Afleveringen
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Compra el libro aquí https://www.libreriacodice.com/producto/cartas-desconocidas-de-una-familia-martir/El martirio de la familia Ferragut se compara con otros ejemplos históricos y teológicos de maneras significativas, ubicándose especialmente dentro del amplio contexto de los mártires del siglo XX1....Aquí se detalla cómo se compara su martirio:•Comparación con los Macabeos:◦El martirio de María Teresa Ferragut y sus hijas es directamente comparado con el de la madre de los Macabeos1. El libro de 2 Macabeos narra cómo siete hermanos y su madre fueron obligados por el rey a probar carne de puerco prohibida, y cómo fueron torturados y ejecutados por negarse a violar las leyes de sus padres, animándose mutuamente a morir con generosidad1.◦El Papa Pío X afirmó que el martirio de la familia Ferragut era "como el de los Macabeos"1. Más aún, dijo que era "más que la madre de los Macabeos" porque se requiere "más valor en los tiempos modernos para vivir la fe"2.◦La madre Teresa Ferragut, al igual que la madre Macabea, animó a sus hijas a mantenerse fieles a su fe1.... Ella les dijo: "¡Hijas mías, sed fieles a vuestro Esposo y no consintáis en los halagos de los hombres!" y "Hijas mías, no temáis, esto es un momento y el Cielo es para siempre"56. Demostró su fidelidad pidiendo morir después de sus hijas y proclamando "¡Viva Cristo Rey!" antes de su ejecución56.
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La doctrina de la Santísima Trinidad, fundamentada en las Escrituras y definida por el magisterio de la Iglesia, es el misterio central de la fe católica. Su defensa frente a herejías como el arrianismo, el sabelianismo y el macedonianismo refleja la importancia del dogma como verdad revelada que une al creyente con el Dios verdadero. El dogma, como "posesión más importante" y "alma del catolicismo", exige el asentimiento del intelecto y la obediencia al primer mandamiento, siendo esencial para la salvación. Sin embargo, el modernismo amenaza esta verdad al reducir el dogma a una expresión subjetiva, promoviendo la evolución del dogma y el ecumenismo, lo que resulta en un "caos dogmático" que carece de la unidad de fe. La firmeza en el dogma inmutable, ejemplificada por los mártires y los concilios, sigue siendo un testimonio de la santa virtud de la fe y un llamado a preservar la verdad revelada por Dios.
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Zijn er afleveringen die ontbreken?
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Maria Reina
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María en el final de los tiempos
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La historia de Jacob nos enseña que esta lucha no siempre termina con una victoria clara. Él salió herido, pero bendecido. Así es nuestra batalla: el bien puede ser costoso, dejar cicatrices, pero también nos transforma. Desde lo personal, la clave está en perseverar. En lo espiritual, buscar momentos de reflexión para alinear nuestras acciones con nuestros valores. En lo comunitario, construir puentes con pequeños actos de bondad. En lo societal, actuar con responsabilidad, aunque sea en pequeña escala. La lucha entre el bien y el mal no termina, pero cada elección hacia el bien nos acerca a ser mejores versiones de nosotros mismos y a construir un mundo más justo. ¿Cuál es tu Jaboc? ¿Cómo eliges el bien hoy?
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María camino de perfección
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María Madre de la Iglesia
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https://www.americamagazine.org/faith/2025/04/30/eucharist-scripture-reflection-250536
Entonces oí a toda criatura en el cielo y en la tierra
, debajo de la tierra y en el mar,
todo lo que hay en el universo, gritar:
"Al que está sentado en el trono y al Cordero
sea la bendición y la honra, la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos" (Ap, 5:13). -
Inspirado en Obispo Barron y Conrado Gnerre
Estos evangelios nos hablan de discipulado. En Juan 21, Pedro nos representa a todos somos como Pedro: ambivalentes, con virtudes y defectos. Satanás nos zarandea, separando lo bueno de lo malo. Pero Jesús nos restaura, como restauró a Pedro. Nos pregunta: “¿Me amas?”. Nuestra respuesta debe ser: “Señor, te amo”, y luego actuar: apacentar a sus ovejas. En Juan 10, Jesús, el Buen Pastor, nos protege y nos llama a su Iglesia. Nos invita a ser parte de un solo rebaño, guiados por su verdad.
Estos evangelios nos desafían a examinarnos. ¿Dónde hemos negado a Jesús, quizás con nuestras acciones o silencio? ¿Estamos dispuestos a abrazar la cruz, a servir con humildad? ¿Defendemos la verdad contra el lobo, o nos dejamos llevar por el mundo? ¿Invitamos a otros al redil de Cristo, o evitamos la misión? Como Pedro, podemos caer, pero Jesús nos levanta. Como ovejas, podemos desviarnos, pero el Buen Pastor nos busca.
Para vivir estas enseñanzas, empecemos por confesar nuestros pecados. La confesión nos limpia, como Jesús limpió a Pedro. Luego, oremos para conocer a Jesús más profundamente, como las ovejas conocen al Pastor. Sirvamos a los demás, apacentando a los corderos de Cristo. Y compartamos la fe, invitando a otros al redil. Esto no es fácil. Requiere renunciar al ego, como Pedro aprendió. Pero Jesús nos guía, y su gracia nos sostiene.
