Afleveringen
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Hoy estaremos leyendo Jueces 17 y 18, Juan 11:1-37 y el Salmo 73:1-10. En Jueces 17, encontramos a un hombre llamado Micaía, que roba a su madre, pero cuando devuelve el dinero, ella decide hacerle un ídolo con parte del botín. Luego, él construye un santuario personal, ordena a su hijo como sacerdote, y más tarde contrata a un levita como sacerdote privado. Todo esto revela un vacío espiritual y una mezcla peligrosa de tradiciones religiosas y desobediencia.
La clave está en Jueces 17:6, que se repite en varios momentos de este libro:
“En esos días Israel no tenía rey; cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio.” (NTV)
En el capítulo 18, la tribu de Dan busca territorio y termina robando los ídolos de Micaía y llevándose también a su sacerdote. Todo parece funcionarles, pero nada de esto era aprobado por Dios. Era adoración sin verdad, religión sin relación.
Reflexiona: ¿Estás construyendo una fe bíblica o una espiritualidad a tu medida? ¿Estás buscando agradar a Dios o simplemente sentirte bien contigo mismo?
En Juan 11, Jesús recibe la noticia de que su amigo Lázaro está enfermo, pero decide esperar. Cuando llega a Betania, Lázaro ya ha muerto. Marta sale a su encuentro y le dice:“Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto” (v. 21).Jesús le responde con una promesa poderosa:
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aun después de haber muerto” (v. 25).
Pero lo que más conmueve es la humanidad de Jesús. Al ver el dolor de María y de los que lloraban, Jesús se conmovió profundamente y lloró (v. 35).
El Hijo de Dios, el que está a punto de resucitar a Lázaro, no ignora el dolor humano. Lo abraza, lo comparte, lo llora.
Reflexiona: ¿Estás en una etapa de duelo, de pérdida o de espera? Jesús no solo tiene poder para resucitar, también tiene compasión para llorar contigo.
El salmista, Asaf, comienza con una declaración de fe:“Ciertamente Dios es bueno con Israel, con los de corazón puro” (v. 1).Pero inmediatamente reconoce una lucha interior. En verso 3, confiesa:
“Pues envidiaba a los orgullosos cuando los veía prosperar a pesar de su maldad” (NTV).
Los malvados parecen tener vidas tranquilas, salud, riqueza y orgullo sin consecuencias. Asaf expresa algo que muchos creyentes sienten en silencio: ¿vale la pena seguir a Dios cuando quienes lo ignoran parecen tenerlo todo?
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Hoy estaremos leyendo Jueces 17 y 18, Juan 11:1-37 y el Salmo 73:1-10. En estos capítulos vemos a Sansón actuar con una fuerza sobrenatural, pero también con una falta de dominio propio. En Jueces 15, usa una quijada de burro para matar a mil hombres. Dios le da la victoria, pero Sansón sigue moviéndose por impulso.
En Jueces 16, se enamora de Dalila, quien finalmente lo traiciona. Sansón revela el secreto de su fuerza y lo pierde todo: su poder, su visión, su libertad. Pero en su peor momento, hace una última oración. En Jueces 16:28, clama:
“Oh Soberano Señor, acuérdate de mí otra vez, oh Dios. Por favor, fortaléceme solo una vez más” (NTV).
Y con esa última fuerza, derriba el templo de sus enemigos, entregando su vida para derrotarlos.
Reflexiona: ¿Estás usando los dones que Dios te dio para su gloria o para tus propios fines? ¿Estás dispuesto a rendirte completamente, incluso si te has equivocado? Dios puede darte una nueva oportunidad.
En Juan 9, Jesús sana a un hombre ciego de nacimiento. Es un milagro poderoso, pero lo más impactante es cómo el ex ciego es perseguido y cuestionado, mientras los líderes religiosos se niegan a ver la verdad.
Jesús le pregunta:“¿Crees en el Hijo del Hombre?” — “Sí, Señor, creo” (Juan 9:35–38, NTV).
Luego, en Juan 10, Jesús se presenta como el Buen Pastor que da su vida por las ovejas. En Juan 10:10, dice:
“El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante” (NTV).
Y más adelante, declara con firmeza en el verso 11:
“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida en sacrificio por las ovejas.”
Jesús no solo sana, guía y cuida, Él da su vida voluntariamente para salvarnos.
Reflexiona: ¿Estás escuchando la voz del Buen Pastor? ¿O estás confundido por voces religiosas que no muestran el amor y el poder de Cristo? Él vino para darte vida en abundancia.
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Zijn er afleveringen die ontbreken?
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Hoy estaremos leyendo Jueces 13 y 14, Juan 8:31-59 y el Salmo 72:1-10. En Jueces 13, se nos presenta a los padres de Sansón, una pareja estéril a quien un ángel del Señor les anuncia que tendrán un hijo especial. El niño deberá ser nazareo desde el vientre: apartado para Dios, con restricciones claras como no beber vino ni cortarse el cabello. Sansón es consagrado desde antes de nacer. En Jueces 13:5, el ángel declara:
“Desde antes de nacer, Dios lo eligió para que fuera nazareo y él comenzará a rescatar a Israel del poder de los filisteos” (NTV).
Pero en Jueces 14, ya adulto, vemos a Sansón actuar impulsivamente. Se obsesiona con una mujer filistea, desobedece la dirección de sus padres, y se mueve por los impulsos de sus ojos más que por la voluntad de Dios. Y aunque Dios usa esas circunstancias para cumplir sus propósitos, es claro que Sansón está descuidando su llamado.
Reflexiona: ¿Estás viviendo de acuerdo con el propósito por el cual fuiste llamado? ¿Estás dejando que tus deseos te gobiernen o estás permitiendo que Dios dirija tus pasos?
En este poderoso diálogo de Juan 8, Jesús habla con los que habían creído en Él, pero rápidamente muestra que no basta con creer superficialmente. En Juan 8:31-32, dice:
“Si ustedes permanecen fieles a mis enseñanzas, serán verdaderamente mis discípulos. Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (NTV).
Pero los líderes religiosos se ofenden. Alegan ser descendientes de Abraham, pero Jesús les responde que si fueran hijos de Abraham, actuarían como él. Jesús expone que su problema no es ancestral, sino espiritual. Y concluye con una de las declaraciones más fuertes de todo el evangelio. En Juan 8:58, dice:
“Les digo la verdad: ¡Antes de que Abraham naciera, YO SOY!”
Una afirmación clara de su divinidad. No es solo un maestro, no es solo un profeta. Jesús es Dios eterno hecho carne.
