Afleveringen

  • Al final del sendero un carro llega desde la ciudad, es el nuevo maestro de la escuela, al fin van a tener uno en la pequeña aldea. La joven protagonista de este poema de Yimou se quedará prendada de las lecciones en voz alta del maestro, la escuela aún en construcción, los alumnos repiten las letanías, las frases de todas las mañanas.
    Todos se irán cansando de acercarse a la escuela, todos menos nuestra heroína. Ella se hace la encontradiza en el camino, el maestro pregunta a los niños su nombre mientras la joven se aleja nerviosa, olvidando su cesto. Es la inocencia, el amor original, la pureza de uno de los más cautivadores films de Zhang Yimou, “El camino a casa”. La determinación femenina, la audacia de una chavala en la China de los años 50, la misma que mantendrá en el albor de su vida cuando se obstine en enterrar al marido siguiendo la tradición, así se lo pedirá al hijo que llega de la gran ciudad. Todo contado con un respeto a lo ancestral, a los mayores, así lo repiten los niños en la clase cada día, “respetar a los mayores”, eso que olvidamos en nuestras sociedades occidentales.
    Se idealiza el pasado rural sin cargar las tintas contra la represión del sistema maoísta, como sí hizo en “Vivir” o en “El regreso a casa”. Un aula presidida por un retrato de Mao, tan austera como la de Antonio Machado en Baeza, el sentimiento de la honestidad de un maestro que da su vida por enseñar es universal, por eso nos llega, el amor primero también lo es. Ese elogio de la docencia, enmarcado en una historia de amor en la China de Mao en una película que abre y cierra en blanco y negro, la tristeza de una mujer que acaba de perder a su compañero. El corazón del film en color es mágico y sensorial, reparando en objetos para transmitir la sencillez de un tiempo, la horquilla en el pelo, el cuenco roto y reparado por el artesano, las dos chaquetas de la campesina.
    Todo enmarcado en la sencillez expositiva y los colores prodigiosos de la fotografía de Yong Hou, los trigales, los campos de mijo, los verdes, los rojos, los naranjas y los amarillos de las verduras en la cocina humilde. Yimou se embelesa y nos enamora del rostro de Zhang Ziyi.

    Esta noche una anciana teje un paño rojo…

    Salvador Limón, Chari Medina, Raúl Gallego y Zacarías Cotán

  • El mundo gansteril de Coppola y Scorsese inspiran el primer film de Robert De Niro. A través del tamiz nostálgico de la obra escrita por Chazz Palminteri. De Niro utiliza la voz en off siguiendo la estela de Scorsese, tanto en la infancia, el niño sube al autobús del padre y habla del bateadores de los yankees, como en la adolescencia , en que Calogero se mueve por las gradas del hipódromo como un miembro más de la banda de Sonny, y se enamora de una chavala negra del instituto. Se muestra el racismo en carne viva del momento, desde críos los negros y los italianos del Bronx se odian a muerte.
    De Niro está genial de padre y Palminteri en el otro lado de la ley, también le protegerá. El mafioso le debe una, desde el día de aquel asesinato en plena calle ¿Fue todo por un aparcamiento?
    El fondo moral del film recuerda al cine de Frank Capra. Que bello es vivir cuando uno se gana el sustento de forma honrada. Esos son los verdaderos tipos duros, los currantes que se levantan temprano cada día para ganarse el sustento, para conducir el bus otro día haciendo las mismas paradas, las mismas caras, el recorrido conocido. Procurar que el crío no se corrompa, a pesar del barrio donde viven, y la querencia del chico por meterse en el bar de al lado, y admirar desde un rincón los trapicheos de la banda de Sonny.
    “Hijo has hecho algo bueno por un hombre malo", le dice su padre real. A Calogero le insisten que ya entenderá las cosas cuando crezca. A De Niro no le preocupan mucho las correrías de los delincuentes. Aunque el film tenga mucho en común con “Uno de los nuestros”, es más suave, más edulcorado, prefiere mostrar la vida en el barrio, los niños jugando en la calle, los puestos de verduras, la música de fondo, el dudúa de los sesenta, en cada esquina había grupos de chicos cantando, y jóvenes italianos cortejando a sus mujeres.

    Esta noche nos preguntamos si aquel crimen fue por un maldito aparcamiento…

    Salvador Limón, Chari Medina, Raúl Gallego y Zacarías Cotán

  • ‍♂️ ¡Esto es INICIATIVA VAMPIROS de @IniciativasPod!

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    A través de los ventanales del castillo la luz se hace cada vez más tenue. La efigie del no muerto de pronto abre los ojos ensangrentados, las tres notas del compositor James Bernard invocan las tres sílabas del conde Drácula.
    Un hito en el cine vampírico, el primer Drácula que se nos viene a la mente es el Christopher Lee de la Hammer, sus ojos y colmillos inyectados en sangre, atormentado, elegante, sus movimientos animalescos congelarían el aliento al público en los cines en Technicolor. La sangre es roja, no en blanco y negro, y el erotismo mucho más marcado que en los films de la Universal. Estas vampiras duermen de día en camisón, por la noche esperan ávidas al príncipe de las tinieblas. Bastantes críticos de la época (1958) tildaron el film de pornográfico, los colmillos abyectos desvirgaban los cuellos pálidos de las doncellas, y las estacas penetraban el pecho a martillazo limpio.
    Terence Fisher y su guionista Jimmy Sangster transforman al negociante Jonathan Harker de la novela original de Stoker en un cazavampiros. El invitado repara en algo extraño, en los alrededores del castillo no se escucha el canto de los pájaros. Fisher nos encierra en la alcoba entre elipsis y saltos vertiginosos. Nos dejamos llevar por un montaje sincopado y dinámico, saltando los escalones de tres en tres. Peter Cushing parece un galgo, se arroja contra las cortinas del castillo, para que entre el sol y el monstruo se desmorone. Las fuerzas del bien y del mal en eterno conflicto continuarán la saga del conde en la británica Hammer, la casa de la sangre, secuelas como “Las novias de Drácula” “Drácula, príncipe de las tinieblas” o “Las cicatrices de Drácula”.

