Afleveringen
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Ángel Martínez Cantera (Linares, 1984) es un periodista español, ha sido corresponsal de RFI, The Guardian, Al Jazeera in English o El País. En estos días publica “Al sur del Himalaya: crónicas asiáticas” (Kailas, 2022), un fascinante ensayo donde narra su experiencia trabajando como reportero en India, Nepal, Sri Lanka, Tailandia, Camboya, Vietnam, Filipinas e Indonesia.
Estas páginas, admirablemente escritas, transpiran las fragancias y los hedores de sociedades extremadamente diversas recorridas durante una década. De los siniestros prostíbulos de Bombay a los santuarios de Nepal, de los restos de los campos de concentración de Camboya a la explotación de niños con cibersexo en Filipinas, el autor narra con infinidad de matices un mundo emergente en ebullición, donde las costumbres religiosas más arcaicas se cruzan con los nuevos feminismos, una sed de libertad y el avance tecnológico, mientras devuelven a Occidente una extraña imagen en un juego de espejos. Ángel Martínez hace preguntas incómodas tanto a sus interlocutores como a sí mismo y su trabajo.
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La autora argentina Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977) es sin duda una de las narradoras más destacadas de su generación. Conversamos en París con ella de Mona, su última novela, del estado del debate cultural (el feminismo, las políticas identitarias importadas de Estados Unidos), de las ventajas de la literatura frente al cine y del libro que acaba de terminar de escribir.
Su primera novela, Las Teorías Salvajes, una sátira del mundillo académico de izquierda, la catapultó en 2008 a la escena nacional e internacional como una revelación celebrada por la crítica, pero que también desató una reveladora controversia de la que hablamos en la entrevista.
Le siguieron Las Constelaciones Oscuras (2015), donde regresa al medio universitario, para adentrarse en la selva amazónica y en el género de la ciencia ficción, para explorar las fronteras de la biotecnología.
De la selva amazónica Oloixarac escribió también el libreto de la ópera Hércules en el Mato Grosso, representada en el Centro de Experimentación del Teatro Colón en 2014 y en Nueva York en 2015.
En estos días, publica Mona, su tercera novela, donde una suerte de Charles Bukowski peruana asiste a un concurso de literatura internacional en Suecia. A sus temas recurrentes, se suman aquí el de la obsesión y mercantilización de las identidades o el impacto de las redes en nuestras vidas, con un thriller policial de fondo.
Pola Oloixarac es también conocida, y temida por muchos, por sus columnas sobre política, donde pone su pluma acerada al servicio de retratos sin concesiones de la clase política argentina.
En esta charla con Pola Oloixarac conversamos de estos temas: políticas de identidad en boga, el feminismo en la industria editorial, la cultura de la cancelación, peronismo, la intervención en el debate político y las ventajas de la ficción literaria frente al cine. Por último, le arrancamos información sobre la novela que acaba de terminar de terminar de escribir.
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Zijn er afleveringen die ontbreken?
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En esta oportunidad, nuestro invitado es el analista militar español Jesús Manuel Pérez Triana, con quien conversamos sobre la invasión rusa a Ucrania. ¿Cómo lo que debía ser una operación relámpago se transformó en una pesadilla para el Kremlin? ¿Qué papel desempeñan los medios informativos en esta guerra? ¿Cómo la doctrina nuclear está cambiando? Estas son algunas de las preguntas que intentamos responder en este nuevo episodio de “Algo que decir”.
Jesús Manuel Pérez Triana (Santa Cruz de Tenerife, 1975) trabaja como experto en seguridad y defensa. Es el autor del ensayo Guerras Posmodernas (Ediciones El Cobre, 2010), y escribe en la Revista Ejércitos y el sitio Political Room. En esta charla, conversamos sobre la estrategia rusa y la resistencia ucraniana. Examinamos el papel de la inteligencia y el suministro de armas occidental, de la guerra electrónica y la desinformación. Analizamos además el caso de los medios rusos bloqueados en Europa y de la evolución del periodismo a la hora de cubrir las guerras, gracias a la inteligencia de fuentes abiertas. Abordamos también el argumento de “la desnazificación” invocado por el Kremlin para invadir Ucrania, la matanza de Bucha, el cambio en la doctrina de la disuasión nuclear y el posible desenlace de la guerra.
Pueden seguir el trabajo de Jesús Pérez Triana a través de Twitter en su cuenta @jpereztriana o en su sitio guerrasposmodernas.com
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El invitado de este capítulo es el escritor y periodista español Juan Soto Ivars (Águila, 1985). Con 36 años, este murciano, novelista, cuentista y periodista, ha colaborado con los principales medios de radio y televisión de España. En esta entrevista, nos centramos en la obra que publica en estos días: La casa del ahorcado (Debate), uno de los trabajos en español más ambiciosos a la hora de explicar estos tiempos de cultura de la cancelación, polarización política y linchamiento digital.
La casa del ahorcado: Cómo el tabú asfixia la democracia occidental no puede ser más actual. En este ensayo que repasamos en su compañía, Juan Soto Ivars busca el origen y describe los mecanismos de este nuevo puritanismo 'woke', que llama a quemar libros, silenciar artistas y matar socialmente a quien transgrede los nuevos tabúes en nombre de un mundo más justo. Su libro, documentado y mordaz, retrata un mundo cada vez más segmentado en tribus que compiten en la victimización, mientras todos vigilan a todos.
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¿Qué es esencialmente Francia? A esta pregunta intenta responder, con fervor y nostalgia, nuestro invitado de hoy, el escritor y periodista francés Frédéric Hermel, que acaba de publicar C’est ça la France!. En la charla conversamos de las batallas culturales y gastronómicas de esta pequeña aldea gala frente a la mundialización, de cómo reivindicar un nacionalismo europeo que no sea sinónimo de fascismo, de su ídolo y amigo Zinedine Zidane, en fin, de todo eso que hace de Francia un país aparte.