Reflexiona: ¿Estás conociendo a Jesús como una figura histórica o como el “YO SOY” que quiere liberarte y transformarte hoy? ¿Estás permaneciendo en su Palabra o solo creyendo cuando te conviene?
El Salmo 72 es una oración por el rey, probablemente escrita por David para su hijo Salomón, pero también es un reflejo profético del reinado del Mesías. El salmista pide que el rey juzgue con justicia, defienda al pobre y traiga paz duradera.
En verso 4, dice:
“Ayudará a los pobres cuando clamen; rescatará a los oprimidos y no tendrá compasión de sus enemigos” (NTV).
Y en el verso 8, proclama:
“Reinará de mar a mar y desde el río Éufrates hasta los extremos de la tierra”.
Este salmo nos recuerda que solo el Reino de Dios trae verdadera justicia y paz, y que nuestra esperanza no está en sistemas humanos, sino en el gobierno perfecto de Cristo.
Hoy aprendemos que Jesús no vino solo a dar enseñanzas, sino a revelarse como Dios mismo, y que su verdad no solo informa: libera. Y recordamos que nuestra esperanza última no está en líderes humanos, sino en el Rey justo que trae paz a los pueblos y rescata al necesitado.
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Hoy estaremos leyendo Jueces 11 y 12, Juan 8:1-30 y el Salmo 71:13-24. Jefté era hijo de una prostituta y fue rechazado por su familia, pero cuando Israel se encontró en crisis, lo buscaron para que los guiara en batalla. Jefté acepta, pero antes de pelear, hace un voto imprudente: promete sacrificar lo primero que salga a recibirlo si gana la batalla. Gana… y su única hija sale a su encuentro.
Lo que pudo haber sido una historia solo de redención, termina también como una advertencia sobre el peligro de hablar sin sabiduría espiritual.
En medio de esa historia, vemos una gran verdad: Dios puede usar a personas con pasados difíciles, pero también espera que actuemos con discernimiento. En Jueces 11:29, dice:
“Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Jefté” (NTV).
Y más adelante, en Jueces 12, vemos que incluso después de la victoria, los conflictos internos entre las tribus continúan, revelando que la unidad en el pueblo de Dios es algo que debe cuidarse intencionalmente.
Reflexiona: ¿Has sido rechazado o subestimado? Dios puede usarte.
En Juan 8, los fariseos traen a una mujer sorprendida en adulterio para poner a prueba a Jesús. La ley decía que debía morir apedreada. Pero Jesús responde con sabiduría y gracia. En Juan 8:7, dice:
“El que nunca haya pecado, que tire la primera piedra” (NTV).
Uno a uno, los acusadores se retiran. Jesús, el único sin pecado, no la condena. En verso 11, le dice:
“Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más.”
Este pasaje muestra cómo Jesús combina misericordia con verdad. No minimiza el pecado, pero tampoco destruye al pecador.
Luego, en medio de un tenso debate con los líderes religiosos, Jesús declara en Juan 8:12:
“Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Y en el verso 30, dice:
“Muchos creyeron en Él mientras hablaba”.
Reflexiona: ¿Estás viviendo bajo la luz de Jesús o escondiéndote en las sombras de tu pasado? ¿Eres más como los que acusan… o como el que extiende gracia y llama al arrepentimiento?
El Salmo 71 cierra con una nota de confianza y alabanza desde una vida larga y llena de pruebas. El salmista pide que sus enemigos sean avergonzados, pero lo más importante es su enfoque: alabar a Dios hasta su último día.
En verso 18, ora:
“Ahora que estoy viejo y canoso, oh Dios, no me abandones. Permíteme proclamar tu poder a esta nueva generación” (NTV).
Y en el verso 22, declara:
“Entonces te alabaré con el arpa, oh Dios mío; cantaré tus alabanzas, oh Santo de Israel.”
Esto nos recuerda que la vejez no es el fin del llamado, sino una plataforma desde la cual inspirar a otros con fidelidad, testimonio y alabanza.
Te animo a que uses tu historia para inspirar a la siguiente generación. A que continues con fuerza viviendo una vida que alaba a Dios en todo momento.
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Hoy estaremos leyendo Jueces 9 y 10, Juan 7 y el Salmo 71:1-12. En Jueces 9, vemos la trágica historia de Abimelec, hijo de Gedeón con una concubina, que mata a sus propios hermanos para proclamarse rey. Lo que comenzó con ambición, termina con división, violencia y destrucción. Su reinado no fue dirigido por Dios, sino por egoísmo.
En Jueces 9:56, se resume esta historia con una verdad clara:
"Así Dios castigó a Abimelec por el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos" (NTV).
En contraste, en Jueces 10, el pueblo vuelve a caer en idolatría, adorando a los dioses de otras naciones. Pero cuando sufren la opresión, claman a Dios otra vez. Al principio, Dios les dice que clamen a sus ídolos, pero al ver su arrepentimiento genuino, su corazón se conmueve. En Jueces 10:16, dice:
"Y el Señor se angustió por la difícil situación de Israel."
Dios no se deja manipular, pero cuando hay un corazón quebrantado, Él responde con compasión.
Reflexiona: ¿Estás tomando decisiones desde el ego o desde la obediencia? ¿Hay áreas de tu vida donde has vuelto a lo que sabías que no te llena? ¿Estás dispuesto a rendirlo todo y clamar con sinceridad?
Juan 7 ocurre durante la fiesta judía de los Tabernáculos. Jesús aparece en medio de la celebración, y su presencia causa conmoción. Algunos lo acusan, otros lo admiran. Él enseña con autoridad, pero muchos no logran entenderlo porque están atrapados en apariencias, reglas y miedo al rechazo.
En medio de esa confusión, Jesús lanza una invitación poderosa. En Juan 7:37-38, dice:
"¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! Todo el que cree en mí puede venir y beber. Pues las Escrituras declaran: ‘De su corazón brotarán ríos de agua viva’" (NTV).
Él hablaba del Espíritu Santo. Jesús no vino a ofrecer una religión más, sino una relación que sacia el alma y trae vida interior.
Reflexiona: ¿Tienes sed espiritual? ¿Estás escuchando a Jesús en medio del ruido de las opiniones y el miedo al qué dirán? ¿Estás bebiendo de Su fuente?
El Salmo 71 es una oración del corazón de alguien mayor, que ha caminado con Dios muchos años, pero que aún enfrenta oposición. En verso 5, declara:
"Oh Señor Soberano, solo tú eres mi esperanza; he confiado en ti, oh Señor, desde la infancia" (NTV).
