón por tantos y tantos errores que, en mi santo Nombre, cometen los hombres, en este caso los eclesiásticos. En algunos casos sí que hay unas cláusulas, con las cuales estoy de acuerdo, para la declaración de nulidad del matrimonio. Lo malo es que utilicen esas cláusulas abusivamente para desobedecer mis Mandatos. En este caso es el hombre el que se engaña, no Yo. Tanto el que pretenda anular el matrimonio, estando enterado de que no existen dichos apelativos y que se trata sólo de un intento de engaño para suprimir un sacramento, como el cónyuge que aspire a ser liberado de dicho matrimonio, todos me habrán de dar cuentas, pues mi Ley no es Ley de hombres, sino de Dios. Todo el que la comprenda tendrá que ponerla en práctica y, de no ser así, me habrán de dar cuentas.
Hija mía, mi Ley no se compra con dinero. Mi Ley no se vende. O se sigue dicha Ley, o se aparta uno de ella y, en este caso, me habrá de rendir cuentas.
Hija mía, es cierto que le diste un mal consejo a ese separado. Tanto él como tú sabéis como mi Corazón sufre por tantos motivos; sobre todo por tantos pecados cometidos por mis consagrados. Todos ellos, cuando llegue el día de rendir cuentas, lamentarán el haber nacido pues, si hay algo con lo que soy severo, es con la Ley de Dios, con mi Ley. Si soy justo es porque hago respetar dicha Ley. No olvides, hija mía, que por ella cogí el látigo en el templo. Sólo he cogido el látigo para hacer respetar la Ley de Dios y la Casa de mi Padre. En el caso de esos matrimonios se violan las dos cosas: una es mi Ley y otra que quien la viola son mis sacerdotes en la Casa de mi Padre.
Sé que muchos dicen: «Son leyes viejas, caducas. Ahora que se han puesto tan de moda las separaciones matrimoniales, hay que renovar la Iglesia, hay que hacer que ella siga adelante con los nuevos tiempos». Pero Yo les digo: Insensatos, ¿qué decís? La Iglesia no puede ser renovada en su contenido esencial, pues en lo intrínseco de su ser está Dios y su Ley de Amor y Misericordia.
Esta Ley es para todos los tiempos; hasta que Yo venga. Sólo hay una Ley, como sólo hay un Dios. El hombre no debe olvidar esto.Por lo tanto, dile a ese separado que, aunque tampoco debe hacerlo, más le valdría que se juntara antes que violar mis Mandatos. Que debe pensar qué va a hacer y cómo. Pero en todo caso Yo le pediré cuentas; también puedo tener misericordia. Y tú, hija mía, guárdate de dar consejos semejantes. Sé que te indujo a hacerlo la pena de la soledad de ese separado. Pero es mejor estar solo que pecar. «Si tu mano te hace pecar, córtatela». ¿Comprendes, hija mía?
Un alma en Cristo Libro II
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🎧 Audio 175
📕 Libro II Un alma en Cristo
14 de noviembre de 1993
𝕌𝕟𝕠𝕤 𝕕í𝕒𝕤 𝕖𝕤𝕡𝕒𝕟𝕥𝕠𝕤𝕠𝕤
En oración en mi habitación. En Girona me preguntaron lo siguiente: «Si vienen los tres días de tinieblas de los que se habla en algunas profecías de santos, ¿qué deberíamos hacer? Pues parece que bien debiéramos almacenar algo de comida, como arroz, patatas y otras cosas, por si acaso. A mí, particularmente me parece absurdo eso pues creo que el momento será tan grande que no pensaremos en comer. Pero me atrevo a preguntarte.
Amada hija mía, se lo que te preguntaron y lo que tú quieres decir. En efecto, serán unos momentos tan grandes y tan espantosos que nadie, absolutamente nadie, pensará en comer. Por mucho que te esfuerces, no podrás imaginar la grandeza y el terror de esos momentos.
También me han preguntado acerca de lo que deberemos hacer. Yo no sé qué contestarles.
Te diré lo que habréis de hacer. Cuando empiece todo, no será de pronto, sino progresivamente. Nadie pensará que ha llegado el momento, pues, al principio, el hombre creerá que se trata de un hecho natural. Pero irá avanzando poco a poco hasta que se convencerá la gente que no es algo normal. Ese tiempo lo necesitará el hombre para reunirse con su familia y amigos. Tendrán velas que encenderán, pues la luz eléctrica se marchará. No habrá luz, sólo arderán las velas. Si éstas están bendecidas, sólo bastará una. El agua también se irá, quedando el hombre a merced de los elementos. Estos desatarán su furia. No hará falta nada porque el hombre creerá llegado su fin y no se acordará más que de su Dios, al cual, de rodillas, rendirá honor y gloria. Las gentes permanecerán largas horas arrodilladas en oración, pues pensarán que ha llegado el momento. Por ello, las familias permanecerán unidas; no se abrirán las puertas ni las ventanas. Se echarán las persianas y se cerrará todo, no porque Yo lo diga, sino para huir del griterío y ruido infernal. Las mentes y los corazones de los que no me amen, me invocarán llenos de terror. Para ellos habrá llegado el momento de abrírseles la mente. Sus almas temblarán ante el abismo, que estará abierto para tantos y tantos desdichados.
Por lo tanto, hijos míos, sólo tendréis que orar, pedir misericordia, uniros unos con otros y llamar a todos los santos y ángeles del cielo. De todos ellos recibiréis ayuda, pues mi ejército celestial poblará la tierra. Vendrán junto con mi santa Madre a daros ayuda y a poner paz en vuestros corazones. No temáis, pues todo aquel que me ame estará a salvo. Yo os prometo protección.
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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🎧 Audio 174
📕 Libro II Un alma en Cristo
11 de noviembre de 1993
𝔼𝕤𝕖 𝕞𝕖𝕟𝕤𝕒𝕛𝕖 𝕟𝕠 𝕖𝕤 𝕞í𝕠
En oración en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, donde he ido a confesar. Javier me ha pedido si podía preguntar algo al Señor. Me cuenta que le han dado un mensaje de una vidente y en el cual se le dice que debe ayudar a un grupo de oración. Él me pregunta porque teme que ese mensaje no sea tuyo.