En estas 180 páginas editadas por Flammarion, Frédéric Hermel se entrega a una declaración de amor temática. La baguette, el Tour de Francia, la catedral de Notre Dame en llamas, el juego de petanca, el perfume, Roland Garros, la laicidad… Son 29 aspectos del ser nacional francés que desfilan aquí escritos por una pluma impregnada por la nostalgia del exiliado. Frédéric Hermel vive desde hace 30 años en España, donde se desempeña como corresponsal para la crema de la prensa deportiva francesa.
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En este episodio de 'Algo que decir', conversamos con Carolina Amoroso, periodista y conductora del canal de noticias argentino TN, donde se especializa en Política Internacional. A los 35 años, acaba de publicar “Llorarás, historias del éxodo venezolano”(editorial Catarsis). El libro recoge el testimonio de 15 venezolanos, residentes en Argentina, que representan distintas facetas de esos más de cinco millones de personas que tuvieron que huir de la persecución política y miseria del régimen de Nicolás Maduro.
Escuderos de la resistencia, como se conoce a los jóvenes que se enfrentaron en las calles a la represión chavista, músicos de la orquesta sinfónica Latin Vox Machine, artistas e integrantes de la intelectualidad en el exilio y, casos menos conocidos: los jubilados que llegan a Argentina y deben empezar de cero: todos desfilan por estas páginas.
Cuentan historias de desgarro y nostalgia, pero también de redes de solidaridad que se forman, familias que se agrandan y ojos que ofrecen una mirada asombrosa de Argentina para los propios argentinos. De estas voces del éxodo, de derechos humanos, de venezualidad, de cómo viven el giro político en Argentina, charlamos en “Algo que decir” con Carolina Amoroso, quien en este tema no es una simple observadora, ya que creció en Venezuela.
(Póngale play a Audio > para escuchar el Podcast)
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La humanidad parece descubrir o redescubrir el ajedrez en estos días. La serie de Netflix "Gambito de Dama", que pone en escena a una joven prodigio de este deporte -porque como veremos sí es un deporte-, ha creado un fenómeno de sociedad. Los libros de estrategia se venden como pan caliente, la cantidad de inscripciones en los clubes estallan, así como las partidas en las plataformas de juego en línea. ¿Qué mejor pretexto entonces para hablar hoy con la ajedrecista argentina Carolina Luján, primera con el título de Maestro Internacional Absoluto y Gran Maestra Femenina?
En esta edición del podcast Algo que decir de RFI, conversamos con Carolina Luján, Maestro Internacional Absoluto y Gran Maestra Femenina, según la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Hablamos por supuesto de cuán realista es la serie Gambito de Dama, que triunfa en Netflix, pero no sólo. Luján nos explica además por qué el ajedrez es un deporte extremo, comenta el impacto de la tecnología y analiza la relación entre este juego y la política: de la guerra fría a su propia retirada del Mundial de ajedrez en Teherán, donde la querían obligar a jugar velada. También nos cuenta qué es ser mujer en una disciplina reservada por siglos a los hombres y las razones para que sigan existiendo torneos exclusivamente femeninos. No se lo pierdan.
Carolina Luján, evacuemos de una vez la pregunta inevitable en estos días: ¿Qué le pareció a la Gran Maestra de ajedrez la serie de Netflix ‘Gambito de Dama’?
La verdad es que me gustó mucho. Me parece que está bien lograda, especialmente para quienes somos ajedrecistas. Cuando vemos que hay alguna película, serie, libro, lo que sea, obviamente somos el primer público que está ahí atento y esta serie me sorprendió porque desde lo técnico también está muy bien hecha. En cuanto a lo ajedrecístico, estoy cansada de ver errores garrafales, como la mala ubicación de las piezas o del tablero o los gestos que hace un ajedrecista y me da bronca: muchas veces digo ‘pero no es tan difícil consultar a un jugador de ajedrez, a una jugadora’. Tampoco estamos hablando de que tiene que ser un gran maestro, pero alguien que sepa lo básico, ¿no? Esta serie estuvo muy bien hecha desde ese lado, entendiendo obviamente que es una ficción y que hay algunas cuestiones que se adaptan para que sea más entretenido, pero la verdad es que me gustó bastante.
Incluso que hay algunas jugadas o partidas célebres que los conocedores pueden reconocer en algún momento en la serie...
Sí, de hecho hay varias que se han jugado entre otros grandes maestros, en situaciones similares de torneos, inclusive como definiciones de campeonato del mundo, torneos de ese estilo que un poco es lo que representa en algunas escenas la serie. Y eso también está muy bueno. Tenés que ponerle especial atención porque se ven algunas jugadas, no es que se ven las partidas completas, más en esa época que las partidas duraban muchísimas horas, inclusive días. Pero sí, sí es está muy bien orientada desde ese lado también.
¿Y qué hay del aspecto psicológico? Porque uno ve personajes solitarios, un poco excéntricos, al margen de la sociedad, un poco como si fuesen nerds. Te parece que eso está bien ilustrado en cuanto a la realidad del mundo del ajedrez?
Sí, en ese aspecto me parece que también está muy bien representado el ambiente. Hay varios “personajes”, como los llamamos en el ambiente: tenés un poco el excéntrico, el intelectual, el loco… Y que no es así en general, ¿no? O sea, estos personajes escasean. Si uno va a un torneo o si mirás los primeros puestos de la lead mundial hoy mismo del ranking de Argentina, la mayoría no respondemos a ese estereotipo. Estamos más vinculados al deportista, al atleta. Eso también fue porque cambiaron los tiempos y la serie se sitúa en los 60’, 70’, que es claramente otra época y combina cosas con estos tiempos, lo cual la hace un poco atemporal por momentos.
Justamente hablabas del aspecto atlético del deporte. Muchas veces cuando uno dice que practica el ajedrez y se refiere a un deporte, le responden con una sonrisa. ¿Por qué es un deporte el ajedrez?
