Afleveringen

  • Estamos aquí encerrados, confinados y es imposible escapar quienes somos y en lo que nos hemos
    convertido.
     
    ¿En qué nos hemos convertido, mi amor?
     
    Todo esto empezó tan bien.
     
    Tú y yo confinados. De los pocos privilegiados con ahorros y salarios. Vimos esto como unas
    vacaciones pagadas que podríamos compartir y crecer.
     
    Empezamos creando planes, limpiaremos, cambiaríamos nuestro hogar y nuestras vidas.
     
    Planeamos menús, hicimos las compras. Teníamos tantas series que ver tantos cursos que tomar,
    tantos libros que disfrutar.
     
    ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿Dónde es que dejamos nuestro amor? ¿Dónde está la
    complicidad de los primeros días?
     
    Tal vez debería hacer preguntas más básicas ¿Dónde quedó tu cepillo de dientes? ¿Cuándo te
    volverás a afeitar?
     
    ¿Quieres venir a ver nuestro álbum de fotos de nuestro viaje a Vietnam? ¿Quieres que veamos la
    tercera temporada de ese programa que tanto nos divirtió la segunda semana de nuestro encierro?
     
    ¿Tan siquiera te vas a dignar a voltearme a ver?
     
    ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿Qué, perdón? No, no te odio.
     
    Perdón es que este encierro nos está afectando de formas diferentes. Yo me siento más viva que
    nunca. No dejo de aprender y crecer. Hay tanto que hacer.
     
    Tú te rendiste. Dejaste de vivir. Has puesto tu vida en pausa y ya no sé qué hacer.
     
    No te odio. No tengo porqué. 
     
    Creo que este encierro está afectandonos de diferentes maneras. Mi amor se está disolviendo ante
    mis ojos. 
     
    Mi mirada no es de odio, en algún momento fue de alarma, después de desesperación, ahora es algo
    peor que todo esto. Esta mirada es de indiferencia. Tu perdiste el respeto por ti y ahora lo estoy
    perdiendo yo. Ya no siento necesidad de despertarte, inspirarte, ni siquiera de hablarte.
     
    El hombre con el que empecé esta aventura se rindió y no sé ni porqué. El hombre que sale en las
    fotos que amaba viajar se echó a descansar un día y dejó de soñar. El hombre que yo amaba le puso
    pausa a su vida y dejó de vivir.
     
    No sé qué es lo que nos espera afuera cuando todo esto termine, pero sé que yo no dejaré de vivir
    mientras que tenga aliento. Nunca dejaré de soñar. Yo no me voy a rendir. Lo que hagas tú con tu
    vida ya no lo necesito saber.

  • Todo lo que puede cambiar en una semana. Lo que se suponía que sería una semana de
    vacaciones para ver a nuestros hijos se ha convertido en meses juntos en esta prisión.
    Venías a quedarte por una semana para ver a nuestros hijos. Una semana de vacaciones
    para ti y para mi. Esto me daría libertad y apoyo y a ti te daría una oportunidad de salir de
    tu rutina y visitar este país donde ahora radicamos y a ver a los hijos que tanto dices
    querer ver.
    Ya habías comprado los billetes de avión cuando empezaron las noticias del Coronavirus.
    Estaba pasando en un país lejano, en otro continente. Nosotros nos creíamos invencibles.
    Todo era una manipulación de los noticieros. Estaban todos exagerando. Obvió en
    nuestros países esto no ocurriría. Teníamos por qué creer lo que escuchábamos.
    Se acercaba la fecha de tu visita y ya se reportaban casos en países cercanos, nuestros
    líderes decían que nosotros no estábamos afectados. Que era como cualquier catarro. Que
    no paráramos de salir ni abrazar a nuestra gente. Quisimos creer eso. No conocíamos a
    nadie que conociera a nadie con la enfermedad.
    Unos días antes de partir ya estaban cerrando algunas fronteras cercanas, pero nuestros
    aeropuertos seguían abiertos. No pasa nada decían nuestros líderes.
    El viaje estaba planeado. La inversión había sido grande y no tenías seguro de viaje. No
    podías perder todo ese dinero. Vente, te dije, solo es por una semana.
    Los rumores de que todo estaba peor de lo que decían las noticias ya estaban por todas
    partes. Gentes que si conocíamos estaba en sus casas sintiéndose mal y con fiebre. No era
    Coronavirus decían los expertos. Vayan al entierro. Abracen a su gente, salgan a comprar.
    No usen cubrebocas, los cubrebocas te roban el oxígeno, este es un complot de los ricos.
    No hay nada que temer.
    Muchas empresas se habían cerrado a pesar de que el gobierno estaba en contra. Muchas
    familias ya llevaban semanas aisladas. Es una gran inversión, son meses de planearlo, solo
    será una semana. Vente, vente te dije. Solo es una semana me dije. Necesito su apoyo.
    Los niños extrañan a su padre. Por fin quiere apoyar, que apoye. Yo necesito un respiro.
    Yo necesito escapar un poco.
    Llegaste y tomamos algunas medidas sanitarias, más por complacer a los demás que por
    convicción. Pero no había tiempo de aislamiento, solo teníamos una semana. Los niños
    felices y confundidos de ver a ese hombre que se decía su papá. Un hombre al que
    añoraban, pero no recordaban bien.
    Yo si recordaba claramente todo lo que me hizo salir huyendo lo más lejos posible de él.
    Pero también recordaba los hermosos momentos que me hicieron volver a creer en él una
    y otra vez.