    Esta noche adornamos con ajo las ventanas de Lucy…

    Salvador Limón, Raúl Gallego y Zacarías Cotán

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    ‍ El apartado visual y las miniaturas son obra de Rediseña (The Majestic Podcast).

    INICIATIVA VAMPIROS ha sido coordinada por Rafa Gambín (Doble Sesión) y Fran Maestra (Podcastwood) con la colaboración de Gonzalo Cuélliga (Podcastwood) y Luis Millán (Just Live It).

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  • Burlarse de los monstruos quizá los ahuyenta. Los tronados Mel Brooks y Gene Wilder se rieron hasta de su propia sombra en todo lo que hicieron juntos, de los productores, de los westerns, no podía ser menos en El jovencito Frankenstein. Tanto es así que durante el rodaje tenían que repetir las tomas porque no podían aguantar la risa. Eso sí, uno de los motivos que dan la inmortalidad a esta comedia es el tono tenebroso del blanco y negro de Gerald Hirchsfeld, imitando los modos del original de James Whale, así como el respeto a la esencia del texto de Mary Shelley. Wilder y Brooks recurren a las mitologías de Shelley y la saga fílmica de la Universal, añadiendo de su cosecha una serie de gags memorables. El monstruo interpretado por Peter Boyle inspira compasión como el de Boris Karloff. Wilder escribió el libreto original de la comedia, y Mel Brooks se enteró del proyecto durante el rodaje de “Blazing Saddles”.
    Entre la sonrisa y la carcajada se pasa en un instante la obra de Mel Brooks más recordada por la crítica. Debe ser irresistible mirar fijamente a Igor, ni el propio Gene Wilder podrá con Marty Feldman haciéndole ojitos desencajados. En una de las alucinantes escenas iniciales, el doctor imparte una clase magistral sobre el sistema nervioso y sus respuestas reflejas, utiliza como conejillo de indias a un señor escuálido ante la mirada atenta de su alumnado. El cirujano que renegaba del estigma de su abuelo, el mismísimo Barón de Frankenstein, viaja a las tierras de Transilvania al heredar su castillo. Recién llegado a la estación, le recibe Igor, él podría arreglar esa joroba tan incómoda. ¿Joroba? ¿Qué joroba? Mejor cambiemos de tema. Esa joroba es reversible, cambia de lado según el momento.
    Con un reparto tocado por la gracia, aparte del gran Gene Wilder y los ojos saltones de Marty Feldman, una divertidísima e inocente Teri Garr, la asistenta de las buenas aldabas, Cloris Leachman, o Frau Blücher, cuya mera presencia aterroriza a los caballos , el inspector tullido surrealista y jugador de dardos interpretado por Kenneth Mars, o Madeline Kahn, la novia del doctor que conocerá los atributos secretos de la criatura y lucirá los peinados de la mismísima novia de Frankenstein.

    Esta noche bailamos claqué con el doctor y su creación…

    Salvador Limón, Raúl Gallego, Zacarías Cotán, Chari Medina y David Velázquez

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  • La renuncia y la mortificación pueden enmarcarse en un cuadro oriental de enorme belleza. En los templos, los palacios de Pekín, el desierto de Gobi o los bosques de bambú levitan, luchan y se aman las leyendas mágicas de Tigre y Dragón, ideadas por el escritor chino Wang Du Lu en uno de los cinco libros de su pentalogía de hierro.
    Espiritualidad, tradición, taoísmo y mitologías de la China soñada por el taiwanés Ang Lee. Lee transgrede el género Wuxia tradicional situando en el centro a tres mujeres fascinantes, Shu Lien -Michelle Yeoh-, la experta en artes marciales, la joven rebelde Jen -Zhang Ziyi-, una muchacha valiente y guerrera, capaz de lo que sea por recuperar su peine de jade y su espada mágica, y la zorra de Jade, la mentora de las sombras interpretada con grandeza por Cheng Pei Pei. El peso del film lo llevan estas heroínas. La presencia de estas mujeres aporta emociones más fuertes que la mera violencia de un film clásico de artes marciales. Con alguna salvedad, la zorra de Jade no entiende de sentimentalismos y, en una de las primeras peleas le clava en medio de la frente un cuchillo de cuerno de ciervo a un inspector de policía. Esas peleas de artes marciales coreografiadas por el especialista Yuen Wo-Ping, impresionaron al público en su primera proyección en Cannes, los contrincantes flotaban sobre los tejados del palacio, sobre los árboles de bambú, volaban como los personajes de Bola de Dragón. Aplaudían en las salas con júbilo mientras Jen y Jade Fox se elevaban en la noche, o el maestro Li Mu Bai – Chow Yun-Fat- animaba a la taimada ladrona de su espada a ser su discípula. Desde una perspectiva occidental Lee conectó con el gran público, reinventó el género Wuxia con una narrativa lineal y un flashback a la mitad del film que ralentiza el ritmo y desvela la historia de amor de los dos jóvenes, el ritual de acercamiento y distancia del tigre agazapado y el dragón escondido.
    En este melodrama de rojos manchúes, nubes inmensas y verdes montañas, la otra pareja, Li Mu Bai y Shi Lien, se juran amor eterno, el amor más intenso y doliente, el no consumado. Mu Bai afirma que lo tangible no es permanente. Del mismo modo que en “El banquete de boda”, “Sentido y Sensibilidad”, “La tormenta de hielo”, “La vida de Pi” o cualquiera de sus películas, la renuncia, la represión de los sentimientos, y la falta de entendimiento lastran la existencia de mayores y jóvenes.