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Hoy estaremos leyendo Jueces 7 y 8, Juan 6:27-71 y el Salmo 70. En Jueces 7, Dios reduce el ejército de Gedeón de 32,000 hombres a solo 300. ¿Por qué? Porque Dios no comparte Su gloria con nadie. Él quería dejar claro que la victoria no dependía del número, sino de Su poder. En Jueces 7:2, dice:
"Tienes demasiados guerreros contigo. Si dejo que todos ustedes peleen contra los madianitas, los israelitas se jactarán de que ellos mismos se salvaron con su propia fuerza" (NTV).
Con solo 300 hombres, trompetas, cántaros y antorchas, Israel derrota a un ejército inmenso. Porque cuando obedeces a Dios, aun lo que parece débil se convierte en instrumento de victoria.
En Jueces 8, Gedeón persigue a los reyes enemigos hasta el final. Pero también vemos señales de desgaste y orgullo, como cuando crea un efod de oro que luego se convierte en tropiezo para el pueblo.
Reflexiona: ¿Estás confiando en la fuerza de Dios o en tus propios recursos? ¿Estás terminando las batallas con humildad o dejándote seducir por el reconocimiento?
En este poderoso pasaje de Juan 6, Jesús habla con una multitud que lo sigue por el pan, no por la verdad. En Juan 6:27, los confronta diciendo:
"No se preocupen tanto por cosas que se echan a perder, como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre" (NTV).
Y luego se revela como el Pan de Vida. En verso 35, declara:
"Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás"(NTV).
Pero sus palabras escandalizan a muchos. Jesús habla de comer Su carne y beber Su sangre, refiriéndose a una relación profunda y sacrificial con Él. Muchos se ofenden. Y en Juan 6:66, uno de los versículos más tristes, dice:
"A partir de ese momento, muchos de sus discípulos se apartaron de Él y lo abandonaron."
Pero Jesús mira a los doce y les pregunta: "¿También ustedes van a marcharse?" Y Pedro responde con una fe que debemos hacer nuestra:
"Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes las palabras que dan vida eterna" (Juan 6:68, NTV).
Reflexiona: ¿Estás buscando a Jesús por conveniencia o por quién Él es? ¿Estás dispuesto a seguirlo cuando sus palabras desafían tus expectativas?
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Hoy estaremos leyendo Jueces 5 y 6, Juan 6:1-26 y el Salmo 69:27-35. En Jueces 5, Débora y Barac cantan un himno de victoria. No solo celebran la batalla ganada, sino que reconocen que fue Dios quien peleó por ellos. En Jueces 5:4-5, describen la intervención divina como un terremoto celestial. Y al final del cántico, en el verso 31, declaran:
"¡Que todos tus enemigos mueran, oh Señor! Pero que los que te aman brillen como el sol cuando sale con toda su fuerza" (NTV).
Este cántico nos recuerda que la adoración también nace cuando reconocemos que Dios ha estado con nosotros en la batalla.
En Jueces 6, el ciclo de desobediencia y opresión se repite. Israel clama, y Dios levanta a Gedeón, un hombre lleno de dudas, escondido y sintiéndose incapaz. Pero Dios lo llama con una frase que cambia todo. En Jueces 6:12, dice:
"¡Guerrero valiente, el Señor está contigo!"
Gedeón no se veía así, pero Dios lo llama no por lo que es, sino por lo que puede hacer a través de él.
Reflexiona: ¿Estás adorando a Dios por lo que ha hecho? ¿Estás viendo lo que Dios ve en ti, incluso si hoy te sientes escondido o inseguro?
En Juan 6, Jesús alimenta a una multitud de más de cinco mil personas con cinco panes y dos peces. Un milagro tan impactante que todos quieren hacerlo rey. Pero Jesús se retira, porque Él no vino a ser popular, sino a cumplir el propósito del Padre.
La gente lo sigue, pero Jesús confronta sus motivos. En Juan 6:26, dice:
"Me buscan porque les di de comer, no porque hayan entendido las señales milagrosas" (NTV).
Jesús revela que no basta con buscarlo por lo que hace, sino por quién es Él. Más adelante, se presentará como el Pan de Vida.
Reflexiona: ¿Estás buscando a Jesús por lo que puede darte o por quién es Él? ¿Estás satisfecho solo con pan, o quieres conocer al Pan de Vida?
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Hoy estaremos leyendo Jueces 3 y 4, Juan 5 y el Salmo 69:18-26. En Jueces 3, comenzamos a ver el ciclo que se repetirá a lo largo de este libro: el pueblo peca, Dios permite que sean oprimidos, ellos claman, y Dios levanta jueces para liberarlos.
Uno de ellos fue Otoniel, luego Aod, y más adelante Samgar. Cada uno muy diferente, pero todos usados por Dios para traer libertad. Lo importante no era su perfil, sino su disposición. En medio de la oscuridad, Dios usó a hombres comunes para cumplir Su propósito.
En Jueces 4, aparece Débora, una profetisa y líder que guía a Israel junto con Barac. Dios da la victoria, pero la gloria no recae en un guerrero, sino en una mujer llamada Jael, que derrota al enemigo con una estaca de tienda.
Este relato nos recuerda que Dios usa a quien Él quiere, como Él quiere, cuando Su pueblo está dispuesto a obedecer.
Reflexiona: ¿Estás siendo parte de la solución cuando ves injusticia y pecado, o simplemente te estás quejando? ¿Estás dispuesto a ser usado por Dios, sin importar tu pasado o tu perfil?
En Juan 5, Jesús va a un lugar llamado Betesda, donde muchos enfermos esperan un milagro. Allí ve a un hombre que llevaba 38 años inválido. Y le hace una pregunta directa:
"¿Te gustaría recuperar la salud?" (Juan 5:6, NTV).
El hombre responde con excusas, pero Jesús no espera condiciones ideales. Él dice:
"¡Levántate, toma tu camilla y anda!" (verso 8, NTV).
Y el milagro ocurre… pero es sábado. Y los líderes religiosos, en lugar de celebrar, critican. Jesús entonces les revela que Él tiene autoridad, no solo para sanar, sino para dar vida y juzgar. En verso 24, dice:
"Les digo la verdad: todos los que escuchan mi mensaje y creen en Dios, que me envió, tienen vida eterna" (NTV).
Este capítulo nos muestra que Jesús no solo sana lo físico, sino que confronta corazones religiosos, y ofrece vida abundante y eterna.
Reflexiona: ¿Estás esperando un milagro sin responder al llamado de levantarte? ¿Estás escuchando a Jesús o atrapado en reglas que te impiden ver Su gracia?
En Salmo 69, David sigue clamando desde un lugar de profundo dolor. Pide a Dios que lo rescate, que no se aleje. En verso 18, dice:
"Acércate y rescátame; líbrame de mis enemigos" (NTV).