Bueno, es una pregunta que me han hecho muchas veces. De hecho, mi entorno me discute que yo no hago un deporte cuando hablo de ajedrez y la realidad es que hay muchos argumentos para para creer que sí. El principal, creo yo, es que el Comité Olímpico Internacional lo reconoce como deporte. Pero además podemos observar que el ajedrez tiene reglas, tiene todo lo que es el ambiente de un deporte en cuanto al entrenamiento, la competencia y los valores que transmite. En sí el juego tiene la parte lúdica, tiene lo de entretenimiento y un poco del ejercicio físico. Bueno, sí, estamos sentados, pero la realidad es que no estamos sentados moviendo fichitas, sino que estamos haciendo un gasto de energía enorme. De hecho, yo practico handball y futsal. También me gustan mucho los deportes y termino claramente más destruida cuando juego al ajedrez que cuando practico cualquiera de estos deportes de contacto y de velocidad.
¿Cómo puede ser que físicamente estés en un estado más desgastante y terminás más cansada cuando se trata de ajedrez?
Bueno, yo lo atribuyo al desgaste mental, a la cabeza, te queda realmente fundida. Y también repercute en el cuerpo, o sea, estar tantas horas bajo mucha tensión. Durante muchos días estamos hablando quizás en promedio de las 5 horas de juego diarios durante una semana o 9 días. La verdad es que la cintura, la espalda, las piernas sienten toda esa tensión muscular que realmente te agota. Bueno, yo bajo mucho de peso. Por ejemplo, cuando no compito y también quemo las remeras en las axilas, me da un poco de vergüenza contar eso, pero es verdad, es una transpiración distinta, como a la que puedo tener cuando hago un deporte físico en el que estoy corriendo y después, claro, me duele todo el cuerpo.
O sea, si me baño con frío me recupero y si me decís llegamos a juntarnos a comer algo, arranco. Ahora, si me decís hacer un plan después de haber jugado un torneo durante tantas horas o alguna partida muy extensa -he jugado partidas de 7 horas, por ejemplo- y no, la verdad es que no, no me da la cabeza. No puedo reaccionar ni tomar ninguna decisión. Un poco para compararlo, para quienes no juegan al ajedrez, es como rendir examen final y durante todos los todos los días que dura mil horas o tener que tomar decisiones importantes en tu trabajo y eso te tiene la cabeza ahí 24 horas. Estás pensando en eso. Es difícil conciliar el sueño también y relajar y poder mantener una rutina. En cuanto a la alimentación, es importante, como hacer un complemento físico también. A eso iba con el aspecto atlético. Hoy en día es muy necesario estar bien físicamente.
Decías recién que con respecto a la serie de Gambito de Dama, que está ambientada en los años 60, el ajedrez ha cambiado mucho, incluso en las reglas. ¿Cómo ocurrió esto?
Sí, más que el cambio de reglas cambió mucho en relación al avance de la tecnología. Hoy el ajedrez es bastante más rápido, no sólo para jugar, sino también para entrenar. En mi época, y estoy hablando de los 90’, tampoco tan atrás, no había computadoras como hay ahora ni módulos de análisis. Y tenías que esperar que los libros llegaran de Europa o de Rusia. Estábamos meses esperando en enciclopedia, un informador, los libros de teoría. Y hoy en día entras a cualquier dispositivo y los tenés a mano. Es más, podes ver los torneos en vivo, en directo, con comentarios de maestros de todo el mundo, en todos los idiomas que te explican, variantes que te explican todo. Eso era inaccesible, inclusive cuando yo era chica. Entonces se agilizó mucho. Por eso hoy también encontramos maestros tan jóvenes, que antes era una novedad. Por ejemplo, no sé, Judit Polgár, que fue Gran Maestro, también muy, muy joven. Hoy empezamos a encontrar muchos chicos y chicas que se desempeñan en el alto nivel siendo niños, niñas aún. Yo creo que ese es el principal factor.
Y esto hizo que el ajedrez se volviese más competitivo…
Sí, es mucho más competitivo, de hecho hay mucha mayor cantidad de ajedrecistas en el mundo. Aunque lo llamativo sigue siendo que las mujeres somos pocas hoy y siempre. Entonces un poco surge esa pregunta y más que el que la protagonista de la serie es una mujer de por qué es tan raro ver que una mujer triunfe precisamente en un ámbito de hombres o en el cual siempre estuvieron los hombres. Eso es algo que nos preguntamos bastante y que estaría bueno trabajar para que eso mejore.
¿Cómo te diste cuenta de que el ajedrez era algo más que de un juego de mesa para vos?
La verdad es que no soy muy consciente del momento. Empecé a jugar a los 7 años y tengo 35, así que bueno, el ajedrez pasó de ser un juego, deporte, una profesión, mi trabajo, algo que me apasiona mucho. Por lo que me cuentan en mi casa, me gustaba jugar desde muy chica, estaba todo el tiempo pidiendo ir al club y me gusta competir. Entonces a los 8 años yo estaba jugando torneos y no paré nunca. Si bien tuve altibajos y momentos en los que quise dejar de jugar o he tenido algunos problemas familiares o personales que me han hecho alejarme un poco, que es normal: llevo casi 30 años jugando al ajedrez. Pero nunca, nunca dejé de competir. Así que difícil imaginarme la vida sin jugar ajedrez.
¿En qué momento te diste cuenta de que esto iba a ser tu vida?
No lo sé con exactitud, pero cuando terminé la escuela ahí fue un momento de quiebre. Creo que le pasa a la gran mayoría, donde te quizás tenés que decidir entre estudiar una carrera universitaria con alguna, entre comillas, garantía de poder vivir de eso, y que el ajedrez quizás no te lo pueda asegurar. Así que ahí es como difícil tomar esa decisión. Y decidí viajar a Europa a jugar torneos sin la escuela porque siempre había tenido que combinar la escuela, los estudios con el ajedrez y otras actividades.