    Esta noche entramos en el templo Wudang para conocer el camino…

    Chari Medina, Salvador Limón, Raúl Gallego y Zacarías Cotán

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  • El matrimonio protagonista, el de Mary – Jean Simmons y Fred -John Forsythe- hace aguas, se está derrumbando. Tienen una hija adolescente, que en uno de los diversos flashbacks que conforman el film pregunta a la madre porqué todos los cuentos acaban después de casarse. ¿Y después qué pasa?
    Brooks, director y guionista, en este proyecto personal parece ofrecernos un capítulo de su propia vida, de su amor a Jean Simmons, que aparte de ser la actriz principal era su esposa. A Jean le costó mucho interpretarse a sí misma, una mujer adicta al alcohol y a las pastillas con un intento de suicidio camuflado. Le ayudó mucho en los parones del rodaje su amiga Theresa Wright, su madre en la película, una madre que no la apoya, es la suegra perfecta del marido paternalista, todas las decisiones de su hija le parecen fallidas y más que ninguna su impulsiva escapada a Las Bahamas. Cambiar el plomizo Denver por el sol de Nassau y olvidarse de todo, o quizá recordar más que nunca. Ver a su hija pequeña en la niña que construye un castillo de arena, encontrar en el avión a su amiga de la universidad (Shirley Jones), que mantiene una relación con un hombre casado con otra, toparse con una pareja de novios enamorados que parecen flotar sobre las olas. Ella dejó de flotar hace tiempo, y buscó levitar con fármacos y Smirnoff. Mary esconde el alcohol en cualquier sitio, en una bota, hasta en la cisterna, y tiene siempre a mano el espray para disimular el olor a aguardiente. Hasta que el derrape sea de órdago, la borrachera termine en la comisaría, denunciada y agarrando la mano del marido a través de los barrotes.
    La vida real no era como en las películas de Hollywood, la llama eterna unía a Spencer Tracy a Katherine Hepburn, a Ingrid Bergman y a Bogart, solo en el celuloide. Después la película termina y el llanto es real, las mañanas se repiten, ya no hay más lunas de miel, los desayunos con resaca, la ama de casa en bata no aprecia el American way of life, su marido es un abogado bien remunerado. Mary tiene hasta sirvienta –Nanette Fabray- su confidente, la única que parece entenderle.
    “Si en estos momentos no estuviéramos casados y fueras libre, ¿te casarías otra vez conmigo?” Ella al fin es la más valiente, él no responde, mira hacia abajo. Y llega el final, no es tan feliz como decían, sin fuegos artificiales ni grandes fastos, el pastel de aniversario ya quedó en el cubo de la basura.

    Esta noche observamos a una mujer beber vodka en un frasco de perfume…

    Salvador Limón, Raúl Gallego y Zacarías Cotán

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  • Dixon, un guionista amargado, bebe ginebra con soda y no suele ver las películas que escribe. Irascible, al borde del precipicio, sus ojos demacrados se reflejan en el retrovisor, ya en la primera escena quiere partirle la cara a un tipo al volante, es su carta de presentación en este noir esplendido realizado por Nicholas Ray.
    Destila magia a borbotones la atracción entre dos almas vecinas de soledad, Humphrey Bogart y Gloria Grahame. El guionista tiene una invitada que su vecina mira de reojo, en pocas horas será sospechoso de su asesinato. Dixon -Bogart- no aprecia en absoluto la novelucha que relata la pobre chica del guardarropa que morirá después, se la cuenta en su apartamento porque así le ahorra tener que leerla. En el film real a Nicholas Ray tampoco le convencía la obra original de Dorothy Hugues, en la que Dixon si era un asesino, en lugar de un tipo violento y bebedor que no sabe controlarse, y contó con Andrew Solt para adaptarla. Otro paralelismo entre la ficción y la realidad estriba en que Ray y Gloria Graham eran pareja y estaban al borde de la ruptura, y por supuesto las semejanzas del protagonista con el propio Bogart.
    El caso sin resolver de la chica asesinada sirve como pretexto para el interés real del film, la atracción entre Laurel y Dixon. Quizá el último refugio del lobo, esa mujer de ojos somnolientos que ríe mientras sueña y sufre en la vigilia, que le mira desde la ventana contigua y es capaz de decir en una comisaría con policías por medio que el sospechoso le parece un hombre atractivo.
    "Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó, y viví el tiempo que me amó", la frase que ha escrito Dix y no sabe donde colocar, le pide su opinión a Laurel y ella le sugiere que la utilice de nota de despedida.
    En un lugar solitario es uno de los grandes films de cine negro sobre un romance y sobre el propio cine, a la altura de otros dos tan buenos como El crepúsculo de los dioses -Wilder- o Barton Fink de los Coen, más descarnado y cínico si cabe, no podía ser de otra forma siendo obra del director de “Los amantes de la noche” o “La casa en la sombra”, o “Más poderoso que la vida”.