Javier, hijo mío, ese mensaje no es mío. No caigas en el temor que te produciría la duda de no estar haciendo mi Divina Voluntad. Yo jamás pido al hombre dos misiones a la vez: sólo pido una bien hecha. Si el hombre quiere, por su cuenta, trabajar en varias cosas a la vez, es cosa suya, no es mía. Si esa labor es para mi Reino, Yo la bendigo con todo mi Corazón; pero Yo, hijo mío, no te pido que lleves ese grupo de oración porque tú trabajas y ya estás comprometido con el Grupo de María Auxiliadora, la Adoración Nocturna, el Grupo Mariano y tu trabajo profesional. No, no te pido más. Pero si puedes darles unas nociones de cómo deben llevar el grupo, hazlo sin comprometerte; sin pensar que Yo te lo pido.
Piensa, hijo mío, que hay muchos videntes; demasiados videntes y pocos tienen Director espiritual, cuando es lo primero que deben tener. Un alma escogida por Mí no debe fiarse de sí misma y debe entrar en el camino de la obediencia. A través de ella, debe seguir mis Mandatos. Yo, hijo mío, respeto muchísimo al hombre, y más su libertad. Por ello Yo no enviaría mensajes al que no me los pida. Por lo tanto, como no soy Yo el que ha dado ese mensaje, obra en consecuencia. Haz lo que puedas, pero por tu voluntad, no por mi Mandato.
Hijo mío, descansa en Mí. Tu labor está con el Grupo de María Auxiliadora. Hay que abrir nuevos caminos. ¡Hay tanto que hacer! Confía, hijo mío. Ten fe, te amo; ten paz.
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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🎧 Audio 173
📕 Libro II Un alma en Cristo
2 de noviembre de 1993 (I)
ℂ𝕠𝕞𝕠 𝕦𝕟𝕒 𝕙𝕠𝕛𝕒 𝕒𝕣𝕣𝕒𝕤𝕥𝕣𝕒𝕕𝕒 𝕡𝕠𝕣 𝕖𝕝 𝕧𝕚𝕖𝕟𝕥𝕠
Le decía a una amiga en el trabajo. Me siento como una hoja arrastrada por el viento. ¡Mira que si todo esto fuese mi cabeza! ¡Qué mala pasada me estaría haciendo a mí misma! Y la Voz me dice:
¿Hasta cuándo habré de soportar tus dudas?
2 de noviembre de 1993 (II)
ℂó𝕞𝕠 𝕔𝕠𝕞𝕡𝕠𝕣𝕥𝕒𝕣𝕞𝕖
Yo hablaba a mi amiga del libro. Dije algunas expresiones que luego no me gustaron. Le pregunto al Señor cómo debo comportarme.
Humilde y correctamente.
7 de noviembre de 1993
ℚ𝕦é 𝕕𝕖𝕓𝕖𝕞𝕠𝕤 𝕙𝕒𝕔𝕖𝕣
Javier me ha hablado de una chica de una ciudad andaluza que está dispuesta a empezar el Grupo de María Auxiliadora en su ciudad. Sólo quiere saber si es tu Divina Voluntad, o bien si su camino es otro. Señor, te ruego que nos guíes y nos digas qué debemos hacer.
Hija mía, has de decirle a Javier que envíe la carta que a continuación te dictaré. O si prefieres puedes enviar este escrito, después que tu Padre espiritual lo estudie.
«Hija mía, ten fe en Mí y haz lo que Yo te pido. El Grupo de María Auxiliadora es una obra de mi divino Corazón; es una labor expresa para salvar almas. Yo, tu Dios, te pido que empieces aquí, en tu ciudad, pues el mal anda suelto y hay que trabajar con ahínco para salvar almas. Yo, tu Dios, te pido ayuda. Toda obra de Dios lleva el distintivo de la salvación. ¿A qué vine al mundo? A salvar a los hombres. Por tanto esa es una labor que te asemejará a tu Creador.
No debes olvidar que el mundo se hunde, que no hay mucho tiempo para el hombre y que quien cree en Mí debe empezar a trabajar en mi santo Nombre.
No dudes y ponte en contacto con mi hija, la responsable del Grupo de Barcelona. Ella te dará las reglas para empezar. Con mi Gracia y la ayuda de mi santa Madre todo irá bien. No olvides que los comienzos de una misión o labor son siempre duros. Tienes que tener fuerza de voluntad y espíritu de sacrificio, pues para toda obra son necesarios estos dones. No temas, Yo te ayudaré con mi Amor, que te cubre por entero, hija mía»
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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📕 Libro II Un alma en Cristo
31 de octubre de 1993
Yo no soy nada
Señor, te necesito. Con los acontecimientos relacionados con la publicación del libro y el auge que está tomando todo, me siento pequeña, asustada, aturdida y cansada. No logro entenderte. No sé qué quieres de mí, pero yo cada vez estoy más torpe. Todo me empuja hacia una actitud que no es mía, es decir, yo no soy así: no soy como me veo obligada a comportarme.
Siento que, cuando salga el libro, iré repartiendo bendiciones como si de mí, de esta gran pecadora, fuese a salir la gracia de la salvación. Siento que las personas que me piden que ore por ellas, o que las cure, están mucho más cerca de ti que yo misma. ¿Cómo decirles que se equivocan? ¿Cómo explicarles que yo no soy nada?_
Hija mía, no hallarás solución a tus problemas; me refiero a los que me expones, pues tendrás que soportar con entereza y espíritu humilde todos estos acontecimientos, y más. Tú sabes lo que eres y Yo sé lo que tú vales. Tu valor lo doy Yo. Pero ellos no lo saben y creen que tú lo puedes todo, que tú estás más cerca de Mí que lo están ellos. Hija mía, es un fenómeno que se repite constantemente y nada se puede hacer para impedir que esto suceda. Debes aceptar todo lo que venga con humildad y verdadero espíritu de sacrificio, ofreciéndome todos tus sufrimientos con infinito amor.
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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📕 Libro II Un alma en Cristo
17 de octubre de 1993
ℙ𝕠𝕣 𝕗𝕚𝕟 𝕙𝕖 𝕖𝕟𝕥𝕖𝕟𝕕𝕚𝕕𝕠 𝕞𝕚 𝕤𝕚𝕥𝕦𝕒𝕔𝕚ó𝕟
Por fin, estando en oración, he entendido mi situación; estaba verdaderamente agobiada.
He visto que el primer enfermo que debo cuidar es a mi suegro. Mi suegro está conmigo y depende totalmente de mí. Debo cuidarlo como si fuese mi amado Jesús.
