Afleveringen

  • Orar es hablar con Dios. Cuando oramos, nos dirigimos a Dios para alabarlo, para declararle nuestra confianza o para comunicarle a Dios nuestros problemas y nuestras luchas. Pero nos dice Romanos 8:26 que durante nuestra oración, el Espíritu Santo intercede por nosotros, de modo que cuando no sabemos cómo pedir, el mismo Espíritu de Dios nos ayuda a orar. Y vemos que a través de la oración, nuestras emociones son transformadas, nuestros pensamientos son moldeados y nuestra manera de ver la vida cambia. Esta es la obra de Dios en nuestro ser. Los salmos de sabiduría incluyen verdades de la Palabra de Dios. Y es que la Palabra de Dios transforma nuestra manera de ver las cosas y afirma la voluntad de Dios en nuestras vidas. Hay varias oraciones en las que el salmista, tras compartir su situación con Dios y repasar las verdades de la Palabra de Dios, habla, no a Dios, sino a su propio ser. No llamaríamos a esto orar, pero sí que es el resultado de haber pasado tiempo en oración con Dios.


    En el Salmo 42:5, 11 y 44:5; el salmista repite la misma pregunta a su alma:

    ¿Por qué te abates, oh alma mía,
    Y te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
    Salvación mía y Dios mío.

    ¿Por qué te abates, oh alma mía,
    Y te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
    Salvación mía y Dios mío.

    ¿Por qué te abates, oh alma mía,
    Y te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
    Salvación mía y Dios mío.

    ¿Paras tú a hablar con tu alma cuando no te sientes bien? Cuando estás turbada, ¿vas a Su presencia y hablas las verdades de la Palabra de Dios a tu propia alma? ¿’Dejas que la verdad de la Palabra llegue a los más profundo de tu ser?

    David en el Salmo 103 habla a su alma:


    “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
    Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.
    El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;
    El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias;
    El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.
    Jehová es el que hace justicia Y derecho a todos los que padecen violencia.
    Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras.
    Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.”
    (Salmo 103:1-8)


    Y tras repasar estas verdades sobre Dios, David anima a su alma a bendecir al Señor. Lo encontramos también en el Salmo 104 y más tarde en el 146.

    Bendice, alma mía a aquel que tanto me ama, a aquel que me ha hecho y me guía.

    ¿Has hablado tú a tu propio ser de este modo en algún momento? Cuando nuestros pensamientos nos afanan o nos deprimen, vayamos a la presencia de Dios como hemos visto en los Salmos. Y una vez hayamos repasado las verdades que nos pueden liberar de las garras de nuestras dudas y temores, podremos hablarnos a nosotras mismas.
    Para hoy para hablar con el Señor, y para hablar las verdades de Su Palabra a tu propio ser. Bendiga tu alma al Dios de los cielos.

  • Hay algunos salmos curiosos en que el salmista se justifica delante de Dios. Me recuerda a la oración de Job cuando sufría y no entendía por qué le había venido el mal cuando él con todo su corazón procuraba agradar a Dios. Estos salmos pueden llegar a incomodarnos, ya que entendemos que no hay nadie que pueda, por su justicia, merecer ningún favor de Dios. Entendemos que los favores de Dios son siempre inmerecidos. Entendemos por la enseñanza de la Palabra que el ser humano es incapaz de impresionar a Dios por sus acciones. Hay de todos modos personas que se sacrifican de un modo o de otro para alcanzar el favor de Dios. Esto puede resultar en una actitud de orgullo o en una frustración constante. Pero nunca sirve para merecer los dones de Dios.

    En otros salmos, como en el 51, vemos al salmista rogando a Dios que tenga de él misericordia, reconociendo su maldad y su incapacidad de agradar a un ser sumamente santo. En estos, el salmista ruega a Dios que mire su condición, que reconozca su arrepentimiento y deseo de rectificación, y que supla sus necesidades.

    El salmo 41 también es una oración pidiendo misericordia; suena como una de las oraciones de lamento de Job:

    “Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;
Sana mi alma, porque contra ti he pecado.
    Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:
¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?
    Y si vienen a verme, hablan mentira;
Su corazón recoge para sí iniquidad,
Y al salir fuera la divulgan.
    Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
Contra mí piensan mal, diciendo de mí:
    Cosa pestilencial se ha apoderado de él;
Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.
    Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
    Alzó contra mí el calcañar.”

    ¿Verdad que es similar a la situación de Job cuando en su enfermedad fue acusado por sus propios amigos?

    En este salmo, David pide misericordia; en el versículo 10: “Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar” David le dice a Dios que pueda mejorar para que los que le atormentan no se alegren en su padecimiento. Vemos esta petición de misericordia en muchos otros salmos, basada en la relación personal del salmista con Dios.

    Salmo 85:10“Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia, Y danos tu salvación.” o
    Salmo 86:3 Ten misericordia de mí, oh Jehová; Porque a ti clamo todo el día.


    Sin embargo hay muchas ocasiones en las que el salmista, en lugar de misericordia, pide justicia. Muchas veces, la petición de misericordia va acompañada de la petición de justicia: misericordia para aquel que está siendo afligido, y justicia para el que está afligiendo a otro. En el salmo 41, el cual acabamos de leer, hay un lamento y un deseo de que los que hacen mal sean refrenados, reprendidos y castigados. Esto lo podemos ver en otros salmos también:

    Salmo 31: 16-18 “Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
Sálvame por tu misericordia.
    No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;”

    Mas para el malo en el 17-18 pide:
“Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol. Enmudezcan los labios mentirosos,
Que hablan contra el justo cosas duras Con soberbia y menosprecio.”


    En el salmo 79, Asaf pide misericordia para el pueblo de Israel en el versículo 9:

    “Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;
    Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. “(9)

    Y al mismo tiempo pide juicio sobre los que no reconocen a Dios en el versículo 6: “Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, Y sobre los reinos que no invocan tu nombre.” (6)

    David en el salmo 59 pide rotundamente en el 5:

    “No tengas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. (5) y en el 11: “Dispérsalos con tu poder, y abátelos”

    Mas cuenta con la misericordia de Dios en el versículo 10: “El Dios de mi misericordia irá delante de mí; Dios hará que vea en mis enemigos mi deseo.”

    Y es que es normal pedir misericordia para nosotros mismos y pedir justicia para el enemigo. Mas vemos en Jesucristo, en el nuevo testamento, un cambio de dinámica. Jesús nos pide que oremos por los que nos afligen. Pero no como David y los otros salmistas oraban, pidiendo juicio y castigo sobre estos. Jesús nos pide que amemos a nuestros enemigos.

    Mateo 5:43-48
    “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

    Esta perfección no implica falta de error, pero implica un deseo de ser justos y misericordiosos como Dios es con nosotros. Y creo que la clave se encuentra en el equilibrio que Dios presenta en el Salmo 85:10

    “La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia y la paz se besaron.”

    Dios es verdad y conoce toda la verdad, y sin embargo, puede mostrar misericordia hacia el pecador, no ignorando los hechos, sino dando oportunidad para el perdón y la rectificación.