David describe cómo lo han humillado, avergonzado, perseguido injustamente. Está herido no solo por lo que le hacen, sino porque Dios parece guardar silencio. Sin embargo, él no deja de orar.
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Hoy estaremos leyendo Jueces 1 y 2, Juan 4:27-53 y el Salmo 69:9-17. El libro de Jueces comienza con acción: Israel continúa conquistando la tierra, pero pronto notamos una tendencia peligrosa. Aunque algunas tribus obedecen y avanzan, otras no terminan de expulsar a los enemigos, y dejan pueblos y costumbres que con el tiempo se convertirán en tropiezo.
En Jueces 1:28, leemos:
"Cuando los israelitas se hicieron más fuertes, obligaron a los cananeos a trabajar como esclavos, pero nunca los expulsaron por completo de la tierra" (NTV).
Lo que parece una decisión práctica, termina siendo un acto de desobediencia. Y en Jueces 2, Dios les recuerda el pacto y las consecuencias de no obedecer. En verso 2, dice:
"No debían hacer ningún pacto con los habitantes de esa tierra. En cambio, debían destruir sus altares. Pero ustedes desobedecieron mi mandato. ¿Por qué hicieron tal cosa?"
Y luego, en el verso 10, se describe un momento triste:
"Después de esa generación, murió otra generación que no conocía al Señor ni recordaba las cosas poderosas que Él había hecho por Israel."
Reflexiona: ¿Estás dejando áreas sin conquistar en tu vida? ¿Estás transmitiendo la fe a la próxima generación o se está apagando en tu entorno?
En Juan 4, Jesús acaba de hablar con la mujer samaritana, y ahora ella corre a su ciudad a decirle a todos: “¡Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho!” Su testimonio impacta tanto que muchos samaritanos creen en Él.
Mientras tanto, Jesús continúa su camino y llega a Galilea, donde un funcionario del gobierno lo busca desesperadamente porque su hijo está enfermo. Jesús lo confronta y a la vez lo invita a creer sin necesidad de ver. En Juan 4:50, dice:
"Vuelve a tu casa. Tu hijo vivirá." Y el hombre creyó lo que Jesús le dijo y se fue."
Este hombre creyó antes de ver, obedeció antes de tener prueba, y el milagro ocurrió en el camino.
Reflexiona: ¿Estás dispuesto a caminar en obediencia aunque todavía no veas el resultado? ¿Estás compartiendo lo que Jesús ha hecho en ti, como lo hizo aquella mujer junto al pozo?
En Salmo 69, David sigue clamando desde un lugar de profundo dolor. Se ha convertido en motivo de burla por causa de su devoción a Dios. En verso 9, dice:
"El celo por tu casa me ha consumido, y las ofensas de los que te insultan caen sobre mí" (NTV).
Este verso, más adelante, será citado en referencia a Jesús, mostrando que los justos sufren por mantenerse fieles a Dios.
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Hoy estaremos leyendo Josué 23 y 24, Juan 3 y Juan 4:1-26 y el Salmo 69:1-8. En Josué 23, después de muchos años de liderazgo, Josué convoca al pueblo y les da un mensaje final. Les recuerda que fue Dios quien les dio las victorias, quien peleó por ellos, quien cumplió Su promesa. Pero también les advierte: si se apartan, perderán la bendición.
En Josué 23:11, dice:
"Por su propio bien, asegúrense de amar al Señor su Dios" (NTV).
Luego, en Josué 24, Josué hace un resumen de todo lo que Dios hizo desde Abraham hasta ese momento. Y llega al momento de decisión. En Josué 24:15, dice:
"Pero si te niegas a servir al Señor, elige hoy a quién servirás... En cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor" (NTV).
El pueblo responde con decisión, y Josué registra ese pacto. Porque la fe no es solo herencia, también es elección diaria.
Reflexiona: ¿Estás eligiendo servir al Señor con todo tu corazón hoy? ¿Hay algo que estás tolerando que podría alejarte de esa fidelidad?
En Juan 3, Jesús tiene una conversación profunda con Nicodemo, un maestro religioso que reconoce que Él viene de parte de Dios. Pero Jesús no responde con halagos, sino con verdad. En Juan 3:3, le dice:
"Te digo la verdad: a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el reino de Dios" (NTV).
Nicodemo se confunde, pero Jesús le habla del nuevo nacimiento por el Espíritu. Y luego, uno de los versos más conocidos en la Biblia aparece:
"Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16, NTV).
En Juan 4, Jesús rompe barreras culturales y religiosas al hablar con una mujer samaritana. Le pide agua, y le ofrece algo mayor: agua viva. En su conversación, Él revela su necesidad más profunda y luego le dice en Juan 4:23-24:
"Se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad... porque Dios es Espíritu" (NTV).
Jesús no solo sacia, Él transforma. Él revela. Él llama a una adoración sincera desde el corazón.
Reflexiona: ¿Has nacido de nuevo, no solo en conocimiento, sino en experiencia? ¿Estás adorando a Dios desde un lugar profundo, honesto y rendido?
En Salmo 69, David clama desde una angustia intensa. Siente que se ahoga, que ha sido abandonado, que es objeto de burla. En verso 1-2, dice:
"Sálvame, oh Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello. Me hundo en el lodo profundo y no tengo dónde parar los pies" (NTV).
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Hoy estaremos leyendo Josué 21 y 22, Juan 1 y 2 y el Salmo 68:22-35. En Josué 21, se reparten las ciudades a los levitas, aquellos que no recibieron una herencia territorial como las demás tribus, porque su porción era servir al Señor. Pero aun ellos fueron cuidados por Dios con provisión específica y lugares asignados entre las otras tribus.
Y al final de este capítulo, encontramos una de las declaraciones más poderosas de todo el libro. En Josué 21:45, dice:
"Ni una sola de todas las buenas promesas que el Señor le había hecho a la familia de Israel quedó sin cumplirse; todo lo que Él había dicho se hizo realidad" (NTV).
En Josué 22, las tribus que ayudaron a conquistar la tierra regresan a sus territorios al otro lado del Jordán. Aunque surge un malentendido, finalmente se aclara con diálogo, verdad y temor de Dios. La unidad del pueblo es preservada por la sabiduría y la disposición de escuchar.
Reflexiona: ¿Estás creyendo que lo que Dios prometió, Él lo cumplirá en tu vida? ¿Estás caminando en obediencia y unidad con los que Dios puso a tu lado?