    Él llegó fresco, lleno de buenas intenciones y seguramente dispuesto a conquistarnos para
    escapar la vida que había creado.
    Los primeros días fueron hermosos, muchas risas, ganas de volvernos a conocer. Los
    niños se fueron relajando, abriendo, confiando. Era solo una semana.
    Y si hubiera sido solo una semana hasta lo hubiéramos extrañado y hubiéramos añorado
    su regreso.
    Es sorprendente todo lo que puede cambiar en una semana.
    Su hermana falleció de Coronavirus, el olvido mencionar que estaba grave antes de que él
    partiera. Ellos habían estado juntos poco antes de que él la llevara al hospital.
    ¿Por qué no me dijiste? ¿Porque nos pusiste a todos en peligro?
    Era una gran inversión de tiempo y dinero, no podía dejarla ir.
    ¿Cómo podía yo mandarlo de regreso a su casa en un avión lleno de gente?
    Salte de mi casa y no vuelvas, es lo que debí de haber dicho, pero no tenía ni con qué
    caerse muerto.
    Había invertido todo en los regalos y en ese esfuerzo de conquistarnos.
    Ya es demasiado tarde me dije, si ya nos infectamos, ya es demasiado tarde. Son unos
    pocos días y se va.
    ¿Cómo podía yo mandarlo de regreso a su casa en un avión lleno de gente?
    Probablemente no está infectado, es mejor que se vaya. No lo quiero aquí. Es tan típico
    de él, solo pensar en él y no en nosotros. Es tan típico de él el no pensar en las
    consecuencias. Él siempre se quiere salir con la suya y no pensar en los demás.
    El universo se confabuló con él.
    Y ahora ya cerraron los aeropuertos. Ya no se puede ir. Ya han pasado meses. No nos
    contagiamos. No estaba contagiado.
    Yo siempre pensando en los demás, él solo piensa en él.

  • Zijn er afleveringen die ontbreken?

    Klik hier om de feed te vernieuwen.

  • Estoy pensando en ti es lo que la pandemia está causando por todas partes. Un ex más que me escribe.
    Yo tengo dos tipos de exes, los que pasan de amantes a amigos poco a poco sin esfuerzo y con mucha
    gratitud y con los que hay que romper y a veces hasta bloquear para que te dejen de seguir buscando.
    Yo soy muy buena para dejar atrás lo que ya no me sirve, aunque por dentro me esté rompiendo, sé que
    es mejor romper completamente que estar buscando como componer lo que dejo de funcionar.
    No es que tenga muchos exes, y pocos son los que quedan en el limbo entre los no bloqueados y los no
    amigos.
    Un “estoy pensando en ti”, en otro momento no hubiera recibido una respuesta y probablemente si él
    hubiera seguido mensajeando yo le hubiera bloqueado.
    Él me conoce bien; fue solo un mensaje y me dejó medio día congelada. Recuerdos reviviendo en mi
    mente sin que yo los quisiera o los pudiera evitar. Tenía la tentación de buscarlo en las redes para saber
    cómo estaba, que había estado haciendo todo este tiempo.
    ¿Habrán pasado tres años ya?
    ¿Qué he hecho yo en estos tres años? La verdad es que mucho y no mucho. No he salido mucho desde
    que nos dejamos de ver. No he encontrado a nadie más que me emocione como él. No es que lo
    compare con otros, es que nadie me ha emocionado tanto.
    Al mismo tiempo he tenido mucha paz para crear cosas en mi vida personal y en mi trabajo.
    Me he sentido muy tranquila y muy plena.
    Terminar con él me trajo una paz inesperada. Una paz que nunca había tenido antes.
    Estoy pensando en ti, me dijo. Fue todo. Yo no había estado pensando en él hasta que llegó su mensaje.
    Me llegó un día con poco trabajo.
    Trabajar en casa me gustaba. Estaba agradecida por ser de los que tenía trabajo y disfrutaba de estar en
    casa.
    Estaba pasando el confinamiento sola y eso me gustaba. Pero este mensaje me ha alterado ese estado
    de paz.
    Me sentía congelada, no podía pensar ni actuar. Nuestros recuerdos llovían en mi mente, uno tras otro,
    luego varios juntos venían a recordarme los meses que pasamos juntos y que probablemente fueron los
    meses más emocionantes y hermosos de mi vida.
    Horas después de su mensaje por fin me pude empezar a hacer preguntas... ¿porque habíamos
    terminado? No fue nada personal, su vida lo llevó lejos de aquí y yo no estaba dispuesta a cambiar mi
    vida tan radicalmente.
    ¿Lo había pensado desde entonces? ¿Añoraba yo lo nuestro? Seguramente si, aunque me censuraba yo
    mucho este tipo de pensamientos.