    Del mismo modo, Dios es justo y santo, no pudiendo soportar la injusticia y la impiedad; mas Dios no imparte justicia de forma vengativa, sino que busca la paz con el pecador. Una vez más, sin sacrificar su santidad. Mas Él da la salida para que el pecador se arrepienta y pueda hacer las paces con Dios.

    Salmo 89:14
    “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro.”

    Ese en mi Dios, Dios justo y Dios de paz; Dios de verdad y de infinita misericordia. Como el profeta Jeremías declara en Lamentaciones 3:22-23 “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”

    Que Dios nos dé el amor que necesitamos para orar por los que nos afligen con la misericordia que Dios ha demostrado hacia nosotros, y ser justos con la paz con la que Dios nos ha alcanzado.

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  • En el libro de los salmos vemos reflejada la naturaleza humana. Dios incluye estos cánticos y oraciones en Su Palabra porque sabe que somos débiles y propensos a desanimarnos en los momentos de dificultad. Nos podemos sentir culpables de pensamientos negativos y de desánimo, y es muy probable que las palabras de algunos de estos salmos hayan formado parte de nuestros pensamientos en privado, si no de comentarios espontáneos.

    En el salmo 77, Asaf el cantor levita comparte los pensamientos y dudas que experimentó en tiempos de angustia:

    “Al Señor busqué en el día de mi angustia;
Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso;
Mi alma rehusaba consuelo.
    Me acordaba de Dios, y me conmovía;
Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah
    No me dejabas pegar los ojos;
Estaba yo quebrantado, y no hablaba.
    Consideraba los días desde el principio,
Los años de los siglos.
    Me acordaba de mis cánticos de noche;
Meditaba en mi corazón,
Y mi espíritu inquiría:
    ¿Desechará el Señor para siempre,
Y no volverá más a sernos propicio?
    ¿Ha cesado para siempre su misericordia?
¿Se ha acabado perpetuamente su promesa?
    ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?
¿Ha encerrado con ira sus piedades?” Selah
    (Salmo 77: 2-15)


    Los pensamientos y las luchas de Asaf, una vez más, se ven reflejadas en este salmo. Y es que Asaf, como cualquiera de nosotros, tenía tendencia a olvidar todo lo que Dios había hecho en el pasado. Como ocurrió con el pueblo de Israel , como lo vimos en la vida de Job, como el rey David clamó en el salmo 10: “¿Por qué estás lejos, oh Jehová en el tiempo de la tribulación?” o en el 13: “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?”

    Asaf para en medio de su reflexión, así como lo hizo en el salmo 73; para y recapacita. Es su momento de ir a la presencia del Altísimo, y ahí se percata de la realidad y confiesa su error:

    “Dije: Enfermedad mía es esta; 
Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo.
    Me acordaré de las obras de JAH;
Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.
    Meditaré en todas tus obras,
Y hablaré de tus hechos.
    Oh Dios, santo es tu camino;
¿Qué dios es grande como nuestro Dios?
    Tú eres el Dios que hace maravillas;
Hiciste notorio en los pueblos tu poder.
    Con tu brazo redimiste a tu pueblo,
A los hijos de Jacob y de José.” Selah


    Como ocurrió en el salmo 73, el estado de ánimo de Asaf cambió cuando entró a la presencia del Señor.

    El salmo siguiente, el 78, es una recapitulación de la fidelidad de Dios al pueblo de Israel. Aún cuando el pueblo había sido infiel, Dios había permanecido fiel. El último versículo lee: “Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, Los pastoreó con la pericia de sus manos.” (78:72)

    Dios ha permitido que tengamos a nuestro alcance los pensamientos de hombres fieles que pasaron por momentos de desesperación. Pero fijémonos de nuevo en el hecho de que cuando pasaron tiempo con el Señor, sus pensamientos fueron aclarados. El pueblo de Israel, a pesar de sus muchas caídas, tuvo que reconocer que Dios había sido siempre fiel. Dios nunca fue el que los había olvidado o los había abandonado. Muy al contrario, habían sido ellos los que vez tras vez habían dado la espalda a Dios. El libro de Job, en las conversaciones y oraciones de un hombre que amaba a Dios, nos muestra la transformación del modo de ver la vida de Job al ver a Dios como realmente es, y vemos que Job declara la soberanía y la bondad de Dios. David, en el salmo 13, recapacita y declara: “Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová. Porque me ha hecho bien.”

    Asaf, del mismo modo, llegó a la conclusión de que esos pensamientos y sentimientos de decepción no tenían una base real, ya que como David expresó en el salmo 23, si Dios es el que nos cuida, no tenemos de qué preocuparnos.

    Cuando sientas dudas o experimentes decepción, ve al Señor en oración, y comparte con Él tus emociones. Dios no te lo va a echar en cara. Si vienes dispuesta a ser transformada por Él, experimentarás el cambio de actitud que experimentaron los salmistas. Cuando veas lo que Dios ha hecho por ti y lo que todavía quiere hacer, te sentirás apacentada por el que es el buen Pastor, y tu corazón se alegrará en Dios, porque Él te ha hecho bien.

  • Hay varios salmos de lamento en los que el salmista reconoce que ha pecado contra Dios y confiesa su pecado.

    El salmo de arrepentimiento más conocido es el 51. En el salmo 51, David pide la misericordia de Dios, reconociendo su propio pecado.

    “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
    Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
    Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
    Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;”
    (1-4)

    Habiendo reconocido que él mismo es el que había traído la situación a su propia vida al pecar con Betsabé y tratar de cubrirlo con el asesinato del marido de esta, David rogaba a Dios que tuviera misericordia de él. No estaba pidiendo que las consecuencias desaparecieran, pero le pedía a Dios que produjera un cambio en su vida:

    “Purifícame con hisopo, y seré limpio;
    Lávame, y seré más blanco que la nieve. Y
    Borra todas mis maldades.” (7, 9)

    En estos primeros versículos, David pide ser limpio de su maldad. Ruega que Dios lo purifique y borre su iniquidad. Continúa pidiendo que Dios le dé el corazón limpio que él quiere tener, reconociendo que sin la ayuda de Dios no podría ser justo. Le pide a Dios:

    “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (10)

    Y habiendo confesado su mal, David busca la reconciliación con Dios:

    “No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
    Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.” (11-12)

    Con esto últimos versos, David ruega que su relación con Dios no se acabe, sino que sea restaurada. Para él, lo más importante en su vida era su relación personal con Dios. El poder experimentar la dirección del Espíritu Santo, el disfrutar del gozo que trae la salvación de Dios, y poder sentir cada día que no hay nada interponiéndose entre Dios y uno mismo son algunos de los muchos beneficios de una relación personal continua con Dios mismo.

    Como resultado, en el salmo 51, David se compromete en la última parte del salmo a enseñar a otros lo que él ha aprendido por sus errores, y a publicar las verdades aprendidas, cantando y publicando alabanza a Dios. (15)

    “Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.”