Empecé a jugar y la verdad que terminé decidiendo por ser ajedrecista, más allá de que igual me gusta, me gusta estudiar, me gusta aprender. Soy una persona curiosa, siempre estoy haciendo cosas. Y tuve varios intentos de arrancar alguna carrera, pero aquellos tiempos era más difícil complementar una carrera universitaria con el alto rendimiento en el cual yo estaba seis o siete meses en el exterior del país y siempre era complejo poder mantener una regularidad. Hoy hay un montón de programas y oportunidades para que los y las deportistas puedan estudiar y hacer deporte.
Una pregunta que tiene que ver con el vivir justamente el ajedrez: ¿qué significa pretender vivir el ajedrez cuando se es latinoamericano?
Un poco que se lo preguntan todos, todos quienes practican deporte de alto rendimiento acá. Es complejo vivir en Latinoamérica y dedicarte al deporte profesional, por decirlo de alguna manera, porque en cuanto a las obligaciones somos profesionales, pero en cuanto a los beneficios, no. No recibimos la remuneración o las facilidades para poder dedicarnos al deporte de tiempo completo. Eso le pasa a cualquiera y la gran mayoría tenemos que mirar. Tenemos que irnos al exterior a competir, donde podemos recibir mejores contratos de clubes para jugar ligas, donde los premios de los torneos son mejores, donde el trato es distinto. Respetan y valoran tu profesión, y a veces, por lo menos en Argentina, pasa muchísimo, de que no te tratan de la misma manera y eso hasta te da bronca. Interiormente decís: me invitan a jugar desde otros países, me pagan los gastos, me dan las mejores condiciones y acá en Argentina tengo que andar mendigando para que los de la Federación me traten bien siendo la número uno del ranking de mujeres y estando entre los 50 mejores del país.
¿Qué te responden cuando decís que sos ajedrecista como ocupación?
Algunos no me creen (risas). Ponele que me reúno con amigas y hay otras amigas y dicen, ‘¿y vos qué hacés’. Digo “juego al ajedrez’. Y me responden. ‘Ah, y qué haces además de eso?’. ‘Me dedico a jugar al ajedrez’. ‘Pero cómo?’. Es como no lo pueden procesar. Inclusive a veces uno escucha a alguna persona que te dice sí, yo toco la guitarra o soy artista. Como que hay cierto prejuicio con algunas profesiones de las cuales la gente piensa que sos una vaga, y la verdad que no. A ver, si uno se dedica con seriedad y responsabilidad y realmente es tu profesión y lo hacés con compromiso, podés vivir de lo que sea, creo yo, obviamente. Quizás hoy hay carreras que te puedan de alguna forma asegurar una mejor calidad de vida en lo económico, pero igual siempre es relativo. A veces escuchamos personas que tienen un montón de títulos universitarios y sin embargo no pueden vivir de eso. Es bastante difícil, creo yo, para la gente, vivir de algo, y más vivir de lo que te gusta. Yo como ajedrecista vivo del ajedrez, aunque me gustaría vivir solo jugando. Quizás ahora no, pero sí de más joven me hubiera gustado dedicarme solamente a jugar. Y sin embargo, ya desde adolescente tuve que empezar a dar clases y cursos y hacer actividades para poder ganar plata. Y con eso invertirla en mi profesión. Obviamente, si hubiera tenido más apoyo económico me hubiera sido más fácil.
El ajedrez también puede ser algo serio. En el año 2017 boicoteaste el Mundial de ajedrez, que se jugaba en Teherán porque se obligaba a las jugadoras a usar el velo islámico. Qué recuerdo tenés de ese debate en ese momento?
La palabra boicot me suena un poco fuerte. De hecho, creo que si alguien hizo un boicot fue la Federación Internacional al organizar el torneo en una ciudad o en un país donde no se respetaba la diversidad cultural. Y yo no hablo de las políticas o de cómo como el país elija vivir, obviamente no soy quién. Pero creo que era una sala de juego se tiene que respetar la diversidad cultural, la libertad de elección, y eso no estaba garantizado. En Teherán nos obligaban a usar el hiyab -el velo que cubre la cara, la cabeza y el cuello- y a cumplir con ciertas reglas, leyes de una teocracia, en la cual yo no creo. Yo soy argentina y tengo otra cultura, otras creencias, y no me parecía justo que me obliguen a actuar de una forma en la que yo no soy. Y eso es lo que pasaba en ese Mundial. Por eso fui una de las ocho ajedrecistas que decidimos no participar, porque no nos garantizaban que se respeten nuestros derechos, básicamente. Y las ocho, casualmente eran: la última campeona del mundo, la campeona de Estados Unidos, yo en ese momento era la campeona de América, la campeona rusa… No éramos cualquier ocho. Y nos reemplazaron como si nada. No nos respondieron. Pusieron a ocho jugadoras cualquiera. Y el torneo se hizo igual. De hecho, después la Federación de Irán no pagó los premios y la Internacional tuvo que pagarlos. No sé si suspendieron a la Federación. Hubo un conflicto grande.
La verdad es que a mí me dolió bastante porque tuve que renunciar a mi derecho ganado de jugar un Mundial. Ya en esa instancia es la instancia final en la cual estás dos años pasando filtros para poder llegar a un Mundial. La decisión que tomó la Federación Internacional para mí no fue acertada. Cuando hablo del respeto por la diversidad, por ejemplo, las Olimpíadas de ajedrez participan cerca de 200 países, y en la sala de juego te encontrás personas con túnicas, con vestidos, con trajes, con ropa deportiva… Mientras que vos no invadas al otro y respetes esa otredad, podés vestirte y estar y hacer lo que quieras. Y me parece que eso es lo importante en la sala de juego. Después, el país, si uno va a hacer turismo, bueno, sí, andá y adaptate, porque son sus reglas y es su forma de ir. Pero en la sala de juego me parece que no correspondía.