    Desde que yo lo conocí tuve mucha paz. Saber que alguien como él existía y que yo podía tener una
    relación exitosa con alguien como él me había traído mucha paz. Deje de buscar una relación. Sabía que
    el día que yo quisiera podría empezar a buscar a alguien como él.
    Empecé a evaluar mis opciones. Su “estoy pensando en ti” pesaba en mi vida a tal grado que era
    imposible de ignorar. Si, se que tal vez no debería de haberlo hecho, solo el tiempo lo dirá.
    Yo también estoy pensando en ti...Le contesto.
    Vamos a ver lo que el encierro y estas palabras traerán a nuestras vidas.

  • ¿De qué me sirve vivir la tragedia más grande de mi vida si no hay nadie
    con quién compartirla?
     
    ¿De qué me sirve estar en medio de una tragedia mundial si todas las
    personas están ocupadas en su propia tragedia?
     
    ¡Nadie que me mire! ¡Nadie que me escuche!
    ¡Nadie que sea testigo de lo que yo estoy sintiendo!
     
    Mis lágrimas, mis gritos, mi miedo, mi desesperación, no pueden ser
    compartidas, no pueden ser infectadas.
     
    Todos están infectados y no empezó por mí.
     
    ¡La tragedia más grande en mi vida es que esta tragedia mundial distrajo a
    todos menos a mí de la tragedia de mi vida!

  • Llegamos a esta relación esperando que el otro sanara nuestras heridas sin saberlo comunicar. Llegamos
    a esta relación esperando que el otro resolviera los problemas que habíamos creado y no sabíamos
    cómo resolver. Llegamos a esta relación huyendo de nuestra vida pasada esperando que este amor o
    este apego o esta necesidad curaría todo.
    ¿No dicen que el amor y el tiempo lo cura todo?
    Y así vivimos tu y yo dándole tiempo al tiempo, viviendo una vida ocupada para ver si así dejábamos de
    sentir, para ver si así dejábamos el pasado atrás. Nunca pensábamos en el presente o el futuro más que
    para ver cómo escapábamos de lo que habíamos creado antes.
    No teníamos tiempo de hablar o pensar. Esa es una buena vida, trabaja duro, vive intensamente, habla
    de cualquier cosa para pasar el tiempo, y así te irás a la cama rendido sin tiempo para pensar.
    Este encierro nos puso cara a cara, tiempo para pensar, tiempo para hablar y hasta tiempo para
    sanar…pero ¿Cómo sanas eso que no puedes nombrar?
    ¿Te repito mi historia desesperada y triste? ¿Escuchó la tuya una vez más? Tragedias compartidas,
    corazones rotos, pobreza inesperada, padres que no nos comprendieron y mucho más que compartimos
    y nos hizo creer que por fin habíamos encontrado alguien que nos comprendía. Alguien que entendía
    nuestro martirio.
    ¡No quiero más de esto! Quiero huir, no quiero estar junto a ti, quiero huir, pero este encierro nos
    mantiene juntos, quiero huir pero me he pasado la vida huyendo. No sé si tú tienes lo que busco, pero
    yo no quiero más de esto. Es hora de cambiar, es hora de sanar, pero no sé cómo empezar.

  • La luna me ayuda a no pensar en ti en este encierro. He perdido la cuenta
    de cuántos días he estado encerrada.
     
    Me sorprende cada vez que hablo con alguien y ellos saben exactamente
    cuántos días llevan encerrados. Me hace pensar en las caricaturas donde
    enseñan un personaje en una celda marcando sus días de encierro en una
    pared.
     
    ¿Pero si estás en calabozo sin ventanas cómo sabes si ya pasó un día o
    no? Yo no estoy en un calabozo, pero mi cuerpo ya perdió la noción del
    tiempo. Duerme a deshoras, duerme de más o de menos, no lo sé. Sólo sé
    que a veces me despierto y no sé ni qué hora es ni qué día.
     
    Semanas antes del confinamiento nosotros teníamos una vida y una
    estructura. La estructura ya se venía desmoronando, pero al fin y al cabo
    era estructura.
     
    Agradezco que tome el paso de divorciarme de ti justo antes de que esto
    pasara. Ya nuestra vida juntos no era agradable para ninguno de los dos y
    esa vida no funcionaba y quería liberarme.
     
    Tú me liberaste de todo lo mío incluyendo de nuestros hijos. La verdad es
    que no logro entender que te hizo pelearlos si cuando estábamos juntos
    solo te estorbaban.
     
    No sabes lo feliz que estaba al principio cuando por fin nos dieron el
    divorcio. No me gustaba estar sin mis hijos, pero supuse que pronto te
    cansarías de castigarme a través de ellos y me los dejarías a mí.
     
    El acuerdo era que los vería cada dos semanas.
     
    Todo iba bien. Los chicos se quedaban en su casa contigo y alguien los
    cuidaba, eso hacía que no cambiaran sus rutinas. Eso me daba paz.
    Seguirian con sus amigos y en la escuela. Lo único que cambiaría es que
    yo no estaría ahí para verlos y cuidarlos. Son unos chicos con muchas
    actividades y ya están creciendo. Probablemente no me extrañarán tanto
    como yo los extraño. Y eso está bien. Mejor así, me dije.
     

    Yo tengo que empezar a vivir por mí. 
     
    Todo iba relativamente bien cuando se vino esta pandemia. Tú te quedaste
    en casa a trabajar con los chicos. Te tocaba a ti hacer tu trabajo y a ayudar
    con la educación de ellos. Todos juntos con mil cosas que hacer.
     