Aunque me parezca a veces lo contrario es Voluntad del Señor y yo debo obedecerle con alegría. Mi suegro condiciona totalmente mi libertad; hace que, para moverse un poco, esté constantemente pidiendo ayuda a los demás. Esto puede ser una prueba de humildad que el Señor me manda. De todas formas lo he entendido bien y estoy en paz.
Bendita seas, hija mía, porque entiendes Mis Mandatos y los pones en práctica. Es tal como lo has comprendido; siendo así que, aceptando tu situación, estás obedeciendo el mandato divino, que es aceptar con humildad y amor su Divina Voluntad. Esa disposición, hija mía, es la ofrenda de amor que generosamente puedes ofrecer a tu Amado.El hombre que decide seguirme no debe cuestionarse por su futuro, por su porvenir. Poniéndose en mis santas manos, deberá aceptar mis mandatos, sean de la índole que sean. Obedecer es el don y la ofrenda que Dios más valora en el hombre.
Es obedeciendo que el hombre se hace uno con su Dios.Amada mía, tú haz todo lo que puedas y cómo puedas. No olvides que toda la carga la llevo Yo; Yo, que te amo con locura hasta entregarme en la Cruz por tus pecados.
El Grupo de María Auxiliadora seguirá adelante a pesar de que tú tengas la sensación de que no haces lo que debes hacer. Has pasado mucha angustia por este motivo, pero ahora, entendiendo que haces mi Divina Voluntad, sentirás la calma en tu pobre alma. Actuarás como puedas, dejándome obrar a Mí en tu alma y en tu vida. Déjame hacer a Mí como Yo desee, como Yo mejor vea para el bien de tu alma.Hija mía, cuando la carga se acepta es cuando se vuelve ligera y suave. Sé que tu suegro nunca fue carga para ti. Sí sé que el estado en que se encuentra desde hace un año ha constituido una atadura para desenvolverte dentro del Grupo. Ello ha supuesto mucho sufrimiento para mi amada, al pensar que no hacía mi Divina Voluntad. Pero por fin ha entendido, y ha entendido bien. Y este nuevo sentimiento llena tu alma de paz y sosiego. Yo seguiré trabajando en tu pobre alma hasta darle la forma deseada por Mí.
Lo haré porque tú me la has dado y Yo la cuido constantemente: puliéndola y embelleciéndola con mi inmenso Amor.Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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📕 Libro II Un alma en Cristo
29 de septiembre de 1993
𝔼𝕝 𝕙𝕠𝕞𝕓𝕣𝕖 𝕖𝕤 𝕝𝕚𝕓𝕣𝕖 𝕕𝕖 𝕠𝕓𝕣𝕒𝕣
En oración en mi habitación. Esta mañana he estado hablando con X. Me sorprendo de mi atrevimiento en aconsejar. Verás, Señor, X. me ha comentado que tiene problemas para que su hijo encuentre trabajo. Ella tiene una casa de payés y había pensado convertirla en un pequeño restaurante, para que sirviera a su hijo como medio de vida. Hay unos señores videntes que le dicen que espere, que le irá mal, pues tú Señor, lo quieres para otra cosa. Otros le dicen lo contrario. Ella, por tanto, no sabe qué hacer y empieza a estar llena de angustias.
Todas estas cosas, Señor, a mí no me gustan, pues yo pienso –quizás esté equivocada– que no es bueno este modo de proceder. El hombre, ya que es libre, tiene primero que orar, luego poner en tus manos sus pensamientos y dedicarte todos sus movimientos; en una palabra, vivir en Ti. Pero seguidamente, y lleno de confianza en tu divina Bondad, debe estudiar las posibilidades que tiene para actuar y ejecutar lo que tenga que hacer. Después, ¡manos a la obra! Yo creo que si uno no empieza a trabajar en lo que le es necesario, sino se arriesga, el Señor no va a ayudarle. Él nos dice: «Hijo, anda, muévete un poco, que Yo te ayudaré!».
No sé si me he explicado claro. Debemos ser autónomos en todo, con plena capacidad de decisión, con los ojos fijos en Dios: a Dios rogando y con el mazo dando. Dime algo, Señor. Yo le he aconsejado a X que no escuche a tantas personas y que actúe en consecuencia.
Mi bien amada criatura ¡cuánta razón tienes en lo que expones! Pues a menudo el hombre se pierde en indecisiones que a nada le llevan. Es libre de obrar y libre de decidir. Toda obra o labor lleva su riesgo. A veces el hombre que teme a Dios se introduce en un mundillo de clarividentes y consulta a unos y a otros. Estos a veces, diciendo lo mismo, lo interpretan cada uno de forma distinta y confunden al consultante dejándolo en un estado de tremenda indecisión, incapaz de decidir por sí mismo y temiendo, además, que, si hace lo contrario, me ofende. No es así, hija mía. El hombre que cree en Mí debe ofrecerme todo lo suyo, con todo su amor. Debe consultarme lo que quiere hacer y por qué. No es que Yo no lo sepa, es que, si se acostumbra a hacerlo así, contará conmigo en todas sus decisiones. Debe analizar todos los puntos para ver si lo que ha decidido es bueno para él y no daña a nadie. Después, dejándolo todo en mis Manos, con plena confianza en Mí, debe empezar a trabajar en lo que ha decidido. Yo lo iré llevando de la mano hacia un lugar u otro. Pero, repito, él debe empezar a trabajar con una voluntad libre y decidida. Por lo tanto, hija mía, no estás equivocada.
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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19 de septiembre de 1993
𝔼𝕤𝕥𝕠𝕪 𝕒𝕤𝕦𝕤𝕥𝕒𝕕𝕒 𝕔𝕠𝕟 𝕝𝕒 𝕒𝕡𝕣𝕠𝕓𝕒𝕔𝕚ó𝕟 𝕕𝕖𝕝 𝕝𝕚𝕓𝕣𝕠
En oración en mi habitación. Estoy un poco asustada y no sé expresar bien mis sentimientos. Mi Director espiritual me ha dicho que el libro ha recibido el Imprimatur de la autoridad eclesiástica. Desde que la Voz me dijo que el libro debía ser presentado a la Iglesia antes de publicarlo, yo casi «confiaba» en que no fuera aceptado. Por eso cuál no ha sido mi sorpresa al saber que lo ha sido. Yo me refugiaba en esa posible negativa para ni siquiera tener que pensar en la responsabilidad que caería sobre mí. No me avergüenza confesarlo pues así lo siento y no quiero engañar a mi Señor. Ahora que el libro está aprobado es como si una gran carga cayera sobre mí
¡Todo es tan serio, tan tremendamente serio! Veo claro que debo cambiar, que debo ser mejor.