    David había aprendido que Dios no quiere nuestros esfuerzos, sino que la alabanza que le agrada es una vida de obediencia, un corazón arrepentido que busca comunión con Él:

    “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
    Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (16-17)

    Es la importancia del perdón lo que refleja el salmo 32, escrito también tras la situación con Betsabé. En este salmo, David describe la bendición de haber sido perdonado de su maldad. El salmo comienza describiendo el daño que la culpa hace al cuerpo humano. Hay muchas enfermedades hoy en día que se desarrollan a causa de culpa acumulada, de pecados no confesados, que corroen el cuerpo y el espíritu hasta destruirlo. El salmista declara:

    “Mientras callé, se envejecieron mis huesos
    En mi gemir todo el día.” (3) Y
    “se volvió mi verdor en sequedades de verano” (4)


    El salmo 31:9-10 dice:
    “Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.”

    Sus huesos sufrían la ansiedad que su culpabilidad le causaba. Mas cuando dejó de esconderlo y lo trajo a Dios, su estado cambió.
    Al confesar su mal al Dios que oye en los cielos y experimentar el perdón, fue perdonado y restaurado. David le habla a Dios:

    “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
    Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
    Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” (5)

    Proverbios 28:13 nos recuerda esta misma verdad: “El que encubre sus pecados no prosperará;
Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”

    No guardemos culpa por nuestros pecados. Vayamos al único que puede perdonar nuestros pecados y confesemos nuestro mal, porque en su perdón hallaremos la paz y el gozo que viene de un corazón arrepentido y restaurado. Salmo 32:10

    “Muchos dolores habrá para el impío;
    Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.”

  • En el salmo 1 veíamos un contraste entre el que camina en el camino de Dios y el que va por su propio camino. Vimos que no todos los caminos llegan a Dios. En Juan 14:6 Jesús dice: Yo soy EL camino, LA verdad y LA vida. No dice “yo soy UN camino, Una verdad, UNA vida. Y por si el lector no lo ha entendido bien, lo reafirma diciendo: NADIE viene al Padre sino por mí.”

    Este no es el único salmo que nos presenta este contraste.

    En el Salmo 11: 5-7 Jehová prueba al justo; nos dice: 
“Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. Sobre los malos hará llover calamidades;
Fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. Porque Jehová es justo, y ama la justicia;”


    En el Salmo 18: 25-27 David canta de cómo Dios, en su justicia, protege al recto de corazón, mas tratará con severidad al perverso.
    “Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, Y recto para con el hombre íntegro.
    Limpio te mostrarás para con el limpio, Y severo serás para con el perverso.
    Porque tú salvarás al pueblo afligido, Y humillarás los ojos altivos.”

    Mas no siempre parece que esto sea así. El salmo 73:5-9 muestra que el impío prospera:

    “No pasan trabajos como los otros mortales,
Ni son azotados como los demás hombres.
    Por tanto, la soberbia los corona;
Se cubren de vestido de violencia.
    Los ojos se les saltan de gordura;
Logran con creces los antojos del corazón.
    Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;
Hablan con altanería.
    Ponen su boca contra el cielo,
Y su lengua pasea la tierra.”


    El Salmo 73 fue escrito por Asaf, el cantante principal de los levitas. Asaf estuvo presente cuando el arca fue trasladada desde la casa de Obed-edom a la “Ciudad de David” Esto lo podemos ver en 1 Cr 15:17, 19, 25-29.) Mas en el salmo 73 comparte su testimonio personal sobre cómo luchó con sus emociones cuando miró a su alrededor y vio que los injustos no eran castigados y parecían vivir una vida sin problemas.

    En el salmo 73:2-4 leemos:

    “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;
Por poco resbalaron mis pasos.
    Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos.
    Porque no tienen congojas por su muerte,
Pues su vigor está entero.”

    Al igual que vimos en el libro de Job, la calamidad no es siempre para el impío; también llega al recto y justo. Y en este salmo, Asaf sufre al ver que los malos, arrogantes y violentos prosperan en esta vida mientras hay justos que están padeciendo. Esto le causaba sentimientos depresivos. Dice el versículo dos que esto casi lo hizo deslizarse, y por poco resbalaron sus pies, en sentido emocional y espiritual. Era tentado a pensar las palabras del versículo 13: “Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia;”

    Seguramente llegó a preguntarse: ¿De qué me sirve vivir una vida recta si al malo todo parece irle bien y a mí las cosas no me van mejor?

    Pensaba: “Es en vano que viva justamente, que limpie mi corazón de perversidad, que vida una vida recta.” Quizás debería actuar como ellos, pensaba, y así mi vida sería más fácil.

    Mas, como dice en el 16, “Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí,” Este pensamiento no le traía consuelo ni esperanza. Estos pensamientos no le hacían bien. Lo único que producían en él era amargura y ansiedad. En el versículo 21 declara: “Se llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas.”

    Pero todo cambió de repente. Su perspectiva ante las injusticias de la vida cambió. ¿Y sabes cuándo?
    El versículo 17 nos lo dice: “Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos.”

    Cuando Asaf entró en el santuario de Dios, cuando fue a la presencia de Dios en oración y repasó sus pensamientos, trayéndolos cautivos ante la presencia del que es el camino, la verdad y la vida, todo cobró sentido. Cuando Asaf se dio cuenta de que el Dios justo hará justicia, y que el fin de los que rechazan a Dios es la muerte eterna, ya no tenía envidia de ellos. Entonces podía sentir lástima por el pecador. Podía estar agradecido por el destino glorioso de los que han puesto su confianza en Cristo.

    Los versículos 23-26 dicen:

    “Con todo, yo siempre estuve contigo;
Me tomaste de la mano derecha.
    Me has guiado según tu consejo,
Y después me recibirás en gloria.
    ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
    Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”

    Y el salmo acaba con una afirmación de la esperanza del cristiano:

    “Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
    He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
    Para contar todas tus obras.”

    Asaf había visto el mundo con sus propios ojos y se había frustrado, mas cuando vio el mundo desde la perspectiva de Dios pudo descansar en las promesas de su Señor.

    ¿Cómo estás viendo el mundo? La elección es tuya, pero confiar en el Señor y acercarse a él es, sin duda, el bien. Pon en Dios tu confianza, y te encontrarás contando todas sus grandiosas obras.

  • Los Salmos Mesiánicos son aquellos que tratan de la persona y la obra del Señor Jesucristo. Para que un salmo se considere mesiánico debe contener por lo menos una referencia directa a Cristo, y estar explicado en el Nuevo Testamento en conexión a Cristo.” Podemos encontrar 16 salmos mesiánicos en el libro de los salmos.

    Hay tres salmos que no se explican en el nuevo Testamento pero que consideramos mesiánicos porque hacen referencia clara al Mesías. El salmo 24, habla del rey de gloria, el 72 nos presenta el reino milenial de Cristo y el 89 nos habla del pacto que Dios hizo con el rey David y que se cumpliría con el Mesías, el hijo de David.