El ajedrez, el deporte de reyes, siempre ha estado mezclado con la política. Durante la Guerra Fría fue el teatro de un enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética. De hecho, Garry Kasparov es hoy en día una figura política de la oposición rusa. ¿Cómo entendés vos esta relación tan fuerte entre la política y el ajedrez?
Bueno, yo creo que todo es política. Soy de las personas que piensan de esa forma y de que quizás tenemos mal entendida la palabra política, que también tiene que ver con lo que quizás la vivencia de cada uno. El ajedrez está muy vinculado, desde lo simbólico, de lo que representa y también desde el accionar que tiene. O sea, para jugar al ajedrez tenés que evaluar, tenés que tener que hacer estrategias, que tener tácticas, tenés que pensar, tenés que especular. Tenés que tener intuición y sobre todo tomar decisiones.
Por eso también muchos ajedrecistas y muchas ajedrecistas que se dedican a la política, a veces después de su carrera, a veces en simultáneo. La carrera del ajedrecista por suerte es bastante extensa. Y sí, Kasparov estuvo liderando, siendo candidato en su momento en Rusia, y después hubo muchas otras personas que se dedican a la política y también son ajedrecistas. Yo creo que comparten muchas cosas quienes hacen política y quienes juegan al ajedrez.
¿Y cuáles son las cualidades del buen ajedrecista? Por ejemplo, ¿se puede ser un gran ajedrecista sin ser muy inteligente?
Sí, por supuesto. Hay muchos tipos de inteligencia. El ajedrez puede tener algunas o necesitar de algunas capacidades que tenemos, pero no de todas. Podés ser muy bueno jugando al ajedrez y malo jugando otra cosa, o haciendo otras cosas. Es distinto. Yo creo que el ajedrez, o el ajedrez del alto rendimiento, más allá de lo intelectual o de lo vinculado más a las capacidades cognitivas, también tiene esto de lo lúdico y de lo combativo y de la forma de pensar que tiene o que debería tener un deportista de alto rendimiento en cuanto a lo competitivo. También podés saber muchísimo, ser un bocho estudiando y leyendo todo, ver cada libro y cada cosa nueva que sale y aprender todo, y a la hora de jugar no puedas manejar tus emociones y te supere la presión. Te superan los nervios, la ansiedad. Hay miles de cosas que te atraviesan mientras competís en un torneo o en una partida. Es difícil de lograr esa combinación entre los conocimientos y el manejo de las emociones y la formación del carácter para jugar y dedicarte al alto rendimiento y triunfar.
Empezamos esta charla hablando de la serie de Netflix Gambito de Dama, que pone en escena a una mujer ajedrecista en un mundo muy masculino. Hay torneos que son para hombres y mujeres, y torneos que son exclusivamente para mujeres. ¿Cuáles son los argumentos a favor y en contra de los torneos mixtos y los que son por sexo? Porque incluso entre las campeonas de ajedrez hay opiniones contradictorias…
Sí, es un tema que abre debate siempre. Está un poco ese para mí falso argumento de que pueden jugar por igual hombres y mujeres. Y cuando hablo de falso argumento no hablo de que haya capacidades intelectuales distintas o que el hombre sea más fuerte, entonces sea mejor. No, no me refiero a eso, sino a que tiene que ver mucho con lo cultural y con la historia de las mujeres en el ajedrez. Es una historia que se conoce poco. Inclusive nosotras mismas conocemos muy poco de nuestra historia y no es una casualidad. A ver, el ajedrez es uno de los deportes más antiguos del mundo, si no es el más antiguo, lleva siglos de existencia. Y las mujeres empezamos a aparecer en la historia a partir de 1900 y poco jugando en las casas. Es mucha la diferencia histórica que hay entre un ambiente que fue siempre para los hombres y en el que las mujeres empezaron a aparecer más en muy poco tiempo en relación a la existencia del ajedrez. Y eso tiene que ver, y también tiene que ver cómo es ese espacio de juego en donde llegan las nenas a jugar.
He contado muchas veces que cuando empecé a jugar al ajedrez iba de noche a una biblioteca con mi papá -obviamente acompañada- y eran todos tipos y no había mujeres ni nenas. Y esos ambientes no sé si son tan atractivos para para las chicas. Fue cambiando. Hoy hay clubes, hay escuelas. El ajedrez se juega en todos lados y el ambiente es mucho más receptivo y más amigable, pero siempre ha sido duro y sobre todo mantenerte en ese ambiente que te repele constantemente, donde si no te adaptás, no podés seguir jugando. Eso creo que tiene mucho que ver. Y después también tiene que ver un poco con los números. Si no llegamos al 10% al nivel nacional e internacional, es más fácil o más probable que haya un número uno hombre que mujer. Lo que hizo Judit Polgár, por ejemplo, fue algo de otro planeta: estuvo entre los 10 mejores del mundo. Que les haya ganado a campeones del mundo, inclusive en vigencia, es algo extraordinario, no habitual. Entonces es como un debate bastante extenso, y yendo puntualmente a la diferencia entre la rama absoluta, que es la rama mixta, y la femenina, los torneos femeninos existen como una especie de discriminación positiva también, y con la intención de que más mujeres empiecen a jugar al ajedrez, se involucren y se sientan más cómodas, y a partir de ahí empiecen a competir en torneos absolutos. También faltan políticas que promuevan la participación de mujeres. Si somos pocas, podrían intentar fomentar que las chicas participen y sobre todo también tratar bien a sus referentas, y mostrarnos, porque existió Judith Polgár y acá en Argentina existe Claudia Amura, podría ponerme yo misma como referente, y eso hace que otras chicas puedan reflejarse en nosotras y querer jugar y ver dicen ‘ah, mira a Carolina, vive del ajedrez’. Estuvo Judit Polgár: o sea, se puede estar entre los 10 mejores del mundo.