    Esta noche intentamos no sospechar del guionista…

    Salvador Limón, Raul Gallego y Zacarías Cotán

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  • Hace mucho tiempo, mucho tiempo, en el reino subterráneo, vivía una princesa que soñaba con el mundo de los humanos, un mundo más accesible, con un padre al lado y una madre siempre alegre. Soñaba con un mundo sin sapos que vomitan su bilis, sin cíclopes que devoran a sus cercanos, sin tenazas que cortan la piel ni guantes negros.
    Guillermo Del Toro sabe sacar lo mejor de su equipo de actores, todos españoles, Sergi López, Maribel Verdú, Ariadna Gil, Álex Angulo, y la niña Ivana Baquero. Recrea un momento histórico posterior a la guerra civil en el norte de España, cerca de la frontera con Francia, guerrilleros rebeldes aún resisten en las montañas, con la guerra ya perdida. En este ambiente hostil una adolescente corre tras un insecto alado que la llevará al umbral de un mundo fantástico, es una Alicia buscando las maravillas que la alejen de lo que está viendo, del capitán, de los tiros, de una madre que ya no juega con ella como antes.
    Esta potente producción fluctúa entre dos esferas conectadas por la fantasía de Ofelia, una niña enfrascada en sus cuentos de hadas, faunos y mandrágoras. No le interesa el vestido que le acaba de regalar su madre, tampoco los zapatos de charol, ella quiere escapar y encontrar el laberinto del fauno. Y aunque parezca ajena al mundo real, no es así, se da cuenta de la conexión entre el médico y la criada, porque no es soberbia, no se cree por encima de los que trabajan a su cargo. No es como ese déspota que nunca será su padre, el Capitán Vidal, un villano magistralmente interpretado por Sergi López.

    Esta noche probamos la fruta del hombre pálido…

    Salvador Limón, Raúl Gallego y Zacarías Cotán

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  • George Stevens demuestra su saber hacer en esta deliciosa comedia, con un ritmo más pausado que el de Hawks o Capra, La chica soltera vive sola en tiempos de guerra, la segunda guerra mundial amenaza el mundo al otro lado del océano, y Connie -Jean Arthur- ofrece su piso en tiempo de escasez de viviendas en las ciudades norteamericanas. Tiempos de zozobra en los que todos deben arrimar el hombro y salir adelante. Y allí llega el señor Dingle, un sensacional Charles Coburn, y adopta su frase favorita del almirante Farragut, héroe de otra guerra, la de secesión:
    “¡Malditos torpedos! ¡Avanzad a toda velocidad!” Curiosamente el propio Frankin D Roosevelt apelaría a esa frase en discursos arengando a los oficiales de la marina tras el ataque a Pearl Harbour.
    En esta encantadora comedia todos los instrumentos están perfectamente afinados. La narración bien hilada, McCrea, Arthur y Coburn se mueven como peces en el agua en ese apartamento que conocemos desde que la metódica mujer entregue al nuevo inquilino un horario imposible de cumplir.
    Tetlaff filma los devaneos y los desencuentros, los planos frontales en los ventanas con cada habitante del apartamento en su habitación. O el travelling memorable del paseo nocturno de la pareja , Joe manosea a Connie sin freno y a ella parece no importarle, la intimidad entre Jean Arthur y Joel McCrea traspasa la pantalla, y el prometido del tupé falso se queda esperando en el salón de baile. Todo gracias al casamentero señor Dingle, no tiene prisa y se ríe de casi todo, sabe que una mujer joven que escribe un diario pertenece al grupo de personas que tienen suficiente tiempo para hacerlo, y claro está, la vida es mejor vivirla que escribirla.

    Esta noche cantamos la canción de los torpedos con el señor Dingle…

    Salvador Limón, Zacarías Cotán y Raúl Gallego.

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  • Ana Torrent sostiene la Tesis de Amenábar, acompañada por un principiante Fele Martínez, el estudiante solitario y cinéfilo, y Eduardo Noriega, el pijo atractivo y psicópata.
    En el primer largo de Amenábar con guion escrito mano a mano con Mateo Gil, Ángela prepara su tesis doctoral sobre la violencia en el mundo audiovisual. El rechazo y atracción que pueda ejercer sobre la estudiante, ya en la primera secuencia al apearse del metro no podrá evitar mirar al suicida partido en dos. Amenábar parte de esa premisa para su thriller situado en la Facultad de Ciencias de la Información donde él mismo estudió, con algo más de veinte años impactó al público en los 90, muy poco antes que llegara la revolución digital, aún no existían los móviles ni internet. Hoy, a un clic del ratón uno puede acceder a cualquier tipo de imagen, linchamientos, torturas reales, decapitaciones, esa violencia es la que duele ver, la del cine es falsa, y en aquellos 90 no era tan fácil acceder a ella, la recuerdo en las primeras páginas del Interviú, y en algunas películas morbosas como “Rostros de Muerte”, cintas en VHS como las que colecciona Chema.
    La cámara se mueve con fluidez tras los movimientos de esa comunidad universitaria de profesores y estudiantes. Un guion algo ingenuo, con carreritas por los pasillos que bordean el ridículo entre la chica y el pijo, de pronto el depredador perseguido persigue a la presa, de pronto el jovenzuelo Chema en un túnel subterráneo guarda la compostura cuando se apaga la luz, más templado que Harry el Sucio en los suburbios de San Francisco.
    El mismo Amenábar declara que este film agasajado en los Goya con varios premios fue producto de la ignorancia, impulsado por su profesor de la Universidad José Luis Cuerda, que forma parte del equipo educativo en la película también, Amenábar era un talento con muchas ideas, en posteriores películas se tomará más tiempo para trabajar mucho mas parcelas como la factura del argumento o el diseño de producción (Los otros, Mar adentro, Mientras dure la guerra…).

    Esta noche sostenemos la mirada de Ángela a través de una Sony XT-500…

    Salvador Limón, Zacarías Cotán, Raúl Gallego y Chari Medina.