Entramos ahora al evangelio de Juan, y lo hacemos con una declaración celestial. En Juan 1:1 y 14, dice:
"En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios… Así que la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros" (NTV).
Jesús no solo es un gran maestro o profeta. Él es Dios mismo, hecho carne, habitando entre nosotros para revelarnos al Padre.
También se presenta como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), y como Aquel que bautiza con el Espíritu Santo (Juan 1:33).
En Juan 2, Jesús hace su primer milagro: convierte el agua en vino en una boda. Un acto lleno de simbolismo: el reino ha comenzado, la abundancia está aquí, y Jesús trae lo mejor al final. Luego, limpia el templo, declarando que su cuerpo sería el nuevo templo, y anuncia su muerte y resurrección.
Reflexiona: ¿Estás reconociendo a Jesús como el Hijo de Dios, el Cordero, el Rey y el renovador de tu vida? ¿Estás dejando que Él limpie tu templo interior y lo llene de su presencia?
En esta última parte del Salmo 68, el salmista celebra cómo Dios trae justicia, derrota a sus enemigos y fortalece a Su pueblo con poder.
En el verso 32 al 35, dice:
"Cántenle a Dios, reinos de la tierra, cántenle alabanzas al Señor. A Él que cabalga por los cielos eternos… Su poder es imponente… Dios de Israel, tú das poder y fuerza a tu pueblo. Bendito sea Dios" (NTV).
Dios no es pequeño. Él cabalga sobre los cielos, habla con voz poderosa, y fortalece a los que lo adoran. Este salmo termina con una bendición: Dios le da poder a Su pueblo.
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Hoy estaremos leyendo Josué 19 y 20, Lucas 24 y el Salmo 68:11-21. En Josué 19, continúa la distribución de la tierra entre las tribus de Israel. Lo que comenzó como una promesa en el corazón de Abraham, se está cumpliendo generación tras generación. Finalmente, en Josué 19:49, el mismo Josué recibe su herencia como líder fiel.
Y en Josué 20, Dios instruye sobre las ciudades de refugio: lugares establecidos para proteger a quienes, sin intención, habían causado la muerte de alguien. Allí podían huir, encontrar justicia y ser protegidos hasta tener un juicio justo.
Esto nos revela dos cosas:Primero, que Dios es un Dios de orden y detalle, que no se olvida de nadie.Segundo, que Dios es refugio para el culpable arrepentido y defensor del inocente.
Reflexiona: ¿Estás creyendo que Dios se acuerda de cada promesa que te hizo? ¿Estás confiando en Él como tu refugio seguro en momentos de fragilidad?
Lucas 24 es un capítulo que transforma la historia. Las mujeres van al sepulcro y no encuentran a Jesús. Dos ángeles les preguntan:
"¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?" (Lucas 24:5, NTV).
Luego, Jesús aparece a dos discípulos en el camino a Emaús, les explica las Escrituras y parte el pan con ellos. Solo entonces lo reconocen, y sus corazones arden. Más adelante, aparece ante los discípulos, los anima, les muestra sus heridas y les recuerda que todo esto ya estaba escrito.
En Lucas 24:46-47, dice:
"El Mesías debía sufrir, morir y resucitar al tercer día. Se proclamará a todas las naciones que hay perdón de pecados para todos los que se arrepientan" (NTV).
Y termina con una promesa: "Les enviaré lo que mi Padre prometió… pero quédense en la ciudad hasta que sean revestidos con poder" (Lucas 24:49, NTV).
La resurrección no solo es victoria, es comisión, es misión, es empoderamiento para vivir y predicar con fuego.
Reflexiona: ¿Estás viviendo como alguien que cree que Jesús resucitó? ¿Estás esperando y caminando en el poder que Él prometió?
El Salmo 68 continúa exaltando a Dios como el vencedor y protector. En el verso 11 dice:
"El Señor da la palabra, y una gran compañía anuncia la buena noticia" (NTV).
Este versículo conecta directamente con lo que vimos en Lucas: Dios habla, y su pueblo anuncia. Somos parte de ese gran ejército que proclama las buenas noticias de salvación.
Luego describe cómo Dios dispersa a los enemigos, cómo guía a Su pueblo y cómo es temido por los reyes y poderoso en la batalla. En el verso 19 leemos:
"Alabado sea el Señor; cada día nos lleva en Sus brazos. Dios es nuestro Salvador" (NTV).
Él no solo gana batallas, Él lleva nuestras cargas día tras día.
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Hoy estaremos leyendo Josué 17 y 18, Lucas 23:44-55 y el Salmo 68:1-10. En Josué 17, la tribu de Efraín y la media tribu de Manasés reciben su territorio, pero se quejan diciendo que no es suficiente. Piden más tierra porque son numerosos. La respuesta de Josué en Josué 17:17-18 es directa:
"Puesto que son tantos y tan poderosos, recibirán más. Pero tendrán que despejar la tierra montañosa… y echar fuera a los cananeos" (NTV).
Josué les recuerda que la promesa está, pero deben conquistarla con esfuerzo, fe y acción. Dios da, pero también espera que avancemos.
En Josué 18, otras siete tribus aún no habían tomado posesión de su herencia. Entonces Josué les pregunta en Josué 18:3:
"¿Hasta cuándo van a esperar para tomar posesión del territorio que les dio el Señor?" (NTV).
Una pregunta que también nos desafía hoy: ¿Qué promesas hemos recibido, pero seguimos posponiendo conquistar por miedo, comodidad o pasividad?
Reflexiona: ¿Hay áreas en tu vida donde estás esperando algo que Dios ya te ha entregado, pero que requiere acción de tu parte?
En Lucas 23, Jesús muere en la cruz. A partir del mediodía, el sol se oscurece, y el velo del templo se rasga en dos. En ese momento, la separación entre Dios y la humanidad queda eliminada.
En Lucas 23:46, Jesús clama:
"Padre, encomiendo mi espíritu en tus manos" (NTV).
Y al morir, el centurión romano reconoce lo que muchos no veían. Dice: “Este hombre era verdaderamente inocente”.
Luego vemos a José de Arimatea, un miembro del concilio judío que no estuvo de acuerdo con la condena, y por eso procede a pedir el cuerpo de Jesús para enterrarlo con respeto y valor.
Aunque Jesús murió, no fue un final trágico, sino el cumplimiento perfecto del plan de salvación. Su muerte abrió el camino para que tú y yo podamos acercarnos a Dios con libertad.
Reflexiona: ¿Estás viviendo cada día con la conciencia de que el velo fue rasgado? ¿Te estás acercando con confianza al Padre, sabiendo que Jesús pagó el precio por ti?