    Me ofrecí a ayudarte, me ofrecí ayudarlos con su escuela. Podrían pasar
    un tiempo conmigo para que tú pudieras trabajar en paz.
     
    ¡NO! fue tu respuesta. Seguías castigándome. Tal vez, si yo no hubiera
    ofrecido tú me los hubieras mandado enojado.
     
    Ahora están todos encerrados y nadie se aguanta. Ellos están atrasándose
    en sus estudios porque tú no te interesas. Ellos están perdiendo el ánimo y
    se pelean entre sí. Tu no haces nada más que estar enojado.
     
    Y no los dejas venir a verme por "el riesgo" que puedan tener en el
    camino.
     
    Yo evito pensar en ti y en ellos, en lo que pueden estar pasando o
    pensando. No los dejas ni hablar conmigo. Los tienes castigados también.
     
    Yo evito pensar que yo me liberé, pero falle en liberarlos a ellos. Mi
    abogada era la mejor que pude encontrar. Los argumentos no le ganaron
    al dinero y al poder.
     
    ¿Cómo disfrutar de mi libertad si tú te quedaste con rehenes?
     
    Me mantienes cautiva, aunque un papel me de la libertad.
     
    Yo le cuento mi historia a la luna y ella me escucha sin juicio, ni consejos.
    Eso me ayuda a no pensar en ti.
     
    La luna me ayuda a no pensar en ti y eso te enoja. Tú quieres que siga
    enganchada sufriendo y yo sé que el que sufre eres tú. 
     
    Algo tiene que cambiar con nuestros hijos. Mientras yo siga enganchada tú
    los mantendrás a tu lado, si yo me libero de esto, las cosas pueden
    cambiar.
     

    Luna, por favor dile a mis hijos que tengan paciencia. Que tú y yo tenemos
    un plan para liberarlos. Sean pacientes mis hijos su madre no deja de
    pensarlos un momento del día y mandarles ánimo y amor.

  • Son las 3:30am cuando empieza mi vigilia del coronavirus. Mi vigilia es
    diferente a la de los demás. Parece que muchos estamos despiertos a
    diferentes horas de la noche. No es posible dormir una noche completa.
     
    Sé que no soy el único, sin embargo, saberlo no me ayuda a mí ni me
    hace sentirme mejor.
     
    Siento que no he dormido en varios días. ¿Será esto una angustia? Mi
    cuerpo siente cosas. Mi mente no para. No encuentro un respiro.
     
    Cuento mis bendiciones. Pero esta pesadez no cambia. Siento que no
    puedo escapar. Mañana tengo cosas que hacer y quiero dormir.
     
    Esta vigilia del coronavirus es parte de la pandemia, este encierro me
    vuelve loco y no puedo escapar.

  • Aunque siempre estaba presente, nunca estuve aquí.
     
    Aunque siempre estaba presente en mi vida, mi aquí y ahora nunca era
    aquí. Aquí es donde guardo mi ropa, dónde digo vivir, pero nunca vivía.
    Más bien estaba muy viva pero no viviendo aquí.
     
    ¿Cómo explicar una vida en aviones, hoteles y Airbnbs? 
     
    El mundo era mío.
     
    Mi vida era así. Llega cambia de maleta, regresa al aeropuerto, una nueva
    aventura, un nuevo lugar.
     
    Llega, recibe las llaves, ese momento perfecto cuando abres la puerta y
    conoces el nuevo lugar que será tu hogar por unos cuantos días. No
    importa mucho si es espectacular o si las fotos te engañaron. No es un
    "para siempre." Es tu hogar por unos días. Buscas cómo acomodarte.
    Cómo disfrutar. Te abres a las aventuras que te deparan los próximos días.
    Ese aquí, ese ahora es todo lo que tienes hasta que regresas al aeropuerto,
    a la estación de tren, hasta que llega un chófer a llevarte a un nuevo
    destino. A tu nueva aventura.
     
    Una vida sola, y al mismo tiempo rodeada de gente. Una vida donde
    conoces gente mágica que te cambia la vida mientras tú tocas sus almas.
    Un día aquí, otro día allá. Siempre queriendo y planeando volver antes de
    irte pero nunca sabiendo si realmente volverás o la vida te sorprenderá con
    otra aventura muy lejos de aquí.
     
    Cada lugar tiene su encanto, su bella gente, comida deliciosa que saborear.
    Cada lugar es tu hogar. Te sientes en casa y al mismo tiempo hay tanto
    que aprender, tanto que entender. Todos son tus hogares pero eres una
    extraña en cada lugar.
    Todos más familiares y más visitados que en el que dices vivir.
     

    Y llega esto que no puedes entender, pero has estado percibiendo por
    meses. Y de repente tu vida da un vuelco. El momento en el que el mundo
    se empieza a cerrar. Ya lo veías venir. Ya estabas preparada. Llevas meses
    buscando como crear un hogar donde antes solo guardabas tu ropa y
    venías a descansar unos días antes de partir a tu nueva aventura.
     
    Llevas meses buscando como quedarte más tiempo. Empezando a conocer
    más tu entorno. Creando más dónde dices vivir.
     
    Llega el momento en que ya eliges no tomar más aviones y no sabes
    porque, pero algo adentro de ti te dice que tienes que cambiar de estilo de
    vida.
     