Mis expresiones en el hablar y mis actitudes no le gustan al Señor. Y yo, ¿qué hago? No los puedo cambiar. A mí tampoco me gustan, pero siempre acabo actuando de la misma forma. No sé qué hacer. Ahora, cuando salga el libro, será como andar observada por la calle, ¡cuántos comentarios!
De lo que estoy segura es de mi amor al Señor, de mi actitud de obediencia, de querer hacer su voluntad, cueste lo que cueste. ¡Aquí estoy! Pero esa aprobación ha venido a decirme: «¡Basta de tolerancias, ya es hora de que veas claro! Has de caminar por mi senda». Yo estoy dispuesta, Señor.Enjuga tus lágrimas, hija mía. Yo te ayudaré en todo momento. Como ves, no hay nada imposible para Dios. Tú, que conoces mi poder, sabes bien que nada se opondrá a la obra de Dios. Él así lo quiere y se manifiesta en las almas para hablar a la humanidad. Para gritarle, si es preciso para su salvación. Nunca se manifiesta a un alma sólo para esta alma: siempre lo hace y siempre lo ha hecho para que, a través de ella, se enteren todas las almas que creen en Dios.
Hija mía, ¡cómo te ama mi divino Corazón! Cada día eres más mía. Tu responsabilidad en esta obra es realmente grande pues es obra de Dios. Tú entrevés tu vida de cara a los demás y no te gusta la carga que intuyes. Temes que te aplaste con su peso. Yo sonrío pues no será así. Yo llevo casi toda la carga; tú llevas sólo una cuarta parte. Te asustas, hija mía, pero, a pesar de todo, sigues ofreciéndote. Es ¡ahí! en ese ofrecimiento a pesar de todo, donde tú llegas al mismo centro de mi Corazón. Es en ese instante cuando Yo te siento mía y se produce en Mí lo que llamaremos locura divina. Tengo que retener el ardiente deseo de atraerte fuertemente y amarte como sólo Dios sabe. Pero mi Amor es tan intenso que podrías asustarte. Por ello tengo que darme poco a poco para que mi pequeña se tranquilice.
Tú sabes bien cómo ama un Dios. Tú has sorbido poco a poco el agua viva que mana de mi divino Corazón y sabes que te envuelve la Luz, mi Luz. Sabes, hija mía, que nada hay en la tierra que sea comparable a mi Amor. En nombre de ese gran Amor que nos une, te digo: no temas.
Es cierto que, a partir del momento en que el libro se publique, tú andarás como alma desnuda delante de los demás. Pero eso, ¿qué importa, si haces mi Voluntad, que oigas comentarios buenos o malos? ¿Qué más da? ¿Qué más da que se rían, si así me sirves? Que te humilles, ¿qué más da? Así te quiero, humillada, dolorida, ultrajada; pues así te asemejarás más a tu Creador. Y Yo te ayudaré y en el último día, te levantaré de tu lecho de muerte para enseñarte el camino que va al Padre. Cambiaré tus harapos por el vestido de novia, te cogeré de la mano y te diré: «Amada mía, ya estás conmigo. Mira dónde está tu morada: está en el centro del universo, donde Dios mora con los justos de todos los tiempos». Y tú morarás con ellos porque te has vencido a ti misma por amor a tu Dios. Y añadiré: «Ahora participa de las Bodas del Cordero y dame Gloria eternamente. Amén».
Grupo María Auxiliadora (1993).
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🎧 Audio 168
📕 Libro II Un alma en Cristo
25 de julio de 1993
ℕ𝕠 𝕔𝕒𝕞𝕓𝕚𝕒𝕣, 𝕤𝕚𝕟𝕠 𝕤𝕒𝕟𝕥𝕚𝕗𝕚𝕔𝕒𝕣𝕤𝕖
Yo le pedía al Padre que me cambiara totalmente. Él me dice:
No serías tú.
Yo le digo: Mira, Padre, a Santa Teresa de Jesús y a San Francisco de Asís. Y Él me contesta:
En su raíz no cambian, se santifican.
29 de julio de 1993
𝔼𝕝 𝕕𝕚𝕔𝕥𝕒𝕞𝕖𝕟 𝕕𝕖𝕝 𝕘𝕣𝕒𝕗ó𝕝𝕠𝕘𝕠
En oración en mi habitación. Hay en mí una multitud de sentimientos encontrados. Nada hay seguro ni en mí ni en mi vida. Sólo Dios me sostiene. No sé qué hubiese sido de mí sin su auxilio. Todo me hastía y no estoy bien en ninguna parte. Sólo en Presencia de mi Amado encuentro la paz. Todo es incierto y pocas noticias llegan a mí con las cuales pueda alegrarme. Estoy cansada de mí misma.
Mi letra ha sido analizada por un gabinete de grafología y, en el dictamen, vienen a decir, aunque no tan claro, que es como si una parte de mi cerebro trabajara por su cuenta propia. Eso no me afecta, ni cambia mi vida, ni mi amor hacia mi Creador. Sólo Dios sabe la verdad y yo sigo. Le sigo con toda mi alma y con todo mi corazón. ¡Bendito sea Dios!
Hija mía, cómo son tan necios los hombres… Incluso los más eruditos y letrados, y aún dentro de mi Iglesia, se niegan a aceptar la realidad. Si a Moisés le hubiesen analizado la letra, ¡qué no le habrían dicho! ¿Cómo quiere el hombre que me comunique con él? Sonrío, hija mía, pues en todo quieren ver rasgos sobrenaturales. ¿No puedo Yo comunicarme como me plazca? ¿No puedo Yo trabajar en la mente del hombre de forma que ella reciba mis mensajes? ¿Por qué no he de hacerlo como a Mí me plazca? No temas, hija mía, y sigue. ¿Qué saben ellos de nuestras vidas vividas en común, de tu entrega a mi divino Corazón, de Mi gracia en ti, de Mi sabiduría en mi pequeña? No temas pues y entrégate a mi Misericordia. No te opongas nunca a nada que quieran estudiar respecto a ti.
Debes estar abierta a todo y a todos. La verdad tú la sabes y Yo la sé: es que tú me prestas tus sentidos para que me comunique con los hombres. Lo demás ¿qué importa, hija mía?