    Algunos de estos salmos hablan del Mesías en todo el salmo, y en otras ocasiones, solamente un versículo o un párrafo se refiere al Rey Mesías. Para más información sobre estos salmos, dejo un enlace en el texto adjunto.(https://tesorodigital.com/los-salmos-mesianicos-por-t-e-wilson-66-paginas/)

    El salmo 22 es uno de esos salmos que trata enteramente del Mesías. Es uno de los cuatro que tratan la muerte de Cristo, y el 22 es específicamente sobre el sacrificio que Cristo hizo para pagar la deuda del pecado. Habla de la pasión del Cristo, de cómo sufrió para que nosotros pudiéramos ser libres de la paga del pecado, que según nos recuerda Romanos 6:23 es la muerte eterna. Sin embargo, como este mismo versículo nos dice, “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

    El Salmo 22 comienza con las palabras que Cristo dijo estando en la cruz cuando exclamó: Elí, Elí, lama Sabactani, que en castellano lee: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

    Esta primera parte del salmo nos presenta a un Dios Santo. Tan Santo que no podía mirar a Jesús en la cruz, cargando en sí el pecado de toda la humanidad. Por lo que el Padre tuvo que girar su cabeza para no mirar, y Jesús, mucho más allá de sufrir el dolor físico de la cruz, tuvo que sufrir el dolor emocional de la ausencia de Su Padre, una ausencia que aunque fuera corta, era el único instante en toda la eternidad en que Dios Padre y Dios Hijo estarían separados, y la causa era nuestro pecado.

    El pueblo judío había estado esperando al Mesías durante siglos. El Salmo 22 no era desconocido a los judíos de la época de los romanos. Había sido escrito más de mil años antes de que Cristo sufriera la cruz.
    El salmista proclamaba un milenio antes

    “En ti esperaron nuestros padres;
Esperaron, y tú los libraste.
    Clamaron a ti, y fueron librados;
Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.”
    Salmo 22:4-5


    Sin embargo, cuando el Mesías llegó, no lo reconocieron. Lo tuvieron entre ellos, mas no lo aceptaron, sino que lo enviaron a morir en la cruz, derramando sangre inocente.

    En el Salmo 22:16-18 el salmista escribió siglos antes, narrando exactamente el trato que recibió Jesús en su crucifixión:

    “Me ha cercado cuadrilla de malignos;
    Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos;
    Entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos,
    Y sobre mi ropa echaron suertes.”
    Justo como narran la muerte de Jesús en la cruz los evangelios, el salmo 22 ya lo anunciaba como un hecho.

    Mientras Jesús colgaba en la cruz, sufriendo nuestro castigo, los que le observaban gritaban:

    “Se encomendó a Jehová; líbrele él;
Sálvele, puesto que en él se complacía.”

    En el nuevo testamento, en Mateo 27:43 leemos el eco de este salmo:

    “Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.”
    Y recordemos que en el bautismo de Jesús en el Jordán, la voz del Padre desde el cielo exclamó: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Mateo 3:17

    Cristo tuvo que sufrir, tuvo que morir, y ser sepultado durante tres días, mas sabemos que la muerte no lo venció, sino que Él salió triunfante sobre la muerte y el pecado para la eternidad. Los versículos 23-25 proclaman:

    “Los que teméis a Jehová, alabadle;
Glorificadle, descendencia toda de Jacob,
Y temedle vosotros, descendencia toda de Israel.
    Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido,
Ni de él escondió su rostro;
Sino que cuando clamó a él, le oyó.
    De ti será mi alabanza en la gran congregación;”


    Hebreos 5:7 Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente”

    Dios no escondió su rostro. Por lo que podemos nosotros ahora alabar a Dios, dando gracias por Su obra redentora en la cruz. Este precioso salmo nos recuerda la maravillosa obra de amor de nuestro Salvador, que desde el principio planeó el rescate de aquellos que ponen su confianza en Él. Gracias a Dios por la salvación en Cristo.

  • “Jehová es mi pastor; nada me faltará.
    En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
    Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
    Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
    Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
    Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”

    Si es la primera vez que escuchas este salmo, notarás que el salmista está expresando confianza plena en Dios para los momentos más difíciles. Es muy posible que lo hayas escuchado, que lo hayas memorizado, y que lo hayas recitado en momentos de temor y confusión a lo largo de tu vida. Este salmo es sin duda el salmo de confianza por excelencia. ¿Has probado a leerlo en diferentes versiones? Cuando memorizamos un poema y lo decimos muchas veces, podemos caer en el error de pasar por alto detalles que pueden ser de mucha bendición. Sugiero que leas el mismo salmo en una versión distinta, porque un pequeño cambio de expresión puede despertar tu entendimiento del salmo. Quisiera leerlo en un par de versiones distintas.

    “El Señor es mi pastor, nada me falta.
    En verdes praderas me hace descansar, junto a aguas tranquilas me lleva.
    El Señor me reconforta, me conduce por caminos rectos haciendo honor a su nombre.
    Aunque camine por valles sombríos no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan.
    Ante mí preparas una mesa delante de mis enemigos, unges mi cabeza con aceite y mi copa rebosa.
    El bien y la bondad estarán conmigo todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor durante días sin fin.”
    SALMOS 23:1-6 BLPH (La Palabra)

    En esta versión, los tiempos verbales nos muestran, como comentábamos ayer, la relación entre la confianza para el futuro con lo que Dios está haciendo en nuestras vidas en este momento y lo que ha hecho en el pasado.

    “El SEÑOR es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre. Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan. Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones. Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del SEÑOR viviré por siempre.”
    Salmos 23:1-6 NTV

    Resalta la confianza del salmista en tiempos inciertos y complicados, con la seguridad de que Dios es capaz de hacernos disfrutar de banquete incluso cuando estamos rodeados de peligros.


    ¿Has probado a escribir una versión alternativa en tus propias palabras? Cuando ponemos algo en nuestras propias palabras, no estamos cambiando el significado, sino que más bien estamos haciéndolo personal, y al mismo tiempo hacemos el ejercicio de entender lo que el autor quería comunicar y expresarlo con un lenguaje que para nosotras mismas es más común. Te doy una idea de cómo el salmo 23 sonaría en mis propias palabras.

    Si el Señor es mi pastor, no necesito nada.
    Me hace descansar en prados verdes, y
    Me lleva junto a arroyos cristalinos.
    Conforta mi alma y renueva mi espíritu.
    Me guía por sendas justas, y así trae honra a su propio nombre.
    Y aún cuando pase por mi hora más oscura, no temeré, porque tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me proporcionarán aliento.
    Preparas banquete incluso en la presencia de mis enemigos. Me unges con aceite, mi copa esté llena. Sin duda, el bien y la misericordia me acompañarán todos los días, y viviré en la casa de mi Señor eternamente y para siempre.
    Salmo 23


    Hagamos de los salmos nuestras oraciones personales, porque el mismo Dios de los salmistas es nuestro Dios y Padre. A Él sea la gloria.

  • En la categoría de los salmos de confianza, también he incluido aquellos en que el salmista está dando gracias a Dios por lo que ha hecho por él en el pasado. Cuando decidimos ser agradecidos a Dios, estamos afirmando que Él ha hecho por nosotros maravillas inmerecidas. Al escoger una actitud de gratitud, alabamos a Dios por Su cuidado de nosotros en el pasado y en el presente, y al mismo tiempo podemos proclamar nuestra confianza en Él para situaciones futuras.