El Salmo 68 comienza con una imagen poderosa:
"Levántese Dios, y sean esparcidos sus enemigos" (verso 1, NTV).
Es un salmo de victoria, donde se presenta a Dios como un guerrero, un defensor, un Padre para los huérfanos y un libertador de los cautivos. En verso 5 y 6, dice:
"Padre de los huérfanos y defensor de las viudas… Dios coloca a los solitarios en familias y pone en libertad a los prisioneros" (NTV).
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Hoy estaremos leyendo Josué 15 y 16, Lucas 23:1-43 y el Salmo 67. En Josué 15 y 16, se nos presenta la distribución de la tierra a las tribus de Judá y Efraín. A simple vista puede parecer solo geografía, pero si leemos con atención, vemos algo más profundo: Dios cumple lo que prometió, territorio por territorio, frontera por frontera.
Por ejemplo, en Josué 15:13, se menciona que a Caleb se le dio Hebrón, tal como Moisés lo había prometido. Caleb no solo recibió una tierra, sino el cumplimiento de una promesa personal después de muchos años de espera.
Aunque algunas zonas no fueron totalmente conquistadas, como se menciona en Josué 16:10, la fidelidad de Dios permanece. Él entrega las promesas, pero espera que nosotros tomemos posesión con fe, perseverancia y obediencia.
Reflexiona: ¿Estás viendo los detalles del cumplimiento de Dios en tu vida? ¿Hay promesas que Dios te entregó y que todavía estás llamado a conquistar?
En Lucas 23, vemos a Jesús siendo juzgado injustamente por Pilato, Herodes y la multitud. Aunque no encuentran culpa en Él, terminan eligiendo liberar a Barrabás y condenar a Jesús. La injusticia es evidente, pero Jesús no se defiende, no se resiste; se entrega por amor.
Mientras es crucificado, ora por sus enemigos. En Lucas 23:34, dice:
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (NTV).
Y en medio de la oscuridad del calvario, ocurre un acto de fe extraordinario. Uno de los criminales crucificados junto a Él le dice: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino.” Y Jesús le responde en Lucas 23:43:
"Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso" (NTV).
La cruz no solo fue un instrumento de castigo, fue el altar donde se ofreció gracia al pecador arrepentido.
Reflexiona: ¿Estás viendo la cruz solo como un símbolo religioso o como el lugar donde comenzó tu redención? ¿Has recibido esa gracia como lo hizo aquel ladrón que reconoció al Rey en medio del dolor?
El Salmo 67 es una oración misionera, un clamor para que la bendición de Dios no solo se quede en nosotros, sino que fluya hacia las naciones. En Salmo 67:1-2, dice:
"Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga; que su rostro brille con favor sobre nosotros. Que se conozcan tus caminos en toda la tierra, y tu salvación entre todas las naciones" (NTV).
La bendición no es el final, es el medio para que otros también conozcan al Dios que salva, transforma y redime.
Y en el verso 7, concluye con una declaración de fe:
"Sí, Dios nos bendice, y el mundo entero lo temerá" (NTV).
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Hoy estaremos leyendo Josué 13 y 14, Lucas 22:54-71 y el Salmo 66:11-20. En Josué 13, Dios le dice a Josué que aún queda mucha tierra por conquistar, aunque ya es anciano. Sin embargo, en medio de ese panorama inconcluso, Dios sigue repartiendo la herencia a las tribus. Eso nos enseña que aunque el avance sea parcial, las promesas de Dios siguen en pie.
Y en Josué 14 encontramos a un personaje inspirador: Caleb, de 85 años, que se presenta con una fe intacta. En Josué 14:10-12, dice:
"Hoy tengo ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como cuando Moisés me envió a reconocer la tierra. Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió" (NTV).
¡Qué fe tan valiente y persistente! Caleb no se acomodó, no dijo “ya hice suficiente”. Él siguió creyendo, esperando y reclamando lo que Dios había prometido décadas atrás.
Reflexiona: ¿Estás envejeciendo con fe o con resignación? ¿Sigues creyendo que Dios no ha terminado contigo y que aún hay promesas por conquistar?
En Lucas 22, Jesús es arrestado y llevado al sumo sacerdote. Mientras tanto, Pedro lo sigue de lejos, hasta que se encuentra con personas que lo reconocen. Tres veces niega a Jesús, y en Lucas 22:61, ocurre algo que parte el corazón:
"En ese momento, el Señor se volvió y miró a Pedro" (NTV).
Pedro se quiebra. Llora amargamente. Él, que había dicho que moriría con Jesús, lo negó por miedo. Pero esa mirada de Jesús no fue de condena, sino de amor, de verdad, de oportunidad para volver.
Luego los soldados se burlan de Jesús, lo golpean, lo interrogan. Y Jesús guarda silencio ante los insultos, pero afirma con firmeza quién es: el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios.
Reflexiona: ¿Te has sentido como Pedro, quebrado por tu fallas? Recuerda que Jesús te mira con compasión y te llama de vuelta. ¿Estás dispuesto a volver, a ser restaurado y levantado?
El final del Salmo 66 describe un proceso: Dios permitió pruebas, dificultades, presión, incluso fuego y agua, pero luego nos llevó a un lugar de abundancia. En el verso 12, dice:
"Pasamos por fuego y por agua, pero nos llevaste a un lugar de mucha abundancia" (NTV).
Luego, el salmista hace una declaración de alabanza y testimonio. En Salmo 66:16, dice:
"Vengan y escuchen, todos los que temen a Dios, y les contaré lo que hizo por mí" (NTV).
Y concluye con gratitud, asegurando que Dios escuchó su oración y no le retiró Su amor.
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Hoy estaremos leyendo Josué 11 y 12, Lucas 22:39-53 y el Salmo 66:1-10. En Josué 11, Israel enfrenta una alianza de reinos que se unen para detener su avance. Los enemigos son muchos, tienen caballos, carros de guerra y están bien organizados. Pero Dios le dice a Josué en Josué 11:6:
"No tengas miedo de ellos, porque mañana a esta hora los entregaré muertos a todos ante Israel" (NTV).
Una vez más, Dios demuestra que el número o la fuerza de los enemigos no es lo que determina el resultado, sino Su palabra.
El capítulo termina diciendo que Josué conquistó toda la tierra, y en Josué 11:15 encontramos una clave poderosa:
"Josué obedeció todos los mandatos que el Señor le había dado a Moisés" (NTV).
La victoria vino como resultado de obediencia constante y fidelidad al plan de Dios.
En Josué 12, se hace un recuento de todos los reyes vencidos, una lista que no solo registra historia, sino que testifica la fidelidad de Dios.
