Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864 – Salamanca, 1936) figura en la literatura universal como uno de los escritores españoles más importantes de la Generación del 98, cultivó tanto la narrativa como el teatro. El valor de sus escritos radica no sólo en el uso del lenguaje sino en la reflexión que en ellos plasma acerca del hombre, Dios, la fe y la ética.
La novela de Don Sandalio, jugador de ajedrez es una narración en la que Miguel de Unamuno reflexiona en torno a la vida y la muerte, a la relación con el otro y con lo otro, a la imagen que creamos de los demás y la impresión que creemos que el resto tiene de nosotros mismos. El escritor, catedrático y Rector vitalicio de la Universidad de Salamanca también plantea su postura en torno a la novela, el novelista y el lector. En el prólogo de esta obra aclara: “Y su alguien dijera que en este relato de la vida de Don Sandalio me he puesto o mejor me he entrometido yo más que en otros relatos le diré que mi propósito era […] hacer que se dé cuenta (el lector) de que no se goza de un personaje novelesco sino cuando se le hace propio, cuando se consiente que el mundo de la ficción forme parte del mundo de la permanente realidad íntima”.
En esta obra publicada en la última etapa de la vida de Unamuno, en 1933, sobresale la carga simbólica con diferentes objetos y ambientes: un roble, un caserío abandonado, la hiedra, los espejos, las hojas, los pájaros y las olas del mar y, por supuesto el ajedrez, entre otros elementos, toman un significado filosófico e introspectivo.
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