El estado contradictorio de tu ánimo se debe a la falta de seguridad que hay a tu alrededor. Todo lo que llega a ti es negativo. Son sufrimientos de tus hermanos, los cuales tú no puedes remediar, además de la poca seguridad laboral de tu marido. Si a esto sumamos el cansancio de tu cuerpo el resultado lo tenemos en tu estado de ánimo. Pero aun así debes estar alegre, pues Yo estoy contigo. He de decirte, hija mía, que descanses en Mí, que me ames y te olvides de todo lo demás. Dámelo todo y olvídate. Sé mía de cuerpo y alma; entrégate al amor de un Dios hasta las últimas consecuencias. Y espéralo todo de Mí.
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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🎧 Audio 167
📕 Libro II Un alma en Cristo
23 de julio de 1993
𝕃𝕠 𝕡𝕠𝕔𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕞𝕖 𝕘𝕦𝕤𝕥𝕒 𝕧𝕚𝕤𝕚𝕥𝕒𝕣 𝕖𝕟𝕗𝕖𝕣𝕞𝕠𝕤
No puedo dejar de pensar, y cada vez con más frecuencia, en lo poco que me gusta visitar enfermos. Estando en oración en mi habitación me doy cuenta de que es algo que va totalmente contra mi naturaleza. Cuando estoy con ellos trato de ponerme en su lugar, pero las palabras de consuelo que yo les pueda decir, dudo que les hagan efecto. El enfermo, para mí, es una persona inconsolable ya que tiene demasiado tiempo para pensar y siente demasiadas molestias y dolores.
Últimamente cuando voy a hacer la visita a los enfermos tengo que hacer un gran esfuerzo, como sólo Dios lo sabe. Es verdad que cuando estoy con ellos ya no me cuesta nada. No es falso lo que les digo y mi corazón está con ellos. Por ello, le pregunto al Señor: ¿Por qué yo? ¿Por qué yo, que no entiendo lo que hago y que tengo unas inclinaciones tan distintas a las que Él me encomienda? Por otra parte, obrando así, ¿qué ejemplo puedo dar?Buenas preguntas, hija mía. Muy buenas y dignas de ser escritas. Hoy te contestaré y te explicaré esa manera de obrar que tan poco entiendes. Tu sinceridad es grande al hacer estas preguntas atrevidas.
Créeme, hija mía, no todos se atreverían a formular esas conclusiones, pues tu postura es ya tal, que dichas confesiones podrían poner en tela de juicio tu actitud y tu comportamiento. Pero mi amada es así, y Yo así la amo como nadie la amó. Este escrito servirá para que muchos comprendan mis designios y el por qué suelo pedir al hombre lo contrario a lo que a él le gustaría hacer.
Sé cómo eres y lo que siente tu pobre corazón. Es más, sé el esfuerzo que realizas cuando vas a visitar a los enfermos y en cada actuación del Grupo, del cual tú eres la responsable. Pero Yo así te lo pido. Mira, si a ti te gustara lo que haces ¿qué sacrificio estarías haciendo por tus hermanos? También habría el peligro de crecerte de forma desordenada creyendo que Yo te pedía lo que no te pido. Es más, podrías envanecerte de algo que es puramente mío. Además, preguntas si no es inútil tu visita al enfermo. Yo te digo: hija mía, ¡cuán equivocada estás! El enfermo, precisamente por tener tantas horas de soledad, de pensar en su estado, necesita, como el aire que respira, la llegada de alguna persona que desinteresadamente le hable y le pregunte: «¿Cómo está?». No hace falta que digas grandes cosas, sólo que lo escuches y lo ames. Sólo con eso, tú, hija mía, estás haciendo una de las más importantes obras de Misericordia. En estas palabras que te digo no se puede recoger todo lo importante que es esta misión para Dios y para el hombre.
Para el enfermo es un acto de fe y de humildad: fe, al esperar en el poder de Dios; humildad, al recibir a un desconocido, sin reservas y escuchando lo que éste quiera decirle y que él debe agradecer.
Para el visitador es importante, si, como es tu caso, va por obediencia a su Creador. Por amor a éste vence la repugnancia que siente, supera todos sus inconvenientes y se entrega a la misión con amor profundo a sus hermanos.
Para Dios lo es al ver así unidos, por el amor fraterno, a dos almas que comparten sus desdichas, se dan y se comprenden. En ese mutuo darse está Dios, que se da a unos y a otros. No olvides, hija mía, que en mi Evangelio ya dije que el que visite a un hermano enfermo es a Mí a quien visita.
Alégrate, hija mía, pues te he escogido para una de las más grandes obras de Misericordia. Haz como haces y ofréceme tus sacrificios. Ellos te santifican.
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20 de julio de 1993
𝔼𝕤𝕥𝕠𝕪 𝕕𝕖 𝕧𝕒𝕔𝕒𝕔𝕚𝕠𝕟𝕖𝕤
En oración en mi habitación. Soy muy feliz, estoy de vacaciones y no puedo ir a ninguna parte. Por una parte tengo que cuidar de mi suegro y por otra parte, mi marido tiene el trabajo mal y no hará vacaciones. Esta situación hace que la mayor parte del día esté sola con mi suegro. Es como si estuviera sola, pues como está un poco ausente de mente, no hay forma de conversar. Me siento íntimamente feliz, huyo de la gente e incluso me molesta su presencia. Es como si mi necesidad lo ocupara todo: entrar dentro de mí, hacer oración sin prisas, y encontrarme a mí misma en el Señor. Nunca había sentido esta necesidad de soledad y, la verdad, me asusta un poco.
Mi bien amada criatura, Yo me iba a orar y a estar solo al Monte de los Olivos. Esa necesidad la sentirás cada vez más y con más frecuencia. Sólo que tus quehaceres, tu vida de casa, tu entrega a los demás te van a impedir mucho el poder hacerla. Pero tu necesidad cada vez se volverá más imperiosa.