Reflexiona: ¿Estás enfrentando algo que parece demasiado grande? ¿Estás confiando en que Dios pelea por ti cuando obedeces paso a paso?
En Lucas 22, Jesús va al monte de los Olivos, sabiendo que se acerca el momento de Su entrega. Ora intensamente, y en Lucas 22:42, clama:
"Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía" (NTV).
Aquí vemos a Jesús como ejemplo supremo de rendición y obediencia, incluso cuando el alma está en agonía.
Mientras oraba, un ángel lo fortaleció. Y en lugar de huir, Jesús se entrega voluntariamente. Cuando llega la multitud, Él no se esconde. En Lucas 22:48, le dice a Judas:
"¿Con un beso traicionas al Hijo del Hombre?"
Jesús sabía lo que venía, pero no respondió con violencia ni temor, sino con autoridad, mansedumbre y propósito eterno.
Reflexiona: ¿Qué haces cuando la presión aumenta? ¿Estás aprendiendo a orar, a rendirte y a confiar como Jesús lo hizo en Getsemaní?
El Salmo 66 comienza con una canción de alabanza:
"Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la tierra" (verso 1, NTV).
El salmista reconoce que Dios ha hecho cosas asombrosas, que gobierna con poder y que vale la pena cantar con gozo. Pero también reconoce que han pasado por pruebas. En Salmo 66:10, declara:
"Tú nos has probado, oh Dios; nos has purificado como se purifica la plata" (NTV).
Dios permite procesos de fuego, no para destruirnos, sino para refinarnos. Lo hermoso es que, en los versos siguientes, dice que Dios nos llevó a un lugar de abundancia. El dolor tiene propósito. La prueba produce madurez. Y la alabanza en medio de la dificultad, honra a Dios profundamente.
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Hoy estaremos leyendo Josué 9 y 10, Lucas 22:1-38 y el Salmo 65. En Josué 9, los gabaonitas engañan al pueblo de Israel para que hagan un tratado de paz. Fingieron ser viajeros de tierras lejanas, y el pueblo cayó en la trampa. El detalle clave está en Josué 9:14, donde dice:
"Entonces los israelitas examinaron la comida, pero no consultaron al Señor" (NTV).
Esto nos recuerda que incluso cuando algo parece lógico, necesitamos buscar la dirección de Dios. Porque no todo lo que parece bueno viene de Dios, y no todo lo que parece inofensivo lo es.
En Josué 10, cinco reyes se unen para atacar a Gabaón, ahora aliados de Israel. Josué responde con fidelidad, y Dios actúa con poder. En medio de la batalla, Josué ora y ocurre un milagro: el sol se detiene. En Josué 10:13, dice:
"Y el sol se detuvo, y la luna se quedó en su sitio hasta que la nación de Israel derrotó a sus enemigos" (NTV).
Dios pelea por Su pueblo cuando hay obediencia, valentía y oración audaz.
Reflexiona: ¿Estás consultando a Dios antes de tomar decisiones? ¿Estás confiando en que Él puede intervenir con poder cuando caminas en obediencia?
En Lucas 22, Jesús se prepara para entregar Su vida. Celebra la última cena con sus discípulos, y en ella establece el nuevo pacto. En Lucas 22:19-20, dice:
"Esto es mi cuerpo, el cual es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria de mí. Esta copa es el nuevo pacto entre Dios y su pueblo, un acuerdo confirmado con mi sangre" (NTV).
Jesús no solo anunció Su muerte, la convirtió en una cena de esperanza, en un símbolo de redención.
Pero mientras Él se entrega, los discípulos discuten sobre quién es el más importante. Jesús los corrige con amor y firmeza. En Lucas 22:26, declara:
"El más importante entre ustedes deberá tomar el puesto más bajo y ser el sirviente de los demás" (NTV).
Esto nos muestra que la verdadera grandeza está en servir, no en dominar.
Jesús también le advierte a Pedro que lo negará, pero al mismo tiempo le da esperanza: “Cuando te arrepientas y regreses a mí, fortalece a tus hermanos”.
Reflexiona: ¿Estás valorando el sacrificio de Jesús en tu vida diaria? ¿Estás sirviendo con humildad, sabiendo que el Reino se construye desde abajo hacia arriba?
Salmo 65 es un canto de gratitud y celebración por la fidelidad y la provisión de Dios. En Salmo 65:4, dice:
"¡Qué felices son los que tú eliges para acercarse a ti y vivir en tus atrios! Seremos saciados con las cosas buenas de tu casa" (NTV).
David reconoce que Dios es quien perdona, escucha, salva y provee. El salmo pinta un paisaje de abundancia, lluvia, cosechas y gozo. En el verso 11, declara:
"Tú coronas el año con una abundante cosecha; hasta los caminos por donde pasas rebosan de abundancia" (NTV).
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Hoy estaremos leyendo Josué 7 y 8, Lucas 21 y el Salmo 64. Después de la gran victoria en Jericó, Josué 7 comienza con una derrota sorprendente: el pueblo pierde en Hai. La razón no era táctica militar, sino pecado oculto. Un hombre llamado Acán había desobedecido a Dios al tomar lo que estaba consagrado. En Josué 7:12, Dios dice:
"No estaré más con ustedes a menos que destruyan las cosas que tomaron y que estaban apartadas para destrucción" (NTV).
Esto nos enseña que el pecado oculto afecta más que solo al individuo; afecta al cuerpo completo. Pero también vemos la misericordia de Dios: cuando el pecado es tratado, la restauración llega.
En Josué 8, Dios le da a Josué una nueva estrategia y le asegura la victoria. Esta vez, el pueblo obedece, y la ciudad de Hai cae en sus manos. En Josué 8:1, el Señor le dice:
"No tengas miedo ni te desanimes. Toma a todos los soldados y ataca la ciudad de Hai. Yo he entregado al rey de Hai en tus manos" (NTV).
Dios no solo restaura, también renueva el propósito.
Reflexiona: ¿Hay algo oculto que necesita salir a la luz? ¿Estás permitiendo que Dios trate con eso para que puedas avanzar?
En Lucas 21, Jesús habla proféticamente sobre la destrucción del templo, las señales del fin y Su regreso glorioso. Pero lo hace no para infundir miedo, sino para fortalecer la fe y despertar sus corazones. En Lucas 21:13, dice:
"Pero eso les dará la oportunidad de hablarles de mí" (NTV).
Jesús está diciendo: las pruebas no son obstáculos, sino plataformas para dar testimonio. Más adelante, en el verso 19, nos anima con esta declaración:
"Con su perseverancia obtendrán su alma" (NTV).