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  • Hay amores que matan, amores caninos, a perros de pelea, perros callejeros, perros de compañía. Algunos perros apestan más que otros, igual que los seres humanos, que les hacen enfrentarse a dentelladas hasta la muerte, les deja morir bajo el parqué barato de un apartamento, también hay sicarios que salvan la vida de perros malheridos.
    Tres historias conectadas por un accidente mortal inician la trilogía de Iñárritu, completada con “21 gramos” y “Babel”. El sucio dinero conecta las miserias de estas gentes que pueblan los barrios de México DF, la confluencia de sus peripecias rodeadas por la violencia. Suciedad, sangre derramada, uñas negras, el desorden de la casa del antiguo guerrillero, las peleas clandestinas de perros, a través de las imágenes brumosas de Rodrigo Prieto. Gentes de diferentes estratos sociales, los habitantes del lumpen que sobreviven día a día, la modelo televisiva de piernas largas y mohínes pijos, o el Chivo, el misterioso mendigo rodeado de chuchos, que camina recogiendo lo que la gente tira, sin hacerse notar.
    Con un dinámico guion de Guillermo Arriaga y la música, importante en la obra de Iñarritu, compuesta por Gustavo Santaolalla, con canciones añadidas como la lucha de gigantes, original de Nacha Pop, que suena en una de las secuencias más recordadas de un film intenso. Octavio y Susana hacen el amor en secreto, el placer adúltero mientras apalizan al hermano abusador, paliza instigada por el que observa su reflejo en el espejo y se pregunta si es Caín o Abel.

    Esta noche curamos las heridas de un perro adiestrado para matar...

    Salvador Limón, Zacarías Cotán, Raúl Gallego y Chari Medina

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  • Jacques Becker aceptó rodar los últimos días de la vida del pintor Amedeo Modigliani. Inicialmente lo iba a hacer Max Ophüls, que enfermó, muriendo poco después. También fallecerá dos años después el protagonista, Gerard Philippe da vida con autenticidad al artista autodestructivo, y aureolado de féminas, y el mismo Becker dejará este mundo tras finalizar su ora maestra “La evasión”, en 1960. De manera que esta película es tan maldita como su protagonista, el pintor de Livorno, un hombre inclasificable y sin control, sus retratos inconfundibles, estilizados, sin pupilas, no fueron valorados en su tiempo. Jacques Becker sabe transmitir la duda angustiosa del pintor, su miedo al vacío, junto al Sena tira los billetes al río, y le pide a su Jeanne, su esposa, que le abandone, que se libere.
    Becker se asoma al abismo del artista, su capacidad de observar el alma de los personajes y la lírica de muchas secuencias, la labor del camarógrafo habitual de Ophüls, Christian Matras, con los movimientos de cámara gráciles, sin cortar la toma. De pronto vemos lo que parece un plano cenital de un salón de baile, la cámara oscila y comprobamos que es un espejo en el techo. El jazz de entreguerras suena en el café, la humareda del tabaco, y Beatriz -Lili Palmer- aspira la nicotina en su boquilla y ofrece unas aceitunas a su dipsómano compañero. Su amante, escritora, Modi la golpea con saña, hasta el punto de hacerle perder el sentido, una mujer culta, bebedora, parece mirar a su amante a través de una lente, con despego y cierto masoquismo, consciente del destino fatal que les espera. Anouk Aimée otorga su elegante belleza a la joven mujer de “Modi”, Jeanne Herbulene, también artista, a la que conoce en una academia de pintura, en la que ambos se dibujan a sí mismos en lugar de al modelo.
    Modigliani, díscolo y locuaz, bestia y sensible. Tantos contarán de la tuberculosis que te consumió, de la absenta y el vino que gangrenaron tus nervios. Los padres de tu amada la encerrarán para que no huya contigo, para que no se hunda en tu abismo.

    Esta noche vendemos bocetos a cinco francos en los bares…

    Salvador Limón, Zacarías Cotán, Raúl Gallego.

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  • Resetear una vida más allá de la cincuentena es una oferta suculenta, disponer de una segunda oportunidad. Para un tipo reservado y hastiado de una vida monótona, trabaja en un banco, casado con una mujer con la que ya solo conversa y acompaña en las comidas. El señor Hamilton -John Randolph- acudirá a la cita, caerá en las fauces de la corporación, no puede evitar volver a leer el trozo de papel que le han entregado, la dirección, la llamada nocturna de un amigo de la universidad que creía muerto…
    La puesta en escena hipnótica y kafkiana, la asombrosa factura técnica del maestro James Wong Howe. En la secuencia inicial la cámara sujeta al pecho del actor con arneses, vemos media cara y caminamos tras el infausto ciudadano, el uso del ojo de pez, los ángulos inclinados, la profundidad de campo, la lente distorsiona las paredes, los techos, y nos engulle una sensación plomiza y febril.
    Un hombre solo entra en una tintorería con dos personajes insólitos que no responden a sus preguntas, y un posterior matadero, metáfora de donde se está metiendo.
    Un mundo de renacidos. Al señor mediocre se le garantiza un nuevo perfil, una vida intensa, y un rostro como el de Rock Hudson, ¿qué más se puede pedir? Y, sin embargo, no funciona la quimera, es imposible olvidar los recuerdos, renunciar a la identidad de uno mismo, que, aunque se sintiera bastante infeliz, al fin y al cabo llevaba una vida sin sobresaltos, veraneaba con su mujer y su canoa, veía a su hija de vez en cuando, todo eso quedo en nada. En uno de los encadenados momentos siniestros del film, el anciano directivo de la empresa -Will Geer - espeta al señor indeciso: “Su vida anterior no era nada”.
    Un pintor atractivo que acude a fiestas y vive en una casa junto a las playas de Malibú. ¿Hasta qué punto el cambio radical de aspecto puede borrar el pasado, los recuerdos, la esencia del mismo ser?
    Frankenheimer en un principio quería a Kirk Douglas, después a Lawrence Olivier, desdoblándose en el papel del protagonista, finalmente aceptó la idea de que fueran dos actores diferentes para cada etapa, dos trabajos excelentes lo de ambos, John Randolph y Rock Hudson. En una de las escenas claves del film el hombre con el rostro transformado por la cirugía irá a visitar a su esposa, allí contemplará su vida incompleta, su destino enterrado para siempre.