Queridos amigos, estos evangelios nos llaman a ser discípulos valientes. Pedro, a pesar de sus caídas, se convirtió en la Roca. Nosotros, a pesar de nuestras debilidades, podemos ser santos. Jesús, el Buen Pastor, nos ama y nos lleva al redil de su Iglesia. Digamos con Pedro: “Señor, te amo”. Vivamos ese amor sirviendo, defendiendo la verdad y guiando a otros a Cristo.
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María y Monfort
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En tus manos - Siete Palabras de Jesús
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Todo está cumplido - Siete Palabras de Jesús
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Tengo Sed - La Siete Palabras de Jesús
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https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html
« La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta "la acción creadora de Dios" y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente ».41 Con estas palabras la Instrucción Donum vitae expone el contenido central de la revelación de Dios sobre el carácter sagrado e inviolable de la vida humana.
En efecto, la Sagrada Escritura impone al hombre el precepto « no matarás » como mandamiento divino (Ex 20, 13; Dt 5, 17). Este precepto —como ya he indicado— se encuentra en el Decálogo, en el núcleo de la Alianza que el Señor establece con el pueblo elegido; pero estaba ya incluido en la alianza originaria de Dios con la humanidad después del castigo purificador del diluvio, provocado por la propagación del pecado y de la violencia (cf. Gn 9, 5-6).
Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento « no matarás », que está en la base de la convivencia social. Dios es el defensor del inocente (cf. Gn 4, 9-15; Is 41, 14; Jr 50, 34; Sal 19 18, 15). También de este modo, Dios demuestra que « no se recrea en la destrucción de los vivientes » (Sb 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (cf. Sb 2, 24). Satanás, que es « homicida desde el principio », y también « mentiroso y padre de la mentira » (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.
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El Salmo 22 lo describe con una precisión escalofriante: "Soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres y despreciado del pueblo" (Salmo 22:6). "Se reparten mis vestidos, y sobre mi ropa echan suertes" (Salmo 22:18). Es como si David, inspirado por el Espíritu, hubiera visto la cruz cientos de años antes. Pero aquí está el detalle: Jesús no solo cumple el salmo; lo vive. Siente el abandono que el salmista expresó. Y al gritarlo, nos dice: "Yo sé lo que es estar en tu lugar".
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¿Qué significa esto para nosotros hoy? Significa que tenemos una madre en el cielo que no nos deja solos. Cuando el mundo nos falla, cuando nos sentimos perdidos, María está ahí, al pie de nuestra cruz, como estuvo al pie de la de Jesús. Nos toma de la mano y nos lleva a su Hijo. Y significa que Jesús, incluso en su hora más oscura, pensó en los detalles de nuestras vidas. No nos salvó solo en abstracto; nos salvó persona por persona, empezando por María y Juan. Nos dio una familia, una Iglesia, un lugar donde pertenecer."Señor Jesús, gracias por darnos a tu madre desde la cruz. Gracias por reunirnos como Iglesia, por no olvidar los pequeños detalles de nuestras vidas. Con María, nuestra madre, te pedimos que nos hagas fieles como Juan, que nos des un corazón abierto para amar y ser amados. En tu santo nombre, Amén."
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El Dios de nuestro Quebrantamiento. Si alguna vez te has sentido roto, perdido, o como si no encajaras —incluso en un lugar donde se supone que deberías sentirte en casa—, este episodio es para ti. Vamos a hablar de nuestra fragilidad humana, del amor inmenso de Dios que se acerca a nosotros justo en esas grietas, y de cómo, en medio del dolor, hay una invitación a ser sostenidos por Él. Así que, toma un momento, respira hondo, y acompáñame en este viaje hacia el corazón de lo que significa ser humanos y amados por Dios."
https://youtu.be/XuNYgicVvZ0?si=oPpTQPA95syjgQ5B
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La esperanza que esta palabra nos deja es un regalo vivo. La verdad, aunque duela, no nos aplasta; nos libera. Nos lleva a Jesús, y Él nos lleva al Padre. No importa lo que hayamos hecho, no importa lo que creamos merecer. Él nos ve, nos perdona, nos reclama como suyos. Y ese “hoy” no es solo para Dimas; es para ustedes, para mí, para todos los que se atreven a mirarlo y decir: “Jesús, acuérdate de mí”. Porque en su cruz, en su amor, encontramos el paraíso. Y esa es una esperanza que nunca se apaga, una verdad que siempre nos acercará a Él.
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Entrevista a Elsa Martí Barcelo y edición clave para conocer Garabandal como punto de Esperanza para la Iglesia católica.
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"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Estas palabras no son solo un eco del pasado. Son una invitación viva. Nos dicen que el mal, por inmenso que sea, no tiene la última palabra. Que la ignorancia, por ciega que nos deje, no nos define. Lo que nos define es el amor de ese hombre en la cruz, que miró a sus verdugos – y a nosotros – y eligió el perdón. Ese amor nos alcanza, nos limpia, nos levanta. Y nos pide que hagamos lo mismo: perdonar, amar, vivir como hijos de un Padre que nunca deja de buscarnos.
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