    Cuando por fin dicen que hay una pandemia puedes respirar porque sabes
    porque te estabas preparando para esté aquí, para que este ahora fuera tu
    lugar.
     
    Tres náufragos varados en un solo lugar. Tres individuos que disfrutan de
    su soledad compartiendo un espacio al que tendrán que llamar hogar.
     
    ¿Cómo no creer en algo más grande y más sabio si la vida te a puesto con
    las personas más maravillosas para pasar el confinamiento?
     
    Nos habíamos estado entrenando por meses para esto. De viajar solos y
    vivir solos habíamos empezado a compartir espacios y sueños.
     
    Dejamos de buscar la soledad y habíamos empezado a entrelazar nuestras
    vidas.
     
    Algo nos decía que teníamos que compartir más. 
     
    Y ahora, aquí confinados juntos, celebramos este encierro y nos abrimos a
    crear de una forma diferente. Nos abrimos a apoyar a los que no vieron
    venir esto. Estamos listos y preparados. Es el momento de crecer y
    aprender a estar en este aquí, en este ahora donde la pandemia nos vino a
    poner.
     
    Tanto que aprender y tanto que dar.

    Tanto que dejar ir y tanto que apoyar.
     
    Un día a la vez. Muchos retos nuevos que lograr. Hay tanto que hacer y no
    hay instrucciones. Momentos buenos, momentos terribles, momentos
    oscuros, momentos de luz.
     
     Tres náufragos manteniéndose a flote en medio de la tormenta,
    celebrando la vida y enseñando a nadar a tantos que nunca estuvieron,
    aunque vivieran en su propio hogar.
     
    El mundo era nuestro y ahora esto, este aquí parece ser todo nuestro
    mundo; todas las aventuras que vivimos ahora son desde aquí.

  • Este encierro involuntario que nos ha traído a la vida no quiero que se acabe, este encierro forzado que tal vez nos traiga a la quiebra no quiero que se acabe, ¿Será que soy rara? pero es que no quiero que se acabe.
    Este encierro global que nos vino a poner en su lugar, nos paró en seco a todos y nos acomodó como nos debería de acomodar; tan acomodados estamos que no me quiero salir de este lugar.
    Tú habrás de querer quedarte aquí, quedarte así también, me pregunto ¿Qué tenemos que cambiar en nuestras vidas? ¿Cómo podemos crear nuestro futuro para que esto que estamos disfrutando pueda estar así sin que nos tengamos que quedar forzados a respetar este encierro involuntario? ¿Qué es lo que tu amas de estar encerrado? ¿Qué es lo que yo amo de estar sin poder salir?
    He escuchado que uno termina amando a su abusador ¿Será que en este encierro me enamore de mi compañero de celda? ¿Será que en este encierro tengo más libertad de lo que tenía en el mundo exterior? ¿Qué libertades me ofrece este encierro que no quiero que se acaben; estas las que sean, las quiero conservar no quiero que esto se acabe hasta que pueda comprender ¿Qué es esto que amo de este encierro involuntario? y que cambie mi vida para poderlo replicar una vez que nos vuelvan a dar nuestra libertad.

  • ¡Ya no puedo más! ¡Ya no quiero más! Ya no más una conversación en
    este encierro.
     
    Estas conversaciones no nos llevan a más. ¿Cuál es tu insistencia de una
    conversación más? No me va a hacer cambiar de opinión y no va a cambiar
    cómo me siento.
     
    Es lo que pasa siempre, tú crees que tus palabras van a borrar todas tus
    acciones y tú falta de acción. Por más que justifiques, ruegues o prometas
    siempre es más de lo mismo.
     
    Este encierro lo puso todo bajo un microscopio, los dos hemos tenido
    tiempo de observar con cuidado toda nuestra historia y nuestro presente.
    Aunque los dos lo hemos visto todo con detenimiento hemos llegado a dos
    conclusiones diferentes.
     
    Antes del encierro yo creía que lo único que nos faltaba era realmente
    sentarnos a conversar, creía que si lograba comunicarme correctamente
    contigo todo sería como yo creía que podía o debería ser. Ahora me queda
    claro que por más que conversemos no cambiamos nada. Lo que tú llamas
    conversaciones son monólogos de promesas o justificaciones vacías que
    despiertan quejas y reclamos de mi parte, historias de expectativas nunca
    satisfechas. Tú me dices lo que yo quiero escuchar, dices entender lo que
    te digo, pero mis palabras te entran por un oído y salen por el otro.
     
    Deja de perder mi tiempo y tu tiempo, este encierro me ha liberado de
    buscar o anhelar una conversación más. No me preguntes una vez más
    qué es lo que hiciste mal, no sabes escuchar ni te interesa mi respuesta.
    Todo termina siempre siendo mi culpa o de alguien mas. Es hora de actuar

    cada uno por su lado. Vidas separadas, aunque estemos confinados juntos
    por el momento.