    Esta noche soñamos con una llamada que nunca llega en la sala de espera…

    Zacarías Cotán, Salvador Limón y Raúl Gallego

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  • Cuando no hay más sitio en el infierno, los muertos vuelven a la tierra.
    Los zombis de Romero andan lentamente, sus cerebros corrompidos regresan al centro comercial, les sigue tranquilizando sentirse rodeados de víveres, y eso que son fiambres, caminan torpes, bajan por las escaleras mecánicas y caen unos sobre otros, y se levantan de nuevo.
    Si Romero revolucionó el terror con La noche de los muertos vivientes en el 68, una década más tarde lo volvería a hacer con este nuevo amanecer de los muertos, en color. En esta segunda entrega de su saga moribunda la acción ya no transcurre en un caserón en medio del campo, ahora el pequeño grupo de cuatro supervivientes se refugia en un centro comercial. Los cadáveres macilentos caminan desperdigados por el parking, su cometido es entrar en esos almacenes, parecen recordar su vida anterior, les relaja pasear por las galerías. Quizá somos muertos vivientes ya, en nuestro día a día, detrás de un carrito, repetimos los mismos rituales, estamos programados por el consumismo. Los medios de comunicación no meten miedo cada día. Hay que cerrar las verjas, las ventanas a cal y canto, pero ¿de quién nos protegemos realmente?.
    Romero se asoció con otro especialista del género para distribuir el film en Europa. Darío Argento, que además propuso a la banda Goblin para la magnífica banda sonora, con inconfundibles sintetizadores y líneas de bajo.
    Dos agentes del orden y una pareja unen las fuerzas que les quedan en unos grandes almacenes. Un cretino, una mujer fuerte, un tipo con los pies en el suelo, y un bromista. Heterogéneo grupo en alerta constante, el mundo tal como se conocía ha desaparecido, ahora está infestado de criaturas ávidas de carne humana. Y por si fuera poco, en el tercer tramo del film una banda de moteros se unirá a la orgía de sangre. Uno de ellos es Tom Savini, el artista del maquillaje responsable de los efectos especiales de machetazos, tripas y mordiscos. Esos motoristas parecen divertirse con la anarquía reinante, hay que darles en la cabeza, reventarles los sesos y si de pronto aparecen otros seres humanos, hacer los mismo con ellos. El mundo ha terminado, es el amanecer de los muertos.

    Esta noche buscamos un centro comercial…

    Zacarías Cotán, Salvador Limón y Raúl Gallego

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  • Con una estructura algo caótica avanza Petulia. Narrada con frialdad y dureza, con un humor subyacente, un film difícil sobre una mujer, Petulia – Julie Christie- hermosa, chiflada y perdida, atrapada en una jaula de oro. El doctor Archie - George C Scott-, otro en crisis vital y también cobarde, recién separado de una relación que todos decían perfecta, conocerá a ese espíritu nada libre, a esa chica vestida con colores soleados, la encuentra en el tranvía equivocado. Y a pesar del tono extraño de todo, hay romanticismo, el de las relaciones más recordadas, que son las que no cuajan. Ella le dice, hemos vivido un romance mínimo, no nos hemos contagiado ni un resfriado.
    Petulia coquetea con Archie en un acto de beneficencia a víctimas de accidentes de tráfico, su suegro rico, reparte boletos, símbolo del cinismo y el dinero, Joseph Cotten, el suegro que puede pagar hasta el tiempo de visita en el hospital, y Richard Chamberlain, el niño de papá, con una mente podrida y enfermiza, oculta el sol a una flor tan vulnerable, encerrada en un invernadero a través del que no pasa la luz. Un grupo de señoras en sillas de ruedas con rostros de maniquí, figuras de cera sedentes, desfila mientras Janis Joplin y su banda tocan en directo. Increíble comienzo, el flower power de los sesenta en San Francisco con gente vestida de etiqueta. Lester lo presenta a través de su lente difusa, con un montaje caleidoscópico, una estructura fragmentada, y unos hippies chafarderos, en la secuencia en que la chica ha sufrido la paliza, preguntan que le ha pasado a esa mujer que sacan en camilla.
    Cuidada producción de Lester que pasó sin pena ni gloria por los cines, igual que su posterior distopía cómica “La sala de estar con cama”. El diseño de producción de Dean Tavoularis o la fotografía de Nicolas Roeg aportan categoría al producto final. Con una banda sonora de John Barry integrada, soterrada en el montaje, y cortes psicodélicos de los Grateful Dead y Janis Joplin y su banda.


    Esta noche observamos desde la acera de enfrente a una chica cargando una tuba…

    Raúl Gallego, Salvador Limón, Zacarías Cotán y Chari Medina.