Y en los últimos versículos, Jesús nos llama a estar alerta y preparados, no distraídos. En Lucas 21:36, dice:
"Estén siempre atentos y oren para que sean suficientemente fuertes para escapar de los horrores que vendrán y para presentarse delante del Hijo del Hombre" (NTV).
Reflexiona: ¿Estás usando las dificultades para hablar de Jesús? ¿Estás viviendo con los ojos abiertos y el corazón preparado para Su regreso?
En Salmo 64, David clama a Dios cuando enemigos conspiran en secreto, lanzando palabras afiladas como flechas. En Salmo 64:2-4, ora:
"Escóndeme de las conspiraciones de los malvados, de esa pandilla de criminales. Afilan su lengua como la espada y lanzan sus palabras como flechas envenenadas" (NTV).
David no busca venganza, sino refugio en Dios. Y Dios responde. En el verso 7, dice:
"Pero Dios les disparará una flecha repentina, y sin aviso serán heridos" (NTV).
El salmo termina con una declaración de confianza: el justo se alegrará en el Señor.
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Hoy estaremos leyendo Josué 5 y 6, Lucas 20 y el Salmo 63. En Josué 5, antes de entrar en la batalla, Dios le pide al pueblo que se consagre. Celebran la Pascua, dejan de comer maná y comen del fruto de la tierra. Y entonces, Josué tiene un encuentro con el comandante del ejército del Señor, quien le recuerda que la batalla es de Dios.
En Josué 6, llega el momento de enfrentar Jericó, una ciudad amurallada e inexpugnable. Pero Dios no da una estrategia militar. Da una instrucción que parece absurda: marchar una vez al día durante seis días, y el séptimo día, siete veces, y luego gritar. En Josué 6:20, dice:
"Cuando el pueblo oyó el sonido de los cuernos de carnero, gritó con todas sus fuerzas. De repente, los muros de Jericó se derrumbaron y el pueblo fue directo al ataque y tomó la ciudad" (NTV).
La enseñanza es clara: cuando obedeces la voz de Dios, aunque no entiendas, Él derriba lo que parecía imposible.
Reflexiona: ¿Estás obedeciendo aunque no tenga sentido? ¿Estás dispuesto a seguir el plan de Dios, aunque no encaje con tu lógica?
En Lucas 20, Jesús enfrenta a líderes religiosos que intentan atraparlo con preguntas difíciles. Le preguntan con qué autoridad hace lo que hace, y Él responde con sabiduría divina. Luego, cuenta la parábola de los labradores malvados, donde revela que aunque muchos rechacen al Hijo, Dios lo ha establecido como la piedra angular.
En Lucas 20:17, Jesús dice:
"La piedra que los constructores rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal" (NTV).
Más adelante, le preguntan si es correcto pagar impuestos a César. Jesús responde con gran sabiduría:
"Den al César lo que pertenece al César, y den a Dios lo que pertenece a Dios" (Lucas 20:25, NTV).
Jesús no solo enseña, Él confronta corazones con verdad, con gracia y con autoridad.
Reflexiona: ¿Estás reconociendo la autoridad de Jesús en tu vida? ¿Estás viviendo con sabiduría y claridad frente a las preguntas y presiones del mundo?
En Salmo 63, David escribe desde el desierto, pero su corazón está lleno de hambre y deseo por Dios. En Salmo 63:1, dice:
"Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua" (NTV).
Aunque está físicamente en un lugar seco, su espíritu está más sediento de Dios que de agua.
Y más adelante, en el verso 3, David declara:
"Tu amor inagotable es mejor que la vida misma; ¡cuánto te alabo!" (NTV).
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Hoy estaremos leyendo Josué 3 y 4, Lucas 19 y el Salmo 62. En Josué 3, el pueblo de Israel llega al río Jordán. Es el umbral hacia la tierra prometida. Pero el río está desbordado. Dios le dice a Josué que los sacerdotes deben entrar al agua con el arca, y entonces Él abrirá camino. En Josué 3:13, leemos:
"Tan pronto como los pies de los sacerdotes que llevan el arca del Señor, el Señor de toda la tierra, toquen el agua del río, éste se abrirá y las aguas se detendrán" (NTV).
Y así sucede. El agua se detiene y el pueblo pasa en seco. Pero el milagro no vino antes del paso de fe, sino al dar el paso.
En Josué 4, Dios les pide tomar doce piedras del Jordán para hacer un monumento. ¿Para qué? En Josué 4:6, Josué dice:
"En el futuro, sus hijos les preguntarán: ‘¿Qué significan estas piedras?’. Entonces ustedes podrán decirles: ‘Nos recuerdan que el Jordán se detuvo frente al arca del pacto del Señor’" (NTV).
Dios quiere que recuerdes Sus milagros, para que nunca olvides que fue Él quien abrió el camino.
Reflexiona: ¿Estás esperando que Dios abra el río, o estás listo para mojarte los pies en obediencia? ¿Qué estás haciendo para recordar y compartir las obras de Dios en tu vida?
En Lucas 19, Jesús entra en Jericó y se encuentra con Zaqueo, un recaudador de impuestos que sube a un árbol para verlo. Jesús le dice en Lucas 19:5:
"Zaqueo, baja enseguida. ¡Hoy debo hospedarme en tu casa!" (NTV).
Zaqueo baja y lo recibe con alegría. Su vida cambia por completo. Y Jesús declara:
"Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (Lucas 19:9, NTV).
Luego, Jesús cuenta la parábola de los siervos que reciben recursos y deben producir fruto. El mensaje es claro: cuando Dios confía algo en nuestras manos, espera fidelidad, multiplicación y propósito.
Y al llegar a Jerusalén, Jesús llora por la ciudad. En Lucas 19:44, dice:
"No reconociste el momento en que Dios vino a ti" (NTV).
Jesús no solo busca que lo veamos, sino que respondamos a Su visita con transformación.
Reflexiona: ¿Estás recibiendo a Jesús con un corazón como el de Zaqueo, listo para cambiar? ¿Estás produciendo fruto con lo que Él ha puesto en tus manos? ¿Estás reconociendo Sus visitas diarias a tu vida?
En Salmo 62, David declara su confianza absoluta en Dios. En medio de presiones y ataques, él no pierde el enfoque. En Salmo 62:1, dice:
"Solo en Dios halla descanso mi alma; de Él viene mi salvación" (NTV).
Y en el versículo 6 añade:
"Solo Él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde jamás seré sacudido" (NTV).
David nos enseña que la estabilidad no está en las circunstancias, sino en Dios. La paz no es la ausencia de problemas, sino la presencia de Dios reinando por encima de ellos.
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