  • Seguimos encerrados y si algo no cambia pronto nos quedaremos sin historias que contar; vivimos juntos, trabajamos juntos, disfrutamos de nuestra compañía y de nuestras creaciones pero no me había dado cuenta lo importante que era pasar tiempos separados durante el día, lo importante que era vivir nuestras vidas paralelas.
    Ahora que estamos aquí solos sin salir al principio fue muy bello, nos teníamos uno al otro sin interrupciones, sin distracciones, podíamos hacer lo que queríamos cuando queríamos, bendita libertad sin restricciones.
    Así aislados del mundo podíamos estar juntos sin justificación, sin miedo al qué dirán, nos perdimos en la pasión, pero los meses pasan y sin añadir mucho de sustancia en nuestra vida nos estamos quedando sin historias que contar, sin pasión que compartir.
    Hemos platicado y reflexionado sobre nuestro pasado, hemos hecho planes inciertos sobre un futuro que no podemos imaginar, pero sin añadir nada a nuestras vidas, sin incluir a otros en nuestro día a día siempre al fin del día sin nada que contar, sin nada nuevo que añadir, cuando tu y yo pensamos que lo que enriquecería nuestra vida era escaparnos de todo lo que nos rodeaba, el universo nos regaló este confinamiento y bien dicen que hay que tener cuidado con lo que pides no se vaya a cumplir; nuestros sueños se hicieron realidad y si no escapamos pronto o hacemos algo muy diferente nos quedaremos sin historias que contar y nuestra historia seguramente morirá.

  • Ya no quiero escuchar más disculpas, aunque esta vez sí vengan con un
    cambio real de comportamiento.
     
    Ya no más mi amor.
     
    Ya perdimos los dos.
     
    Perdimos nuestros sueños y nuestras promesas.
    Perdimos nuestro tiempo y nuestro aliento.
    Perdimos la esperanza y la fe.
     
    Yo gané la confianza en mí para salir adelante por mí misma.
     
    No sé cómo ni porqué creí que te necesitaba para ser feliz cuando todo lo
    que prometiste se convirtió en aire.
     
    La verdad que el confinamiento me dio la libertad cuando me mantuvo
    separada de ti.
     
    No es que deje de amarte, mi amor, pero tantos días sin ti me dio espacio
    para encontrarme a mí.
     
    Ya me acostumbré a tu ausencia y es así como quiero vivir.

  • Es interesante porque te echo de menos y no. Entre más pasa el tiempo
    más me acostumbro a tu ausencia y menos te echo de menos. Sin
    embargo, hay momentos en los que siento que no puedo vivir sin ti.
     
    Es interesante porque entre más pasa el tiempo más difícil se me hace
    imaginarme que haré cuando te vuelva a tener.
     
    Fue un shock tan grande tu ausencia que al principio no sabía qué hacer.
    Mi vida dio un vuelco y me sentí perder.
     
    Pero poco a poco el tiempo te cura, te enseña a vivir así. A vivir sin ti. Una
    cosa sustituye a la otra. Nuevas rutinas nacen, se aprenden, se adaptan.
    La vida sigue y de alguna manera hay que vivir.
     
    Seguramente los psicólogos han descubierto que pasas por etapas y las
    han nombrado. Yo no las he observado ni nombrado, solo sé que tenía que
    seguir viviendo y que ni tú falta ni nada me privaría de dejar de seguir
    viviendo y más allá de vivir, que ni tu ausencia, ni la ausencia de tantas
    cosas que vinieron con esto me privaría de disfrutar cada momento en el
    que sigo viva.
     
    Ha pasado tanto tiempo que no sé qué va a pasar cuando ya salgamos. No
    sé cómo será el mundo afuera. No sé cómo estará mi país, ni siquiera si
    será posible volver a tenerte. O por lo menos tener un nivel parecido de
    libertad y de movimiento y contacto físico como se tenía antes.
     
    El mundo ha cambiado y seguirá cambiando. No pierdo mi tiempo tratando
    de adivinar cómo será cuando todo esto acabe.
     
    He aprendido a vivir un día a la vez, sin expectativas del futuro. Un día a la
    vez, creciendo por dentro. Un día a la vez a veces sobreviviendo, a veces
    dando lo mejor de mí en cada encuentro virtual. Un día a la vez siendo
    más yo.
     

    Y te echo de menos y no. Extraño poderme mover por cualquier lado.
    Extraño los abrazos y el contacto con otras personas, pero amo mi vida, así
    como está. No sé si quiero que esto termine o si quiero tenerte otra vez.

  • Aquí estás amor confinado junto a mí. Cuánto he deseado yo que esto
    sucediera. A veces me siento un poco culpable pero luego se me pasa.
     
    Probablemente no hubiera deseado una catástrofe mundial, ni me la
    hubiera imaginado, pero es lo único que podía lograr que tú y yo
    estuviéramos aquí juntos día y noche sin podernos escapar.
     
    No te lo puedo decir, pero deseo que esto nunca termine para poderte
    retener a mi lado. Tu no me perteneces ni yo a ti.
     
    Él me espera confinado con dos mujeres. Las dos son muy diferentes y
    muy bellas. En mis fantasías él se enamora de una o de las dos y se olvida
    de mí.
     
    ¿Qué tomaría para que esta fantasía se vuelva realidad también?
     
    Me pongo a pensar ¿Cuáles son las probabilidades de que tú y yo
    termináramos confinados juntos? Estoy segura que ningún apostador en
    sus cabales hubiera apostado ni un centavo de que esto sucedería.
     