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  • El guion redondo de Brian Helgeland sobre la novela de Dennis Lehane, una madeja de sospechas y maldades, da lugar a una de la grandes obras de Eastwood. Clint siembra dudas, nos pone al nivel de Celeste, la esposa de Dave, un excepcional Tim Robbins, que llega la noche del asesinato con las manos manchadas de sangre y le cuenta una historia inverosímil. La pesadilla es recurrente, el padre susurra a su hijo en la cama antes de dormir, el hombre no es un hombre, es un niño, siempre lo será, un niño aterrado que ha escapado de los lobos,que ha perdido la inocencia de forma horrenda, que nunca podrá ser persona, un vampiro, un ser muerto en vida. Celeste – Marcia Gay Harden – no se fía, cree que Dave es el artífice del crimen sobre el que orbita la trama de Mystic River, el asesinato de una joven en la católica Boston.
    El film abre con tres críos jugando al hockey en una barriada, la pelota caerá en una alcantarilla, y unos nombres quedarán grabados en cemento aún húmedo, a Dave no le da tiempo de escribir el suyo, en ese momento su infancia quedará grabada, cuando acceda a subir al asiento trasero del coche de dos extraños. Los demonios de la noche rondarán a ese hombre muerto en vida, que volverá a subir a otro coche, el que le acerque al río místico, donde los pecados más innombrables se entierran.
    Eastwood trata un tema tan delicado como el abuso infantil, lo hace de modo elegante, quizá en la película más angustiosa de su filmografía. Los lazos de sangre, la pertenencia a la comunidad, la honra, y la fatalidad marcan las vidas de estos personajes. La desgracia infantil marcará el futuro no solo del que sufre el abuso en sus propias carnes, también sus dos amigos, los que le vieron subir al automóvil, llevarán la experiencia para siempre aunque no estuvieran encerrados durante varios días en un sótano. Cada uno de ellos ha intentado salir adelante como ha podido, Jimmy-Sean Penn- metido en líos y diversos delitos ha rehecho su vida con una mujer -Laura Linney-, el personaje de Kevin Bacon es policía, se le asignará el caso de la muerte de la hija de Jimmy, y el traumatizado Dave, padre de familia y casado con otra débil de espíritu.

    Esta noche cerramos la ventana para que no entre los vampiros reales…

    Zacarías Cotán, Raúl Gallego, Salvador Limón y David Velázquez

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  • La obsesión nunca es buena, y menos si uno es agente de la ley y pretende configurar los hechos a su manera. Actuar como un dios inflexible y cruel, manipulador, Max, excelente Michel Piccoli, fuma como si se le fuera la vida en cada calada, lívido y mortuorio, no quiere fracasar más. El antiguo juez de instrucción, ahora policía, se ha propuesto atrapar a los criminales en delito flagrante, aunque para eso tenga que inducir al crimen a unos malhechores de poca monta, unos chatarreros que se sacan cuatro perras con chanchullos varios.
    A diferencia de la road movie anterior dirigida por Sautet, A todo riesgo, con el icónico Lino Ventura, Max y los chatarreros se conduce con un tono claustrofóbico, un polizonte perverso juega a demiurgo con unos pobres diablos. A lo largo del film van apareciendo personajes que aportan sustancia, impagable el encuentro entre Caín y Abel, o Max y Abel – Bernard Fresson- , el hombre del sombrero engaña al viejo conocido, mientras degustan el segundo Pernod en una cafetería parisina. Y a los 30 minutos más o menos surge la deidad, la prostituta reina de Nanterre y confidente del policía. Romy Scheider y Michel Piccoli están espléndidos .la simbiosis y el misterio de su relación llevan este policiaco a una dimensión diferente. Max quiere utilizar a esa mujer para su objetivo, y ahí entrará otra obsesión que quizá el agente del orden no esperaba, a partir de ahí el monstruo se humaniza, la bestia se enamorará.
    Sautet delinea en su cine un acercamiento especial a los seres humanos, Daniel Auteil y Emmanuelle Beart cruzaban miradas al final de la magnífica Un CorazOn en invierno, del mismo modo Lily y Max quedarán en otro momento para culminar su affaire, quizá en otra vida.

    Esta noche admiramos a la señora de rojo sobre fondo rojo…


    Zacarías Cotán, Raúl Gallego y Salvador Limón

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  • Es difícil abarcar la angustia del joven protagonista que lee clásicos a su amante en una bañera. En la novela original de Bernard Schlink Michael es el narrador, David Hare y Daldry, guionista y director decidieron no utilizar voz en off, asistimos a los hechos siempre desde la mirada del adolescente y después del hombre. No es cómodo sentir empatía por una mujer que ejerció de guardiana de un campo de concentración en la Alemania nazi, seleccionando las prisioneras que iban llegando para ser asesinadas una a una. Hannah Schmidt formaba parte del engranaje asesino de las SS, nadie le obligó a alistarse cuando trabajaba de joven en la Siemens, así lo declara en el juicio posterior. Y sin embargo, la magia del cine nos puede hacer sentir a algunos cierta compasión por esa mujer encerrada y semianalfabeta que ama que le lean en voz alta la literatura de Chejov, Schiller o Goethe. Esto es mérito de una excepcional Kate Winslet, que sabe trasladar los rasgos descritos por Schlink en su best seller.
    David Kross está a la altura con su personaje del chico que despierta su sexualidad con una mujer bastante más mayor. La cobradora del tranvía y el estudiante de Bachiller entablan una intensa relación, tanto que marcará la vida de ambos para siempre. Daldry escogió a Ralph Fiennes para encarnar al hombre adulto, en un papel poco dado al lucimiento, su contención, su eterno mirar al pasado, al principio del film se verá a sí mismo en un pasajero de un tranvía, y en una de las secuencias más emotivas, decidirá grabar su voz recitando los libros que leía, y mandar las cintas por correo a Hannah en su condena perpetua.
    El trasfondo de este drama es el genocidio, el dilema entre la legalidad y la moral, el trauma y la culpa de la sociedad alemana. El profesor de Derecho -Bruno Ganz- dictamina en el aula, toda sociedad se rige por las leyes, y no por la moral. En realidad se nos cuenta una historia de amor entre dos generaciones de alemanes, la que vivió durante la contienda y la de los descendientes. Por debajo el arte como vía de escape, las obras de Chejov, de Goethe, de Schiller, al que según Hannah lo que le hacía falta era una mujer. Schiller, para quien solo el amor y el arte podían salvar la desazón del alma. Esa misma literatura también la condenará, es el libro escrito por una superviviente el que la delata junto a las otras guardianas, y una pila de libros le ayudará a terminar sus días en la celda antes que enfrentarse a un mundo que no es el suyo.