    Los salmos comunican a menudo la protección de Dios. Cuando el salmista se encontraba en situaciones peligrosas, sabía que podía confiar en Dios, porque Dios podía protegerlo de cualquier cosa y también quería hacerlo.

    Salmo 17:7 “Tú salvas a los que se refugian a tu diestra” Basándose en esta verdad, David podía pedirle a Dios protección individual en los siguientes versos: “Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas, De la vista de los malos que me oprimen, De mis enemigos que buscan mi vida.”

    En el salmo 18, el salmista alaba a Dios por cómo lo había sacado de las muchas aguas, lo había librado de poderoso enemigo, lo había sacado a lugar espacioso (18:16-19)
    Si recuerdas 2 Samuel 22, David escribe y canta este salmo de cómo Dios lo había protegido de sus enemigos, incluyendo de su propio suegro, el rey Saúl.

    David se sentía seguro en su Señor:

    En el salmo 18:28-29 “Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros.

    18:30-34 “En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová;
    Escudo es a todos los que en él esperan. Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de poder, Y quien hace perfecto mi camino;
    Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas;
    Quien adiestra mis manos para la batalla, Para entesar con mis brazos el arco de bronce.

    En esta sección escrita en presente David declara que Dios sin duda protege, porque su naturaleza omnipotente y amorosa así funciona.

    Vemos a David en la segunda parte del salmo afirmando que Dios lo ha protegido todo el tiempo que ha sido acosado por sus enemigos.

    En el versículo 35 y hasta el 45 el tiempo verbal cambia al pasado para expresar lo que Dios había hecho por él.

    18:35-36 “Me diste asimismo el escudo de tu salvación; Tu diestra me sustentó, Y tu benignidad me ha engrandecido.
    Ensanchaste mis pasos debajo de mí, Y mis pies no han resbalado.”

    Y a partir del 46 y hasta el final (50) David vuelve a alabar a Dios por su cuidado en el tiempo presente. Y en medio de su alabanza, David afirma que él, por todo lo que ha podido experimentar de la fuerza y la bondad de Dios, proclamará , avanzando hacia un tiempo futuro, el nombre de Dios entre las naciones.


    Este patrón del salmo se puede ver en otros salmos también. El salmista medita en la naturaleza de Dios, destacando los atributos personales de Dios que lo hacen admirable. Continua repasando las veces que Dios ha mostrado sus atributos personalmente en favor del salmista, y concluye con si Dios es así, y en el pasado ha actuado de tal modo, que en un futuro volverá a mostrar su poder y bondad en las situaciones venideras. Esta es la base de la confianza.

    Salmo 33:20-21:Nuestra alma espera a Jehová; Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
    Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, Porque en su santo nombre hemos confiado.

    Salmo 34:17-19: “Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias.
    Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.
    Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová.”

    Salmo 138:3 y 8 “El día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma.” Y “Jehová cumplirá su propósito en mí;
    Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre.”


    ¿Muestras agradecimiento a Dios por lo que ha hecho, lo que está haciendo, y lo que hará? Recuerda que puedes tener a tu lado a aquel que es soberano y te ama más de lo que tú puedes llegar a comprender. Agradécele hoy y confía en su cuidado.

  • Los salmos Hallel son salmos de alabanza a Dios que se solían recitar para celebraciones del pueblo judío. La palabra Hallel, de donde proviene nuestra palabra Aleluya significa literalmente alabanza. Los salmos 113-118 son Hallel y los últimos 5 salmos del libro también son alabanzas a Dios. Al leer los salmos, marca toda muestra de alabanza de los salmistas, y verás que la alabanza está basada en el reconocimiento del carácter de Dios.

    Estos y otros salmos alaban a Dios por alguno de sus muchos atributos, y es que Dios es indudablemente digno de alabanza.

    Se suele hablar de atributos comunicables y no comunicables. Los incomunicables son aquellos rasgos que son intransferibles. Son características de Dios que son únicamente suyas. Por ejemplo, decimos que Dios es omnipotente, omnipresente y omnisciente.

    Dios es omnipotente; significa que todo lo puede. No existe ni ha existido nadie más con esta característica. Todos podemos algo, sea mucho o sea poco, pero nadie lo puede todo. Mas en los salmos Dios es alabado por ser Jehová, Dios de los ejércitos en Salmo 84:12, 80:19, denotando su fuerza insuperable. Salmo 91:1 dice: “El que mora al abrigo del altísimo morará bajo la sombra del omnipotente”
    El salmo 24 nos dice que la tierra y su plenitud son de Jehová, el cual la fundó sobre los mares y la afirmó sobre los ríos. Y los versículos 8 y 10 nos dices ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. “Jehová de los ejércitos, El es el Rey de la gloria.”

    Y el salmo 115:3 proclama: “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.”

    Dios también es omnipresente. Dios puede estar en todo lugar en todo momento. Nosotros no podemos estar en todos los sitios. Nosotras las mujeres pensamos que podemos, y conseguimos estar en varias cosas a la vez, pero nunca al mismo tiempo y con la misma intensidad. En realidad, solo podemos concentrarnos en una cosa a la vez, y desde luego, físicamente, solo podemos estar en un sitio a la vez.

    Dios, sin embargo, puede estar contigo al mismo tiempo que está conmigo. No hay peligro de que se despiste o que no esté prestando atención a tus problemas. Está ahí para todo aquel que a él clame. Es más, nos dice salmo 139 que no podríamos huir de su presencia, incluso si lo intentáramos.

    Salmo 139:7-10
    “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
    Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
    Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar,
    Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra.”


    Dios es omnisciente. Dios lo sabe todo. Aunque utilizamos el adjetivo “sabelotodo” para el que piensa que sabe algo de muchas cosas, o que piensa que lo sabe todo de un tema en particular, no hay nadie en la tierra que sepa todo ni siquiera de un solo tema. Todo el que ha investigado sobre un tema en particular se da cuenta de la incapacidad de llegar a saber todo lo que hay por saber aún de un tema en específico. Pero Dios sabe todo de todos los temas. Y conoce tanto el presente, como el pasado, como el futuro. Sabe lo que es externo y obvio, y conoce aquello que está escondido.

    Salmo 139:1-4 “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos.
    Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.”

    Pero en los salmos también vemos algunos atributos de Dios que son comunicables, es decir, aquellos que nosotros los humanos podemos tener a un cierto nivel. Por ejemplo, Dios es misericordioso, es justo, bondadoso, verdad, santo y amoroso. Nosotros podemos tener estos atributos, aunque no de forma perfecta.

    Salmo 103:8 “Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.”
    Salmo 136:1 : “Alabad a Jehová, porque él es bueno, (y en cada versículo leemos) “Porque para siempre es su misericordia.”
    Y el 103:17 proclama la misericordia de Dios, y al mismo tiempo su justicia:
    “Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen,
    Y su justicia sobre los hijos de los hijos”
    Salmo 99:3 “Alaben tu nombre grande y temible; El es santo.”

    Estos y otros salmos proclaman el precioso carácter de Dios. Te animo a leer los salmos y marcar las diferentes características de Dios que los salmos nos revelan, y te encontrarás alabando a Dios por todo lo que es y lo que eso significa para ti.