La pregunta va a que he visto entre otras campeonas la opinión contraria, según la cual no hay motivos reales hoy en día, cuando hay presidentas mujeres, mujeres que ocupan lugares de primer lugar en todos los ámbitos de la sociedad, que el ajedrez se mantenga aparte y no haya una normalización, donde hombres y mujeres, que si a priori no tienen diferencias en intelectuales y las físicas no son tan importantes, deberían competir juntos, incluso por los premios más altos…
Es que eso existe. Nosotras podemos jugar torneos absolutos y competir entre comillas en igualdad de condiciones. Y, si querés, jugar los torneos femeninos, eso no está en discusión. De hecho, yo tengo título absoluto. Soy Maestra Internacional Absoluta, que es un mixto, y he sido campeona argentina en categorías infantiles y juveniles de torneos mixtos, y juego la mayor cantidad de torneos al año con hombres y no con mujeres...
Pero te parece que debería existir paralelamente este espacio reservado a las mujeres para promover una política que vaya en contra de los determinismos que han impedido hasta ahora el progreso de las mujeres…
Claro, sí, estoy de acuerdo y estoy a favor de que existan, porque creo que contribuyen y suman. Cuando hablamos de que las mujeres y los hombres juegan los mismos torneos, estamos hablando de eliminar la rama femenina, si lo decimos claramente. ¿Por qué eliminar? Yo creo que es necesaria. Hay muy pocas mujeres, hay que buscar la forma de que haya más y también mandar a las pocas que hay a jugar de igual a igual a los torneos absolutos es un poco mandarlas al muere también. O sea, no tienen ninguna chance la gran mayoría. De hecho, yo puedo llegar a decir que tengo algunas chances en Argentina, pero a nivel mundial, no, estoy muy lejos. Y si vamos al ranking mundial, lo que te decía antes, ahora sólo hay una mujer entre los 100 primeros y creo que hay cerca de 12 mujeres entre los 1.000 primeros.
Y para vos, el hecho de que haya una sola mujer en el ranking de los 100 primeros ¿obedece exclusivamente a un determinismo histórico?
No exclusivamente, pero creo que es el factor predominante. Y creo que está muy vinculado a que haya tan pocas mujeres. Yo creo que si fuéramos 50 y 50%... O sea, en Argentina hay 8.000 federados. Bueno, si hubiera 4.000 mujeres y 4.000 varones, creo que podrían ser iguales las chances y las oportunidades de ser número uno. Ahora, si hay 7.000 hombres y 1.000 mujeres, creo que ahí tienen muchas más chances los hombres de dominar el ranking que nosotras, si lo pasamos como a los números crudos. Entonces para mí el foco está en cómo hacemos para que las mujeres jueguen al ajedrez y se mantengan jugando al ajedrez. Porque también vemos eso, que en la niñez hay muchas chicas y chicos que quizás arrancan a jugar en cantidades iguales y a los 12 o 13 años las chicas van dejando y merma mucho más cuando terminan la escuela. Los varones siguen y las mujeres no. Entonces, ¿por qué los varones y enjugado y las mujeres no? No tengo la respuesta. Podría mencionar cuestiones que me parece que tienen que ver con eso, pero creo que es ahí donde hay que poner el foco, en cómo cambiar esa situación y en cómo lograr que haya más mujeres que juegan ajedrez.
Hablaste hace un rato de cómo la tecnología había cambiado la forma de jugar al ajedrez y de aprenderlo. Ahora, ¿qué ha cambiado en el espíritu del ajedrez desde que la máquina le puede ganar al mejor ajedrecista?
Es un debate que está ahí, siempre latente, de si la máquina supera al hombre o no. Todavía no hay juego perfecto: no hay máquina inclusive que haya resuelto al ajedrez. Creo que cuando llegue ese momento, que probablemente llegue, ahí nos preocuparemos. Pero igual creo que si el ajedrez lo seguimos jugando entre humanos, va a seguir siendo infinito, así que va a seguir siendo igual de atractivo, más allá de que las máquinas puedan superarnos, que de hecho ya superan a la gran masa de ajedrecistas. Pero si juega hoy la mejor máquina un match con Magnus Carlsen [número 1 del mundo], no sé quién gana. No estoy tan segura de que la máquina le gane.
Una última pregunta Carolina Luján: ¿qué aconsejarías a alguien que quiera acercarse o llevar una familiar al ajedrez?
Hoy tienen la posibilidad de hacerlo por internet. De hecho, en estos tiempos de pandemia, donde son pocas las actividades que tenemos a la mano, les recomendaría que se acerquen a la práctica online. Y en cuanto puedan, se acerquen un club o a cualquier espacio, porque jugar al ajedrez es realmente bastante accesible: necesitás un tablero y otra persona para jugar. También puede jugar con la máquina, pero para mí es mucho más entretenido que sea entre personas porque tiene también una cuestión social y humana, que está bueno y que uno puede comunicarse a través del ajedrez y me parece que eso está realmente bueno para la gente en general. Y si les gusta que sigan jugando y si después les interesa competir, bueno, también hay muchísimas otras opciones, así que no necesariamente tiene que ser jugar ajedrez en alto rendimiento. Es uno de los deportes más practicados a nivel mundial, lo cual hace que sea uno de los deportes más atractivos.
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El reportero Luis Carlos Díaz (Caracas, 1985) es una figura clave para entender la actualidad política y social de Venezuela. Formado en el periodismo tradicional, ha debido migrar como muchos de sus colegas que buscan sortear la censura del régimen de Nicolas Maduro a las redes sociales, donde informa y desmenuza con agudeza la crisis política y humanitaria que atraviesa el país. En esta conversación hablamos de cómo se cuenta Venezuela, de activismo digital, de su desaparición a manos del SEBIN, de la izquierda y los derechos humanos, así como de su Cátedra del Pop.