    Esta noche grabamos nuestra voz en un casete leyendo obras clásicas…

    Zacarías Cotán, Raúl Gallego y Chari Medina

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  • Este estupendo thriller dirigido por Bong Joon Ho adapta de manera libre los crímenes de un asesino en serie que sembró el terror en Corea del Sur durante los últimos años de la dictadura militar en los ochenta. Con un principio y un final luminosos en unos arrozales donde los niños juegan y corren tras los tractores como si nada, la fotografía magnífica de Kim Hyeong-gyu nos engaña, como decía David Lynch, el horror siempre se oculta tras la superficie, aquí no hay una oreja cortada, en ese entorno rural de cielos azules, campos verdes y amarillos dignos del mejor cuadro de Van Gogh, un policía se inclina para observar el cadáver de una chavala bajo un canal de riego, a su lado un crío repite mecánicamente sus palabras, sus órdenes ridículas, porque los métodos de esos profesionales son realmente chapuceros, no hay rigor en su investigación.
    ¿Dónde están los forenses? ¿Y el qué puso la denuncia? Pregunta a gritos el poli más simpático, su compañero es especialista en patadas giratorias con sus botas militares, a los Chuck Norris. El sospechoso gimotea y llama a su papá, le han detenido y están convencidos de que ese chico débil es el autor material de los hechos porque recita el modus operandi del asesino de memoria.
    Bong Joon-ho sabe trasmitir la desesperación de esos agentes que no dan con la tecla, buscan a ciegas. Un policía que confía en su intuición, que recurre a una vidente, al fin será la compañera detective la que muestre más profesionalidad, ha comprobado que cada noche que el asesino actúa, la misma canción pop, “Carta Triste”, suena en la radio.
    La ambientación de una Corea del Sur precaria en los años de atraso económico, las fuerzas del orden más cutres y los resultados del ADN enviados a los Estados Unidos para estudiarlos, en Corea no disponían de la tecnología adecuada. Bong nos encierra en ese sótano dela comisaría donde maltratan a un ser desvalido, pone la cámara en el rostro amordazado de una joven a punto de morir, y así encadena el sufrimiento más duro con golpes de humor gamberro y crítica de una sociedad ramplona y cateta como la del lugar donde ocurren los hechos. El detective enviado desde Seúl, más preparado y sereno, terminará perdiendo los estribos igual, contagiado o desesperado ante la certeza y la impotencia.

    Esta noche cantamos en el karaoke una canción ligera coreana…

    Salvador Limón, Zacarías Cotán, Raúl Gallego y Chari Medina

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  • El cine de Antonioni encuentra una de sus cumbres en La Aventura (1960), inicio de la trilogía de la incomunicación, junto con “La noche” y “El Eclipse”, tetralogía con “El desierto rojo” para otros. En todas domina la belleza hierática y febril de Mónica Vitti, en La Aventura es la amiga de Lea Massari, la niña de papá, novia del arquitecto Sandro -Gabriele Ferzetti- Las escritura cinematográfica de Antonioni no se rige por una estructura narrativa tradicional, con una plástica de encuadres excelente, el abismo de los acantilados de las islas Eólicas refugia la angustia de los burgueses en el crucero, matrimonios cansados de oírse y de verse, tipos nefastos, podridos de dinero y hartos de todo, a uno en un momento dado se le resbala una vasija antigua y se rompe, se encoge de hombros como si tal cosa. La joven romana se baña y grita aterrada, un tiburón inexistente, surgió de la nada y se perdió en ella, igual que la misma mujer, desaparecerá para siempre entre el mar y las rocas sicilianas. En un principio la buscan, la llaman, y en poco tiempo se van olvidando de ella, se diluye su presencia hasta el punto de que la amiga y el novio comenzarán un romance a las pocas horas.
    En una de sus continuas desavenencias con su voluble y egoísta compañera, antes que desaparezca, Sandro se pregunta de qué sirve discutir, de que sirve el lenguaje en un mundo que va a la deriva. Nada parece importar en las relaciones de estos burgueses aburridos, solo el dinero y la apariencia, devorados por el Spleen de los poetas malditos, de Baudelaire o Rimbaud, de algún modo los personajes de La aventura están perseguidos por la maldición de existir. Como dijo Lucrecio, nada es estable, toda vida termina con un ademan incierto, cuando el deseo de la carne da paso a la desidia, así Sandro no parece nunca estar satisfecho, es un aventurero sin objetivos. Aplaudir desde la barbarie el fin del romanticismo, los iluminados de hoy en día lo gritan y celebran desde sus púlpitos. Antonioni, visionario, ya retrató a esa gente desalmada. La desaparición de Lea Massari es lo de menos, a Antonioni le interesa la reacción de los otros. Claudia pasa de la preocupación al miedo de que la amiga haya sobrevivido, y es que esto sería el fin de la aventura.

    Esta noche tañemos las campanas de la iglesia en un pueblo de las islas sicilianas…

    Zacarías Cotán, Chari Medina, Salvador Limón y Raúl Gallego

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