    Salmo 148:13 “Alaben el nombre de Jehová, Porque sólo su nombre es enaltecido. Su gloria es sobre tierra y cielos.”

  • ¿Has considerado alguna vez que cuando vienes a Dios con una petición estás demostrando confianza?

    No solemos ir a pedir cosas a aquellos que sabemos que no tienen la obligación o el deseo de dárnoslas. Más bien, vamos a pedir ayuda a aquellos que pueden brindárnosla y que se interesan por nuestro bienestar.

    La mayoría de los salmos del rey David están en el primer libro de los cinco libros de los salmos. En los primeros capítulos del libro, comenzando con el salmo 3, encontramos varios salmos de lamento. Esta categoría incluye lamento y súplica, en los que el salmista ruega a Dios que lo guarde, lo defienda, lo proteja, o que haga justicia, para él, defendiéndolo, o para el enemigo, liberándolo de aquellos que lo estaban oprimiendo.

    Mas si lees estos salmos notarás que tienen también versículos en los que el salmista alaba a Dios mostrando confianza en las obras de aquel hacia quien la súplica estaba dirigida.

    En el salmo 3, David pide la protección de Dios, y en el versículo 3 leemos cómo afirma que Dios es su escudo, su gloria, y el que levanta su cabeza. David podía venir a rogarle a Dios que lo protegiera porque sabía que Dios era poderoso para hacerlo, y era bondadoso para querer defenderlo. Y es por eso, en el versículo 5 puede decir que descansará tranquilo porque Dios mismo lo sustentaba.

    De igual modo, en el salmo 4, un salmo de lamento, leemos más versículo de afirmación de confianza que de petición a Dios. David venía a rogar a Dios que lo escuchara y le respondiera porque ya había experimentado el cuidado de Dios. El versículo 1 dice “cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar.” David ya había experimentado el socorro de Dios, y por eso podía acabar este salmo también con la afirmación “En paz me acostaré, y así mismo dormiré, porque solo tú ,Jehová, me haces vivir confiado.”

    En el 5:7 David afirma que el motivo por el que ruega a Dios que lo proteja de aquellos que desean su mal, es “por la abundancia de su misericordia” Y por su justicia, porque como dice el versículo 12: Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo;
    Como con un escudo lo rodearás de tu favor.”

    En el salmo 6 David ruega que Dios sea misericordioso con él en la prueba, y lo hace con la certeza de los versículos 8 y 9, que dicen: “Jehová ha oído mi ruego;
    Ha recibido Jehová mi oración.”

    Finalmente por hoy, en el salmo 7, David ruega a Dios que lo libre de los que lo persiguen, y que traiga juicio contra aquellos que desean su mal. Pero más de la mitad del salmo lo dedica a compartir con sus lectores la grandeza y la justicia de Dios:

    Salmo 7: 9-12 “Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón. Mi escudo está en Dios, Que salva a los rectos de corazón.
    Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días.
    Si no se arrepiente, él afilará su espada; Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado.”

    Estos salmos nos muestran un patrón. Cuando David ruega a Dios que lo auxilie, es porque tiene plena confianza en que ÉL es poderoso para hacerlo, y a la vez es bueno para querer llevarlo a cabo.

    Del mismo modo, cuando tú o yo vamos ante el trono de Dios en oración personal, y le traemos nuestros miedos, nuestras luchas o nuestros deseos, estamos diciéndole a Dios que nos fiamos de Él.

    En la carta a los Hebreos, versículo 4:16 dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

    Si quiero misericordia y gracia iré a aquel que puede dármela y quiere ayudarme. Por ese motivo Jesús decía que pidiéramos con absoluta confianza, sabiendo que lo recibiríamos, y nos sería dado (Mateo 7:7). Esto lo dijo porque a Él le gusta que le pidamos.

    Pero Santiago 1:6 nos advierte: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No dudemos de Dios, sino traigamos nuestras súplicas a Él.

    ¿Qué tal si hacemos aquello que al Padre le agrada? Vayamos más a menudo ante Dios, trayéndole aquello que para nosotras es importante. Y comuniquemos nuestra confianza en Él, alabando a su persona y recordando con gratitud todo lo que Él ya ha hecho por nosotros. Pide, pero pide con confianza.

  • La vida del cristiano debería distinguirse por dos prácticas que forman la base de la comunicación con Dios.

    En primer lugar, el cristiano, como ya vimos el el salmo 1, debería estudiar la Palabra de Dios para conocer al Dios de la Biblia y seguir sus enseñanzas.
    En segundo lugar, el cristiano debería hablar con Dios constantemente. 1 Tesalonicenses 5:17 dice “orad sin cesar”. Esto no significa que lo único que hacemos en nuestro día es hacer oraciones. Más bien, lo que Dios desea es que vivamos nuestro día conscientes de la presencia de Dios y en constante comunicación con Dios, haciéndolo parte de nuestro andar diario. Claro está, esto incluye tiempo de oración consciente en la que hacemos una pausa y hablamos con Dios de lo que él significa para nosotros, de lo bueno en nuestra vida, y de las dificultades que enfrentamos en el momento.

    Pero si has probado pasar tiempo personal con el Señor, habrás notado que es difícil no despistarse. Es más, incluso cuando estamos centrados en la oración, solemos ir a Él con una lista de peticiones y no sabemos cómo compartir nada que no sean necesidades inmediatas.

    Dios nos ha dado instrucciones sobre nuestra vida de oración, como la oración modelo de Mateo 6, o las diferentes oraciones que aparecen en la Biblia. Dios nos ha dado los Salmos también, y debemos verlos como un libro de oración. Al venir a conversar con Dios, es saludable leer o recitar salmos, ya que estas oraciones y canciones hablan en muchas ocasiones del carácter de Dios y otros nos reflejan las luchas de otros cristianos en épocas remotas que lucharon con emociones y situaciones personales muy parecidas a las que nosotros experimentamos en nuestros días. Es increíble notar que en todos los siglos que nos separan de los autores de los salmos, el ser humano no ha cambiado mucho, y las mismas luchas a las que se enfrentaron los salmistas nos invaden a nosotros también.

    Te animo a leer el libro de los salmos notando varios tipos de salmos. Hay muchas clasificaciones, pero para simplificar podemos distinguir cinco categorías; aquellos salmos que exaltan el carácter de Dios, los que declaran gratitud, los que comparten sabiduría, los salmos de súplica y lamento, y aquellos que presentan al Mesías, el Rey Ungido.

    En primer lugar, nota aquellos que son canciones que exaltan el carácter de Dios. Estos son especialmente útiles a la hora de alabar a Dios en tus oraciones. Si no puedes parar a pensar en un momento dado en toda la bondad y la grandeza de Dios, te vendrá bien poder recitar los salmos que declaran Su gloria.

    Salmos 34:1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.
    Salmo 103: 3-5: El es quien perdona todas tus iniquidades,El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca, De modo que te rejuvenezcas como el águila.”

    Otro tipo de salmos que nos ayudan en la oración son aquellos en los que el salmista declara gratitud por cómo Dios ha contestado a las oraciones y los ha protegido en el peligro.