    Fronteras cerradas, vuelos cancelados. Familias divididas y tú aquí
    confinado junto a mí.
     
    Yo sé que lo he soñado con tanta intensidad que lo hice realidad.
     
    Durante este confinamiento tú tienes trabajo y cosas que hacer yo vivo
    feliz viéndote y compartiendo tu vida. Rezando fervientemente que esto
    nunca se acabe.
     
    Tú me miras y te sientes agradecido por poderte quedar aquí junto a mí.
    No sabes que yo te conjure entre sueños y delirios.
     
    Sé que me amas, aunque no de igual manera como yo te amo a ti. Temo
    que si esto termina tú te escaparás y reanudaras tu vida lejos de aquí.
    Comenzarán los viajes y las ausencias.
     

    Y está él, al que tengo que recibir. El padre de mis hijos, al que sueño en
    los brazos de otras para ver si eso también se vuelve realidad.
     
    Él, el padre de mis hijos con el que no quiero estar. Le deseo lo mejor y un
    final feliz lejos de mí. Mientras tú mi amor, estás aquí confinado cerca de
    mí, deja que te seduzca para que nunca quieras escapar este
    confinamiento y te quedes junto a mí.

  • Te quiero, por fin lo dijo.
    Por fin dijo las palabras tan esperadas.
    Te quiero, yo ya lo sabía, pero él nunca lo había expresado.
     
    Su “te quiero” llego en el peor momento.
    El tan ansiado “te quiero” no tuvo el impacto que ninguno de los dos pensamos que tendría.
    Un “te quiero” en mal momento es peor que un “no te quiero”.
    Un “te quiero” en un mal momento solo está ahí estorbando y nadie sabe qué hacer con él.
     
    ¿Cómo contestar un “te quiero” en un momento equivocado? Y no es un cualquier “te quiero”, es el “te
    quiero” que has estado esperando, ansiando, añorando.
     
    Entre todos los días que pudo haber elegido, entre todos los momentos ¿por qué este?
     
    ¿Fue muy temprano? ¡No! No lo creo, yo llevaba meses esperando.
     
    ¿Fue demasiado tarde? Él había desaparecido cuando yo requiera atención. Soy una persona
    independiente, pero hasta yo requiero de apoyo en algunos momentos. Y lo obtuve, pero no de él.
    Él también estaba pasando por su propio tema y surgió triunfante sin mí. Su descubrimiento de ese “te
    quiero” era su trofeo después de su episodio. Él venció a sus demonios y estaba retando al mundo al
    expresar lo que ya sabíamos con ese enfático “te quiero”.
     
    Su triunfo en un mal momento para mí.
     
    No le guardaba ningún rencor. El paso por lo suyo, yo por lo mío. Este “te quiero” era el puente que nos
    debía unir. Tal vez no “un para siempre” pero la base para empezar a crear algo juntos más
    abiertamente.
     
    Algo había cambiado. No tengo palabras para explicar, pero ese “te quiero” seguía estorbando y no
    sabía qué hacer con él.
     

    Silencio creciendo. Un “te quiero estorbando”. Yo confundida. Él esperando respuesta, reacción, algo.
     
    Yo sin nada que decir. N A D A
     
    Silencio
     
    Ni un “lo siento, tú te quiero me llego en un mal momento”

  • ¿Te acuerdas cómo fue antes que dejáramos que los días le ganaran a las ganas de amarnos?
     
    ¿Te acuerdas cómo fue cuando hacíamos nuestra prioridad el atendernos uno al otro y disfrutábamos
    de estar juntos?
     
    ¿Realmente existió esta época? No lo recuerdo bien.
     
    Quiero creer que si existió. Que sí hubo una época cuando amarnos era una aventura, era algo a lo que
    le dedicábamos tiempo, y que sí disfrutábamos estar juntos y nos disfrutábamos uno al otro.
     
    ¿Pero qué pasó? ¿Dónde quedó todo ese amor? ¿Todo ese cuidado? ¿Toda esa atención?
     
    ¿Dónde, cómo, cuándo y cómo cambió esa aventura a la antesala donde esperamos que el otro muera
    para poder volver a ser feliz?
     
    La separación es imposible, solo la muerte nos puede liberar de esta promesa de amarnos para siempre.
     
    ¿Te acuerdas cómo fue antes que dejáramos que los días le ganaran a las ganas de amarnos? Tal vez si
    nos acordamos podemos volver a empezar a vivir.

  • No sé ni cómo, ni porque yo soy la villana en tu historia de amor.
     
    Si siempre te fui fiel y te impulsé a volar.
    Estuve ahí sosteniéndote cuando el mundo te dio la espalda.
    Siempre a tu lado luchando tus batallas hasta que te alejaste de mí y me convertiste en tu villana.
     
    Todos somos tóxicos en algún momento de nuestras vidas.
    Por lo que dices, yo te rompí el corazón.
    Y quién quita y fue verdad.
     
    En mi historia no había villano simplemente el amor se acabó y ninguno de los dos tenía la energía para
    hacerlo renacer otra vez.
     
    Creo que los dos luchamos por nuestro amor, los dos luchamos por rescatar nuestra relación, pero lo
    hicimos a destiempo. Comunicación fallida, acuerdos no escuchados, no respetados. Muchas heridas,
    muchas inseguridades.
     