Nacido en 1985 en Caracas, criado en la ciudad de Charallave, en el norteño estado de Miranda, Luis Carlos Díaz es una figura mediática conocida por oyentes y lectores de Venezuela.
Ha pasado por la redacción del periódico El Nacional y tiene hasta el presente su espacio en las radios, pero como tantos periodistas de su país que no han optado por el exilio, ha buscado refugio en internet, donde campea a sus anchas. Tiene casi medio millón se seguidores en Twitter, pero se mueve también con soltura en YouTube a través de su programa “En Serio”, donde comenta la actualidad con su esposa y colega Nacky Soto, con quien conforma un ‘think tank casero’, como le gusta decir.
Para los extranjeros que observan la situación de los derechos humanos bajo el régimen de Nicolás Maduro, el nombre de Luis Carlos Díaz cobró notoriedad en 2019, cuando el servicio de inteligencia estatal SEBIN lo hizo desaparecer por 30 horas.
La acusación, formulada por Diosdado Cabello: estar detrás de un largo apagón del vetusto sistema eléctrico venezolano. La alerta por la detención fue dada por su esposa, quien de inmediato activó la solidaridad nacional e internacional sobre el destino del reportero.
Con Luis Carlos Díaz hablamos aquí de esta experiencia, de qué es ser periodista hoy en Venezuela, del poder de las redes y su cara oculta, la precariedad laboral. Conversamos de activismo digital y política, de los crímenes de lesa humanidad evocados por el reciente informe de la ONU y cómo son ignorados por una izquierda que hace la vista gorda cuando considera que hay que juzgar con otra vara las violaciones cometidas en nombre del antiimperialismo.
Hablamos del éxodo venezolano, del estado de la oposición y de por qué es importante para él quedarse en Venezuela cuando como hispano venezolano hoy podría estar en Madrid.
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En una época en que la consigna es no ofender a nadie, Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977) toma en sus textos la primera persona para discurrir con ferocidad de pedofilia, infanticidio, incesto, o de cómo la vida conyugal y la maternidad pueden ser un infierno. Porque Harwicz no está aquí para repartir armonía y esperanza, sino para sintonizar la voz desbocada y violenta de los márgenes, que ponen a prueba a la sociedad y lo que ésta espera de nosotros.
En este episodio de Algo que decir, conversamos con la escritora porteña Ariana Harwicz de estos registros incómodos, de cómo trabaja la brutalidad de sus monólogos, de lo que significa escribir en una época que se niega a diferenciar al narrador del autor, donde se practica cada vez más la censura y la autocensura por corrección política. Hablamos del flaco favor que la mercadotecnia y cierta militancia le hacen a la literatura escrita por mujeres, y como no podía ser de otro modo, de su visión de la pandemia y de lo que está haciendo con nosotros.
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Femicidio, violencia machista, perspectiva de género, paridad, tasa rosa, lenguaje inclusivo, diversidad, Mee Too, denuncia del heteropatriarcado, el violador eres tú: la agenda feminista copa las portadas de los medios del mundo, el discurso de los dirigentes políticos, el cine y hasta el márketing. ¿Pero de qué feminismo estamos hablando? ¿Y qué impacto real tiene esta última ola feminista?
En esta edición de Algo que decir conversamos con la abogada española Guadalupe Sánchez Baena, quien publica en estos días el ensayo Populismo Punitivo, distribuido por la editorial Deusto.
Esta alicantina nacida en 1977 cuestiona en su ensayo la forma que adopta el nuevo feminismo, que ve instrumentalizado de manera partidista por la izquierda identitaria.
Desde un punto de vista liberal, Sánchez Baena describe la puja entre dos vertientes del feminismo: el histórico y universalista -detrás de las grandes conquistas para la mujer- y el de la ola feminista más reciente, que ella califica de populismo identitario.
Guadalupe Sánchez Baena acusa a este movimiento de ser una herramienta contraproducente y de buscar imponer, ni más ni menos, un peligroso sistema penal ya ensayado por la Alemania Nazi y la Unión Soviética, donde se juzga a alguien no por lo que hizo, sino por lo que es de nacimiento.
En esta charla conversamos de cómo las nuevas consignas feministas pesan en el debate público y en la legislación, en las diferencias y similitudes de los populismos de izquierda y derecha, que excluyen cualquier posibilidad de disenso, y nos referimos a hechos policiales concretos que resuenan tanto en España como en el resto del mundo.
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La lucha por una mayor visibilidad de las minorías étnicas, sexuales o con discapacidades se ha vuelto en los últimos años uno de los lugares comunes del debate público. El progresismo ha hecho de la representación de la diversidad de colectivos en gobiernos, premios cinematográficos o paneles de debates una de sus principales banderas. A contramano de este movimiento y desde la izquierda, el escritor y ensayista español Daniel Bernabé denuncia que esta manera de hacer política es un arma del neoliberalismo usada en detrimento de la lucha de clases.
Daniel Bernabé (Madrid, 1980) es el autor del ensayo La trampa de la diversidad: Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora (Akal). Según este analista político, que escribe para Público, CTXT o La Marea, el discurso de la identidad (identity politcs en inglés) impulsado por el progresismo ha sido instrumentalizado por dirigentes como Ronald Reagan o Margaret Thatcher en contra de los intereses de los trabajadores, segmentados en una proliferación de categorías que compiten entre sí.
Para tratar el tema, conversamos aquí de la herencia del mayo francés del 68, de sobre si el feminismo puede ser encarnado por mujeres de partidos conservadores, de la suerte de las minorías en países socialistas, de la rivalidad entre víctimas o cómo una focalización permanente en la diversidad puede servir los intereses de la extrema derecha.