Ese estado es la vida de la Gracia: es estar y ser uno con su Creador. Es: Dios y el hombre, el hombre en presencia de Dios que se llena de su Gracia, que bebe del agua que mana de mi divino costado y ya todo lo demás le sobra. Es la necesidad de la intimidad divina, es unirse a su Amado para llenarse de paz y amor. Todo sobra entonces, sólo queda Dios y el hombre en todo el universo. Dios que se da y el hombre que recibe. Entonces es cuando se produce el milagro del amor, de entrega total. Es Dios que mora en el hombre y el hombre que pasa a formar parte del universo con Dios, pues él y Dios ya son, por el milagro de la Gracia, una misma cosa.Alégrate, mi bien, de estos días en que te podrás unir a Mí con tanto gozo de tu alma, pues, aunque luego lo hagas igualmente a través de tu trabajo, tú no te darás tanta cuenta. Yo, tu Dios, me entrego de igual forma. Es el hombre el que no se da cuenta de los dones que, por mi Bondad, se le comunican.
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11 de julio de 1993
𝕊𝕠𝕓𝕣𝕖 𝕝𝕒𝕤 𝕄𝕚𝕤𝕒𝕤 𝔾𝕣𝕖𝕘𝕠𝕣𝕚𝕒𝕟𝕒𝕤
Una amiga mía me ha llamado para preguntarme si una prima suya, que ha fallecido, está en el Purgatorio o en el Infierno. Si está en el Purgatorio, quiere hacerle ofrecer las treinta Misas Gregorianas. Pero no sabe qué hacer y me pregunta. Estando en oración en mi habitación le he dicho al Señor que me molesta tanta pregunta; que últimamente no tenemos un ratito para nosotros. Él me dice que va a contestar pues es una buena pregunta.
Mi bien amada criatura, no por contestar a algunas preguntas vamos a estar más separados, pues Yo habito en ti. La separación viene cuando un alma rechaza a Dios o, con su actitud, lo deja de lado. Pero cuando el alma suspira por su Dios, aunque no tenga tiempo para dedicárselo a Él, si se lo ofrece todo a su Creador y acepta su Divina Voluntad, estando pronta a obedecerle, esta alma pertenece por entero a su Dios, Él cual está en ella para siempre.
Es cierto que las Misas Gregorianas tienen el poder de sacar a un alma del Purgatorio, cuando ésta está allí por motivos leves de purificación. Pero hay almas que si no han sido condenadas ha sido por la gran Misericordia de Dios; almas que, en el último momento, han pedido perdón al Padre con verdadero dolor de corazón y han sido perdonadas. Para estas, las Misas Gregorianas adelantarán muchísimo su purificación, pero no las sacarán tan pronto del Purgatorio.
Hija mía, la pregunta de tu amiga es sobre si su prima ha ido al Infierno. Yo te digo que no; pero está en un largo período de purificación. Debe encargarle las Misas Gregorianas. En la vida de esa mujer hubo pecados y rencores; pero en su enfermedad recurrió muchísimo a mi santa Madre, sufrió mucho y fue perdonada a la hora de su muerte. Pero aun así, ha de purgar mucho.
Hija mía, hay que orar por las almas de vuestros hermanos difuntos. Los vivos tenéis la obligación de rezar por los muertos, pues ellos necesitan muchas oraciones y vosotros las podéis hacer. Es un deber que tenéis con Dios y con vuestro prójimo; es un deber que tenéis con vosotros mismos, pues el cristiano tiene la mejor arma que se puede tener: la oración.
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21 de junio de 1993
𝕃𝕒 𝕡𝕣𝕚𝕞𝕖𝕣𝕒 𝕪 𝕝𝕒 ú𝕝𝕥𝕚𝕞𝕒
En la iglesia del Montseny, con la excursión del Grupo de María Auxiliadora. El sacerdote celebrante me llamó para hacer una lectura. Me puse nerviosa y, cuando fui a sentarme de nuevo, le dije: ¿por qué, Señor, tengo que figurar y ser la primera, si no me gusta? El me contesta:
Eres la primera porque no te gusta, si te gustara serías la última.
27 de junio de 1993
ℂ𝕣𝕖𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕖𝕤𝕒 𝕧𝕠𝕫 𝕝𝕖 𝕖𝕟𝕘𝕒ñ𝕒
Hoy tengo un par de preguntas para hacerte, Señor. Una de ellas es sobre el señor Z. Yo no creo la mitad de lo que él me contó. Creo que esa voz le engaña y él se lo cree.
Así es, hija mía. Le hiciste un gran bien porque le has dado mucho que pensar. Como tú bien dices él no quiere dar su brazo a torcer y afirma estar en la razón. En verdad él tiene que cambiar de actitud. Eso se producirá a través de los desengaños que en él se vayan produciendo. Poco a poco irá viendo y obrará en consecuencia. Es un buen hombre y me llegará a amar sobre todas las cosas. Y Yo lo haré un hijo de mi divino Corazón.
Padre, tú sabes que X quiere que me haga un estudio grafológico. Quiere que mi escritura sea en el momento que tú me hablas. Así dice que analizará mi carácter. Dime, primero, si tú lo permites; después dime algo que ellos puedan leer.
Hija de mi divino Corazón, Yo, tu Dios, hoy me presto contigo al estudio de tu letra. Y sonrío con infinita ternura hacia los hombres que se sorprenden, a pesar del adelanto de la ciencia, de que un Dios, que no ha dejado de hablar con los hombres, te hable a ti, sin que, por ello, tú demuestres locura.
Vuelvo a sonreír con mucho amor y ternura y digo:
¿Por qué no creéis en Mí?
Las dudas están en vuestras mentes y en vuestros corazones. Hijos míos, creed en Mí. Yo vivo en cada uno de vosotros esperando que un día miréis dentro de vosotros mismos y digáis: «He aquí que no sabía que hay un Dios que espera, con humilde e infinita paciencia, que me dé cuenta que existe y que me ama como padre».
Ese día, hijos míos, Yo seré grande en vosotros y vosotros seréis grandes en Mí, pues todo lo que se une a Mí, es infinito conmigo, porque Yo soy el infinito de todas las cosas. Todo converge en Mí, principio y fin.
En ese vasto espacio está el hombre. Yo pregunto: 𝐇𝐢𝐣𝐨𝐬 𝐦í𝐨𝐬 ¿𝐪𝐮𝐢é𝐧 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐦𝐢𝐠𝐨?Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II
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19 de junio de 1993
𝔽𝕦𝕖 𝕦𝕟𝕒 𝕒𝕔𝕥𝕦𝕒𝕔𝕚ó𝕟 𝕔𝕣𝕦𝕖𝕝
En oración en mi habitación. El sábado contemplé un sucedido en el cual me pareció que se actuó sin caridad. Me sentí muy mal y lo dije. Luego empecé a pensar si no era yo la que exagera las cosas.