    Salmo 9:4 “Porque has mantenido mi derecho y mi causa; Te has sentado en el trono juzgando con justicia.”

    Otros salmos declaran verdades similares a las que otros libros de sabiduría también comparten, como es el caso del libro de los proverbios.

    Salmo 37:1-2: “No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán.”

    Hay también salmos de súplica y lamento, en los que Dios nos permite leer las oraciones que los salmistas elevaron al Padre celestial en momentos difíciles. Estas oraciones son preciosas porque a menudo se combinan con expresiones de confianza en Dios, gozo y alabanza.

    Salmo 17:1 “Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.”

    O el versículo 5: “Sustenta mis pasos en tus caminos, Para que mis pies no resbalen.”

    Y por último, quisiera destacar los salmos en los que el enfoque es el prometido Rey Mesías.

    Ayer vimos uno de dos temas que aparecen a través de los salmos. El capítulo 1 trata de la enseñanza de la Palabra y cómo el que la sigue es bienaventurado.

    Y el otro tema recurrente es, como nos muestra el salmo 2, la promesa de la venida del Mesías. El ungido rey mesías fue prometido a su pueblo desde su principio, y aquí, en los salmos, vemos reflejado a Cristo, el ungido de Jehová. El salmo 2, el 16, el 22, el 34, el 41, el 69, el 110, o el 118 son algunos de los salmos que describen al que vendría a salvar a Su pueblo de sus pecados, al hijo de Dios que vendría y sería llamado el Rey de los judíos.

    Salmo 2: 6-7 “Pero yo he puesto mi rey, Sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto” Y “Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.”


    Te animo a leer los salmos notando los diferentes tipos. Intenta marcarlos con diferentes colores para clasificarlos en categorías, y utilízalos para mejorar tu vida de oración. Te animo también a compartir con otros las verdades que esta colección de canciones y oraciones aporten a tu vida a través de tu lectura y meditación de la Palabra.

    Oremos como el salmista en el Salmo 119:18: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.”

  • Hoy comenzamos el libro de los salmos. Este libro es un conjunto de 150 canciones y oraciones en poesía hebrea, escritas a través de la historia del pueblo judío. Setenta y tres salmos son atribuidos al rey David, y el resto pertenecen a varios autores, entre ellos Asaf, los hijos de Coré, Moisés, Salomón.

    El libro tiene dos salmos introductorios que presentan dos temas recurrentes en el libro y acaba con cinco salmos de alabanza a Dios.

    El libro de los Salmos está dividido en cinco libros, y cada uno de ellos acaba con una afirmación similar:

    “Bendito Jehová Dios de Israel, Desde la eternidad y hasta la eternidad;” (41:13; 72:18-19; 89:51; 106:18)

    Los Salmos 1 y 2 presentan dos temas que están presentes en cada uno de los cinco libros.

    El Salmo 1 habla de lo bienaventurada que es la persona que medita en la ley de Dios (la Torá) y sigue lo que Dios ha establecido. Curiosamente, menciona el video del Proyecto Bíblia cómo los cinco libros de los Salmos son como los cinco libros de Moisés, y dan la idea de una Torá sobre la oración.

    El salmo 2 presenta una reflexión sobre la promesa que Dios dio sobre el Mesías que había de venir a redimir y salvar a su pueblo de la maldad.

    En el día de hoy quisiera tratar el salmo 1: La bienaventuranza de la persona que sigue al Señor contrastada con el destino de aquellos que lo siguen su propio camino.

    Esta reflexión de hoy la quiero dedicar a mi abuelita Mercedes. Tal día como este ella vio a Dios cara a cara. 1 Corintios 13:12 dice

    “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.”

    Puedo afirmar que ella sí conoce a Dios ahora. Lo conocía antes a través de Su Palabra. Desde el momento en que tuvo su primer encuentro personal con Dios, hace ya más de cuarenta años, mi abuela ha puesto su fe en Cristo, ha leído la Palabra de Dios diariamente, ha seguido a Cristo, ha memorizado su Palabra, y ha compartido con cada persona con la que ha tenido contacto, porque amaba a Su Señor sobre todas las cosas. Su vida no ha sido fácil. Ha tenido que trabajar muchos. Perdió a su padre por culpa de la guerra a una edad muy temprana, dejó a un lado su sueño de ser maestra para criar a ocho hijos y trabajar con su marido en la tienda que tenían. Ha sufrido tristezas, pérdidas, y dificultades. Pero se puede decir de mi abuelita que ella ha sido fiel a Dios. La Palabra de Dios ha sido una lámpara a sus pies, como dice el Salmo 119:105. Y creo que ella también afirmaría que ha sido bienaventurada. Veamos su secreto a través de unos de los salmos que ella solía repetir; Salmo 1

    “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
 Ni estuvo en camino de pecadores,
 Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
    Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.

    Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.

    No así los malos,
Que son como el tamo que arrebata el viento.
    Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.
    Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.


    Ella está ahora en la congregación de los justos; está en la presencia de Su Señor. El Señor Jehová ha conocido el camino de mi abuela, no porque ella fuera perfecta, sino porque ella recibió la justicia de Cristo al recibir el regalo de salvación de Cristo en la cruz.

    Como árbol plantado junto a las aguas, tenía las raíces bien arraigadas, de modo que las corrientes no podían arrancar aquellas verdades de la Palabra.

    Y por lo tanto, Dios ha dado fruto y lo seguirá dando, en su tiempo. Por eso aunque ya ha fallecido, su hoja no cae; por eso ha prosperado, no en que todo le ha salido a la perfección, sino que su fin ha sido la morada eterna con su Salvador, el Mesías.

    Los malos vienen y van, mas los que aman a Jehová perduran en la eternidad.

    Por eso estoy confiada; por eso estoy tranquila, porque conozco a aquel en quien mi abuelita ha confiado su alma; y sé que sus promesas son fieles y son eternas.

    Con gozo me adentro en el libro de los salmos, porque al leerlos recordaré las veces en que leíamos para mi abuela y ella los recitaba con nosotros.

    En la ley de Jehová estaba su delicia, y en su ley ha meditado, de día y de noche. Bienaventurada sea, bienaventurada es. Bendito sea al nombre del Señor, desde la eternidad, y hasta la eternidad.

  • En el último capítulo de Job, Dios revela que los tres amigos de Job se habían equivocado cuando hablaron de Él, y dice que Job había hablado lo recto sobre Dios. Mas en los capítulos que preceden a este, Dios había reprendido a Job. Lo hizo con preguntas, con las que Dios reta a Job a responder si es que puede.

    “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? (38:4)

    ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? (12)

    ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,
    Y has andado escudriñando el abismo? (16)

    ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,
    Y has visto las puertas de la sombra de muerte? (17)

    ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve,
    O has visto los tesoros del granizo, (22)

    ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades,
    O desatarás las ligaduras de Orión? (31)

    ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?
    ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra? (33)

    ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?
    ¿Y te dirán ellos: Henos aquí? (35)

    ¿Quién puso la sabiduría en el corazón?
    ¿O quién dio al espíritu inteligencia? (36)

    ¿Cazarás tú la presa para el león? (39)

    ¿Quién prepara al cuervo su alimento,
    Cuando sus polluelos claman a Dios,
    Y andan errantes por falta de comida? (41)

    ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?
    ¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo? 39:1)

    ¿Diste tú al caballo la fuerza?
    ¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes? (19)

    ¿Se remonta el águila por tu mandamiento,
    Y pone en alto su nido? (27)


    Dios cuestiona la sabiduría de Job y su capacidad de controlar el mundo. Y entonces le pregunta:


    ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?
El que disputa con Dios, responda a esto.