    Realmente no entiendo porque alguien tiene que ser el malo del cuento. Porque tiene que haber una
    villana.
    Si el que te fuiste, fuiste tú.
    El que nos abandonó fuiste tú.
    No sé ni cómo, ni porque, soy la villana en tu historia de amor.

  • Tus palabras aún no me lo decían, tu decías querer más, pero supe el
    instante que me dejaste de querer porque no quisiste saber más.
     
    Las conversaciones se convirtieron en monólogos intensos. Yo queriendo
    llamar tu atención, volver a interesarte cuando sabía que algo ya *se había
    acabado.
     
    Seguimos comiendo juntos, durmiendo juntos, tu cuerpo seguía
    reaccionado al mío, pero ya no había intimidad, ya no había complicidad,
    ya no querías saber más.
     
    ¿Tenías suficiente? o ¿perdiste el interés?
    Nunca lo supe, nunca pedí una explicación.
     
    Recuerdo darme cuenta que tú no reaccionabas igual, quise creer que era
    algo pasajero, pero nunca pasó, al contrario, se incrementó.
     
    La falta de interés se volvió en desinterés, las preguntas constantes
    cesaron, el silencio compartido se volvió silencio de evasión, y de ahí
    siguieron las miradas perdidas, miradas evasivas, los cuerpos
    reaccionaban, pero no había suspiros, la complicidad se fue.
     
    Seguí ahí con la esperanza que no fuera verdad, que pronto volverías, y el
    tiempo pasó y la distancia creció. Si que era incómoda esa situación y
    aguanté lo que tenía que aguantar hasta que no me pude engañar más y
    no nos pudimos engañar más y no te pudiste engañar más.

     
    Nunca hablamos de lo qué pasó o dejo de pasar. Nunca te pregunte. No sé
    si lo sabes. Pero yo si supe el instante que me dejaste de querer. Nunca
    supe el porqué.

  • Quise recordar nuestros momentos y no logré encontrar más que dos.
     
    Quise recordar nuestros besos sin lograrlo.
     
    Quiero recordar tu olor y tu mirada y veo las fotografías, pero no te encuentro a ti. Ese reflejo de
    nuestros momentos juntos no me lleva a ninguna parte y mucho menos a ti.
     
    Quiero agradecer que llegaste a mi vida en un momento que necesitaba amor y compañía. Puedo decir
    que me volviste a la vida.
     
    Quiero agradecerte que supiste cuando lo nuestro se había acabado y te fuiste en ese momento y no
    buscaste volver.
     
    Fuiste el espacio perfecto para recordarme quién soy y el espacio perfecto para dejarme volar.
     
    Tal vez en ese momento no lo supe reconocer. Tal vez en ese momento me quería aferrar a lo que un
    día fue. Tal vez en ese momento sentí desgarrar el apego a lo nuestro y me quedé sin aliento. Tal vez en
    ese momento hubiera dado cualquier cosa por no tener que dejar ese nido que creamos juntos para
    nutrirnos y sanar nuestras heridas. Tal vez en ese momento pensé que quería morir y morí un poquito,
    pero aprendí a volar.
     
    Hoy me doy cuenta que no solo ya me desmorí, pero estoy gozando vivir.
     
    Quise recordar nuestros momentos, pero eso fue lo que murió. Murió en mis recuerdos los detalles de
    nuestra vida cotidiana. Murió en mis recuerdos los detalles de tu cara. Murió en mis recuerdos las
    sensaciones de tu cuerpo. Y nació está gratitud por lo que un día fue y ya no es. Por aquel personaje que
    se acercó a mí en un momento crucial y se supo ir cuando todo había terminado.
     
    Gracias por tu visión y tú paciencia. Gracias por tu valor y tú ausencia.

  • ¿Cuándo me dejaste de considerar tu compañera y me creíste tu enemiga? No te estoy reclamando. Los
    dos hicimos muchas cosas de las que nos arrepentimos. Los dos somos culpables de esto que está
    creciendo y se interpone entre los dos. No te estoy reclamando, aunque en algunos momentos si te
    reclame.
     
    Esto que se interpone y crece como una bola de nieve, nos separa, convierte nuestras acciones en mal
    entendidos. Una cosa con una intención, recibida e interpretada de una forma diferente. Amigos,
    compañeros hoy, mañana rivales y competencia.
     
    Hoy me ves con amor, mañana te doy asco.
    Hoy me escuchas con atención, al rato te resulto disonante.
    En este momento me quieres amar y al rato me olvidas.
    En este momento me añoras y cuando me ves me descuidas.
     
    ¿Qué es esto que crece entre nosotros? ¿De qué se alimenta? ¿Que gana con separarnos?
     
    Hoy mi héroe, mañana mi juez y mi verdugo.
    Hoy tu orgullo, mañana tu peor vergüenza.
    Hoy tu musa, mañana que se yo...
     
    ¿Qué se yo?
    ¿Qué se yo?
    ¿Qué se yo? ¿Qué sabes tú de todo esto?
    ¿Dónde estás tú? ¿Dónde estoy yo?
    ¿Cómo nos perdimos en el camino?
     
    ¿Quién eres tú? ¿Quién soy yo?
    ¿Quién es ella la que dices tu enemiga?
     
    ¡Esa, esa no soy yo!