Hija mía, no era exagerar las cosas, como tú dices. En verdad no hubo caridad y sí había una carga de agresividad contenida que se descargó sobre la criatura. Puedo decir en su favor que no era premeditado. Obró lleno de amor hacia su hija, pero olvidó el amor al prójimo: la caridad. Fue, como tú dijiste, cruel. Has hecho muy bien diciendo lo que pensaste. Todo cristiano tiene el deber de practicar la caridad; el deber de denunciar los actos de otras personas que obren sin ella.
Por dura que tú fueras denunciando el proceder de dicha persona, más cruel fue él descargando su contenida rabia con una criatura y además enferma. Todo lo que dijiste fue bueno y así él podrá reflexionar sobre los hechos. No temas ni dudes, pues has hecho lo que debías hacer.
Hija mía, he de decirte que cuanto más cerca estés de Mí, más indigna te sentirás, pues, a medida que avances, verás más claramente la perfección, la pureza y la luz de tu Amado. Tú, pobre criatura, te verás llena de harapos en mi Presencia. Pero no temas. He tejido ya tu hermoso vestido; puro y blanquísimo. Está hecho de mi infinito perdón de todas tus faltas, entretejido con hilos de una gran Misericordia. El dibujo de su tela es del más puro amor divino y la hechura es de una gran caridad. Sólo faltan, hija mía, las piedras preciosas que tú irás poniendo con tus acciones. Son piedras preciosas que ya puedo ver, pues, no te olvides que, delante de Mí, está el futuro y puedo verte ya con el vestido.
Hija mía, ¡cuánto te amo! Has decidido bien en no preguntar más por el porvenir. Has entendido bien que, quiero de ti una total entrega a mi Divina Voluntad y que lo esperes todo de tu Dios.
No a todos mis hijos les exijo lo mismo porque no les doy a todos igual. A ti, hija mía, te he dado y doy mucho y, por esto, te pido también mucho. No pienses que soy exigente, es que quiero tu perfección, tu limpieza de alma y tu purificación. Piensa que soy dulcemente amoroso contigo, que eres mi niña, la más pequeña, la más débil e indefensa. Por ello llamas tanto mi atención. Pero, lo mismo que a un niño pequeño, he de educarte y corregirte. Después te atraeré fuertemente hacia mi divino pecho y diré: He aquí mi labor en esta alma. ¡Estaba tan afeada por el pecado! No parecía que podía llegar a dar tan raros y bellos destellos de luz. ¡Cuán grande es mi alegría al contemplarla! No olvides, hija mía, que no hay un alma igual y que la tuya, en mis manos, está adquiriendo una singular hermosura.
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5 de junio de 1993
𝔼𝕝 𝕧𝕠𝕥𝕠 𝕡𝕠𝕝í𝕥𝕚𝕔𝕠
Señor, te pido perdón por las preguntas que te voy a hacer hoy, en este rato de oración. No pensé nunca en hacértelas. Creía que tenía muy clara mi postura en la política: soy apolítica, anti política. Pero también creo que debo votar y, después de muchas dudas, me había decidido por los socialistas. Los comunistas me dan miedo, pero también temo a los de derechas. Hablando con N. me comentó que yo no podía votar a los socialistas pues estos han introducido el aborto y el divorcio. Estas dos cosas son algo en lo que yo no había caído. Pero, por otra parte, no puedo olvidar que a mi abuelo lo fusilaron los de derechas, que mis tíos fueron perseguidos sólo por ser políticos y que en mi pueblo, a muchos niños de mi edad, les faltaban algunos miembros de su familia porque habían sido fusilados por los de derechas. También algunos, con un escudo de tu Sagrado Corazón en el pecho, mataban a padres de familia. Sé que los rojos también mataron a muchas personas. Yo, Padre mío, grito desde lo más profundo de mi ser: ¡No, a la política! ¡No, a la injusticia, sean quienes sean los que la practiquen! Pero ahora ¿qué hacer? No sé qué debo hacer.
Hija mía, sirviéndose de mi Nombre ¡cuánto mal se ha cometido y cuánto aún se cometerá! Al hombre le parece que siempre ha de tener un motivo, una razón para matar, para creerse en la razón. ¡Cuánto mal se ha hecho! Con frecuencia he de volver la cabeza para no ver y tapar mis oídos para no escuchar.
Óyeme bien, hija mía, los políticos no suelen hacer las cosas con miras altruistas, sólo quieren poder y dinero. Nada les importa la humanidad y menos Mi doctrina. Si les importara no se hubieran cometido tantos crímenes en mi santo Nombre. Yo, hija mía, también me uno a ti desde lo más profundo de mi corazón, para decir: ¡No, a todas las atrocidades que el hombre, hambriento de poder, comete! ¡No, a todas las atrocidades que se cometen sirviéndose de mi santo Nombre!
Bien, hija mía, puedes votar en blanco y así no irás contra ti misma. Votar es un deber cívico. Hay que cumplir con lo establecido en la ley, pero siempre de acuerdo con tus principios. No, hija mía, a las atrocidades que el hombre comete, sea del partido que sea.
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30 de mayo de 1993
ℕ𝕠 𝕖𝕤𝕥á𝕤 𝕤𝕠𝕝𝕒
Últimamente tengo la sensación de ser una manipulante; algo así como la serpiente que se arrastra suavemente para sorprender a su presa. Me da la impresión como de ser yo la única que estuviera en posesión de la verdad y que sólo yo tengo razón. Me siento mal y no quisiera ver tantas cosas mal hechas, no beber del pozo de la tontería y, así, vivir en paz. Conmigo va la discordia. Esta actitud me resulta terriblemente cansada. Tú, mi Dios, dime qué debo hacer.
No hay agua en ese pozo para ti. Tú, hija mía, has bebido del pozo de la sabiduría y eso conlleva ver más, detectar lo que otros hacen mal y seguir una actitud de fe, de corrección, de caridad y de amor. Eso agota enormemente y da a uno la sensación de soledad. Pero no estás sola, hija mía, Yo estoy contigo y no te abandono.