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En esta edición de “Algo que decir” recibimos al autor español Ramón González. Vino a nuestros estudios el mismo día en que se cumplían exactamente cuatro años de los atentados islamistas que golpearon París el 13 de noviembre de 2015, dejando 130 muertos y más de 350 heridos. Es éste el tema de su libro Paz, Amor y Death Metal (Tusquets), un testimonio en primera persona de la matanza de la sala de conciertos del Bataclan, donde se encontraba aquella noche entre el público.
Ramón González (1984), un ingeniero informático, sobrevivió junto a su novia argentina al ataque del grupo Estado Islámico y hoy relata la experiencia que le cambió la vida para siempre.
¿Cómo fue por dentro el atentado más letal en suelo francés? ¿Cómo se hace para enfrentar psicológicamente un hecho de una violencia excepcional? ¿Cómo se recupera la normalidad?
Ramón González responde con una narrativa llana e íntima a estas preguntas. En esta charla nos cuenta además cómo el proceso de escritura lo ayudó a ponerse de pie, su lectura política de lo que le ocurrió y cómo la literatura puede ser una tabla de salvación.
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En esta edición de “Algo que decir” conversamos sobre la relación actual entre política y tecnología. La desinformación y la injerencia extranjera se han convertido en una fatalidad de los procesos electorales. Las redes sociales exacerban la polarización política y fomentan el ascenso del populismo. Ante este panorama distópico, Santiago Siri propone pistas y herramientas para lidiar con la época y, quizás, convertirla en una oportunidad.
El argentino Santiago Siri fue distinguido en 2017 por la revista del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) como uno de los grandes innovadores menores de 35 años de América Latina que están a punto de cambiar el mundo con tecnología.
Siri fundó el Partido de la Red en 2012 en Buenos Aires, vivió en Estados Unidos y preside hoy desde Madrid la Fundación Democracy Earth, una start up que busca nada menos que reinventar la democracia a través de herramientas como la inteligencia artificial y la tecnología que se esconde detrás de criptomonedas como el Bitcoin.
En esta conversación, hablamos de la tensión entre la política e internet, del escándalo de Cambridge Analytica, del ascenso de los populismos en tiempo de redes sociales, del fin del Estado nación y de cómo la alfabetización digital sea quizás el mejor camino para impedir que vivamos en una pesadilla imaginada por George Orwell.
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En esta edición del podcast “Algo que decir” hablamos sobre ciclismo, antropofagia y periodismo. Nuestro invitado es el reportero y escritor colombo-venezolano Sinar Alvarado, un aficionado al sufrimiento sobre ruedas y a la crónica de lo real.
Sinar Alvarado (Valledupar, Colombia, 1972) mantiene una relación sadomasoquista con las dos ruedas, como otros fanáticos del ciclismo. Para él, la bicicleta es también una excusa para urdir relatos maravillosos, un revelador de historias de vida y de pueblos, así también como para narrar cuestiones más sombrías, como el dopaje.
Alvarado es además uno de los grandes cronistas de nuestra época (trabaja en el New York Times en Español, así como en varias de las más prestigiosas revistas latinoamericanas). Conversamos con él de su premiado y truculento libro Retrato de un Caníbal (Sudaquia Editores), sobre el único asesino serial conocido en la historia de Venezuela. Es también un buen pretexto para ahondar en este género llamado crónica de lo real y del estado del periodismo latinoamericano.
Como no podía ser de otro modo, abordamos finalmente la situación política en Venezuela, vista por la mirada crítica de alguien que se autodefine como un liberal de centroizquierda.
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Con el ensayo “En Corea del Norte, viaje a la última dinastía comunista" (Editoral Debate), la politóloga y periodista argentina Florencia Grieco retrata la vida de un régimen y una población que viven en otro tiempo, al margen del mundo tal como lo conocemos. En esta edición del podcast, la autora describe, a partir de sus viajes, un sistema hermético y paranoico, pero también la vida cotidiana de un pueblo que parece vivir en una realidad alternativa a la del resto de la humanidad.
Controlada desde 1948 por la dinastía Kim, la República Popular Democrática de Corea es el último bastión del estalinismo. Si no fuera por los periódicos ensayos nucleares llevados a cabo por su enigmático líder Kim Jong Un, apenas podría hablarse del régimen más hermético del mundo. Sólo trascienden con cuentagotas al exterior las excentricidades y caprichos de sus líderes, los trágicos relatos de las privaciones de una sociedad pauperizada, incomunicada y fuera del tiempo. Sus ciudadanos no salen del territorio, a menos que logren escapar exponiendo sus vidas: no tienen internet, y el ingreso de extranjeros es ínfimo e hipervigilado.
La invitada de hoy, Florencia Grieco, entró y viajó por Corea del Norte. La politóloga y periodista argentina visitó este país en 2015 y 2017. Estuvo en la capital, en la zona especial de Rason, y la frontera con Corea del Sur. A partir de esta experiencia, publicó el libro En Corea del Norte, viaje a la última dinastía comunista, un relato que rehabilita la crónica de los viajeros a partir de sus observaciones privilegiadas.
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‘Eres liberal y no lo sabes’. Esta afirmación, provocadora en una época en que proteccionismo y nacionalismo tienen el viento en popa, es el título del manifiesto de la Eurodiputada Española Beatriz Becerra, la primera invitada de este podcast.
‘Eres liberal y no lo sabes’ es una apología del liberalismo económico y político, así como de la moderación reformista, en una actualidad europea y estadounidense dominada por una fuerte polarización ideológica.
En esta edición de "Algo que decir", el podcast de RFI donde dialogamos con quienes piensan nuestro tiempo, conversamos con esta madrileña de su familia ideológica y de sus enemigos: los nacionalismos, las políticas identitarias, las injerencias rusas.
También charlamos de la irrupción de China y su pujante economía, que desafía aquello de que la bonanza económica y la democracia van de la mano.
Y por supuesto, le preguntamos a esta vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo sobre uno de los temas que más la desvelan: Venezuela.