Tu cansancio es tu verdadera ofrenda a tu Dios. ¿Qué podrías ofrecer si no, que fuera verdaderamente tuyo, hija mía? Sé cómo te sientes. Yo en la tierra me sentí muchísimas veces así. Es como si los demás estuvieran locos, o tú loca y ellos cuerdos. Tus ojos sólo ven lo que los demás hacen mal y tú vas delatando y corrigiendo, de forma que crees que eres tú la causa del mal y que no hay para tanto. Lo sé muy bien y Yo te digo: Debes seguir pues no eres tú, soy Yo quien te da la visión de sabiduría, la actitud de decisión, la seguridad en todo lo que emprendes y la capacidad en el trabajo de tal forma que causas admiración y dicen: «¿Cómo puede hacer tanto?»
Mírame, hija mía, que Yo estoy en ti; mi Amor es tuyo y reparte caridad. Cuando veas esas deficiencias piensa que ves por Mí y di: «El otro no ve como yo. ¿He de corregir con amor?». Y, al mismo tiempo, bendíceme por tantos dones que te doy a manos llenas. Cada vez estarás más cansada y desearás más la soledad, pero no podrás estar sola. La paz interior te será sumamente necesaria y levantarás tus ojos hacia Mí y Yo te amaré intensamente, cogeré tu rostro y depositaré un beso en tu frente. Te diré: «pobre hija mía, ven a descansar junto a tu Amado. Ven, que te daré la fuerza necesaria para seguir; el amor para que lo des; la alegría de poderte ofrecer a tu Creador. No temas, confía en Mí, que Yo te daré todo lo necesario. Tú sólo has de confiar en Mí.
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17 de mayo de 1993
𝕌𝕟 𝕡𝕖𝕤𝕚𝕞𝕚𝕤𝕥𝕒
Yo le pedía al Señor me dijera algo sobre Z., estando en oración en mi habitación. Me interesa lo que tú me digas, Señor, no sólo porque es tu palabra, sino también porque Z. me ha pedido si puedes decirle algo al respecto.
Hija mía, cuando un alma se entrega a mi Divina Misericordia, ya nunca es el alma que era. Yo la cambio. Quito lo que no me gusta: aquellos defectos y maneras de hacer que le impedían seguir el camino hacia Mí.
Ese señor Z. realmente ha tenido muchas experiencias y, por ello, su vida ha cambiado totalmente. Es buena persona, pero corre el peligro de obsesionarse y ver peligros donde no existen. El que me sigue ha de tener plena confianza en Mí; saber esperar de Mí como un niño espera de su padre y se agarra de la mano de éste. Con plena confianza va y viene sin temor alguno.
Es malo estar tan pendiente de estas cosas, es decir, estar siempre vigilando sobre qué sucede, qué me dirán, qué me pasará. Esta actitud puede llegar a ser obsesiva y, entonces, se ve lo que no hay. Y ello impide al individuo vivir relajado y libre. Yo, hija mía, hice al hombre libre y éste sólo puede atarse o desatarse según su voluntad.
Nadie muere sin que le haya llegado su hora. El mal espíritu no tiene poder de matar, pues Yo se lo impido.
Sí, es cierto que el demonio intenta matar a muchos de mis hijos; pero esto queda en intento. Él, sin la decisión del hombre, nada puede. Es por eso que actúa en la psique induciéndolo muchas veces al suicidio. Pero, aun así, el hombre es quien debe elegir y, para esto, está la oración; para contrarrestar el mal.
Tú, hijo mío, vive como creas que debes hacerlo. Ten fe en Dios sobre todas las cosas. No te atormentes pensando en tu futuro, en lo que puede cambiar de tu vida. Si eso sucede tú no te darás ni cuenta. Hasta que tú mismo decidas cambiarla porque ves que ya no te llena la vida actual. Los cambios siempre suceden por voluntad del individuo, de forma que él lo desea.
No temas si crees en Mí. Acostúmbrate a rezar las tres Avemarías a mi santa Madre. Ella te protegerá de todo mal. Y piensa que eres tú solo el dueño de tus propias decisiones. Yo llamo a todos mis hijos, pero respeto sus decisiones.
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16 de mayo de 1993
𝕌𝕟𝕒 𝕖𝕩𝕡𝕦𝕝𝕤𝕚ó𝕟 𝕕𝕖𝕝 𝔾𝕣𝕦𝕡𝕠
Señor, mañana tengo que sacar del Grupo a X. Me cuesta mucho esfuerzo, pero debo hacerlo por el bien de todo el Grupo. Mi Director espiritual también cree que hay que hacerlo. Pero eso no quita que me dé pena ese buen hombre. Siento tenerlo que hacer, pero lo haré.
Hija mía, sí, debes hacerlo. Es un hombre que crearía muchos problemas. Con su intransigencia, creyéndose en posesión de la verdad, no respeta a nada ni a nadie. Amándome, no ama a su prójimo. Esto denota cuán lejos está de la verdad del Evangelio. Está siendo, como tú bien dices, un fariseo. Tú, hija mía, debes impedir que personas como ésta entren en el Grupo, pues sólo os traerían problemas.
Sé cuanto te cuesta, hija mía, pero debes hacerlo a pesar de ti misma. A él no le servirá de mucho, pues, como cree que está totalmente en lo cierto, se dedicará a lo mismo en otra parte. Seguirá observando a los que cometen pequeños fallos en las Misas o en cualquier reunión. Actuando así, pierde el sentido cristiano, que es caridad y amor. Y se convierte en un inquisidor. Y es lástima, pues tiene un espíritu de servicio y una buena disposición.
Tú, hija mía, con toda la caridad que puedas, le dirás que debe hacer el bien, pero fuera del Grupo, tal como te indicó tu Padre espiritual. Pero si él insiste, le dirás la verdad acerca de su modo de proceder, comentándole que debería mirarse a sí mismo y juzgarse él mismo. Cuando él se someta a la humildad y caridad, entonces, y sólo entonces, estará dispuesto para cualquier apostolado. Mientras actúe de forma dominadora, inquisidora, no hará nada ante mis ojos. Pues no es cristiano, ni está más cerca de Dios, el que dice: «Señor, Señor, yo hago…», sino el que dice: «Señor, yo no soy digno».
Hija mía, esta clase de personas son como una buena comida: todo es perfecto, pero al ama de casa se le ha olvidado echarle la sal; y la comida no se puede tomar, no tiene sabor, es insípida y desagradable, por buena que sea y bien hecha que esté. Así es el condimento de la caridad: sin ella nada es igual ante los ojos de Dios. Pero tú, hija mía, emplea la caridad para con él. Sé firme en lo que se refiere al Grupo y sométete a la santa obediencia.
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