    Y Entonces respondió Job a Jehová, y dijo:

    “He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.
    Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos veces, mas no volveré a hablar. 40;3-5)


    Pero Dios todavía no había acabado con él; tenía más que decirle. Continúa 40:7-9 retando de nuevo a Job:

    “Cíñete ahora como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y tú me responderás.
    ¿Invalidarás tú también mi juicio?
¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?
    ¿Tienes tú un brazo como el de Dios?
¿Y truenas con voz como la suya?”

    Y Dios procede a describir a dos animales grandiosos que se comportan dócilmente: el Behemot, un animal enorme que come hierba como un buey y el leviatán, en el agua, con fuerza capaz de destruir, el cual produce temor mas no teme? (41:1)

    La creación de Dios es inmensa e increíble. Dios se presenta a Job como el creador, y el que mantiene la tierra bajo su control. Nadie puede hacer esto. Solo Dios. Por lo que dice en el 41:11:

    ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?
    Todo lo que hay debajo del cielo es mío.


    ¿Sabes? Todo esto lo sabía Job. En el capítulo 9:4-10 Job ya había dicho de DIos:


    “El es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas;
¿Quién se endureció contra él, y le fue bien?
    El arranca los montes con su furor,…
    El remueve la tierra de su lugar,
Y hace temblar sus columnas;
    El manda al sol, y no sale;
Y sella las estrellas;
    El solo extendió los cielos,
Y anda sobre las olas del mar;
    El hizo la Osa, el Orión y las Pléyades,
Y los lugares secretos del sur;
    El hace cosas grandes e incomprensibles,
Y maravillosas, sin número.”


    Job no dudaba la fuerza de Dios, ni su sabiduría. Job sabía que Dios había creado el mundo y era él el que lo controlaba todo.

    Y en el 12:13-16 Job había exaltado la sabiduría y el poder de Dios diciendo:

    “Con Dios está la sabiduría y el poder;
    Suyo es el consejo y la inteligencia.
    Si él derriba, no hay quien edifique;
Encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.
    Si él detiene las aguas, todo se seca;
Si las envía, destruyen la tierra.
    Con él está el poder y la sabiduría”

    Y en el 21:22 exclamó: ¿Enseñará alguien a Dios sabiduría?

    La verdad es que Job ya había proclamado las mismas verdades que Dios le estaba cuestionando en los últimos capítulos del libro. ¿Qué era lo que le faltaba a Job?

    La respuesta la da el mismo Job en el 42: “De oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven.”

    Y es que no es lo mismo saber que ver. Podemos saber mucho de Dios, pero cuando lo que sabemos lo vemos en nuestra propia vida, todo cobra mucho más sentido. Ahora Job podía contestar con certeza, sin dudar el carácter y las intenciones de Dios como lo había hecho antes.

    “Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.” (42: 1-6)

    Y el arrepentimiento es la única reacción lógica cuando uno experimenta a Dios en su vida. Como Job, respondamos a Dios en humildad, sabiendo que el Dios poderoso y sabio quiere que lo conozcamos de verdad, y no solo de oídas.

  • Médicos nulos (Job 13:4)

    Hay en cada uno de nosotros un deseo innato de condolernos con los que sufren y consolarlos, de ofrecer ayuda al que la necesita. Y eso es bueno; creo que refleja la semejanza a Dios, nuestro Creador. Mas muchas veces el consuelo puede resultar en consejo no solicitado; otras, las condolencias acaban en consejo inapropiado, y en algunas ocasiones, cuando intentamos ayudar acabamos haciendo daño. Esto es una marca de nuestra naturaleza caída, innata también, por la cual muchas veces con las mejores intenciones no logramos realizar el bien que deseamos.

    Es el deseo de Dios que nos consolemos unos a otros en momentos de dificultad. Y nos dice el texto que en las tribulaciones, Dios nos consuela, mostrándonos así cómo podemos consolar a otros y capacitándonos para ser de apoyo a los que pasarán dificultades similares a las nuestras.

    2 de Corintios 1:4 dice que Dios “nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.”


    Los amigos de Job, Elifaz, Bildad y Zofar vinieron a visitar a Job con la intención de condolerse con él y consolarle (Job 2:11)
    Nos cuenta el capítulo que cuando llegaron, vieron a Job en un estado irreconocible, y “lloraron a gritos”. Su amigo estaba sufriendo y ellos fueron conmovidos.

    “Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.” Job 2:13

    Comenzaron bien, con un alto nivel de empatía y con un silencio prudente. Probablemente durante esa semana los amigos rogaron a Dios por Job, y estuvieron a su lado mientras Job asumía la crisis física y emocional en la que se encontraba.

    Y se nos dice que fue Job el que rompió el silencio, con las palabras amargas del capítulo 3. Job declara que preferiría la muerte al estado en que se encontraba. Había perdido a sus hijos, todas sus posesiones. Se encontraba sufriendo físicamente, y la naturaleza de su enfermedad le impedía disfrutar de la posición social a la que estaba acostumbrado. Hasta su propia esposa le deseaba la muerte al verlo sufrir de tal modo.

    Fue entonces que Eliafaz, el primer amigo, empezó a discutir con Job en el capítulo 4, sintiéndose obligado a corregir a Job. Le dijo: “Antes enseñabas a otros, ¿pero ahora que te ha venido el mal a ti te desalientas? ¡Qué fácil es dar lecciones! Eliafaz notaba que Job, que sabía consolar y enseñar a otros, estaba turbado y perdiendo toda confianza en Dios.

    Job reprochó la actitud de sus amigos. En este momento, Job necesita compasión y consuelo, mas sus amigos le ofrecieron amonestación y corrección. Dice Job en el capítulo 6:14-15: “El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; Pasan como corrientes impetuosas”

    En el capítulo 16:2-5 les vuelve a decir: “Consoladores molestos sois todos vosotros.” “También yo podría hablar como vosotros, Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía; Yo podría hilvanar contra vosotros palabras, Y sobre vosotros mover mi cabeza. Pero yo os alentaría con mis palabras, Y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor.”

    ¡Cuántas veces he actuado yo como los amigos de Job. A alguien que sufre, en lugar de consuelo le he dado corrección. En lugar de un abrazo y oración, he ofrecido consejo no solicitado.

    En el versículo 26 Job les dice: ¿Pensáis censurar palabras, Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?”
    Job reconoce que en medio de la desesperación las palabras de angustia fluyen. Y lo único que se esperaba de sus amigos en ese momento eran oídos dispuestos a recibirlas y un abrazo de empatía. Job les dice que en el lugar de ellos, él los alentaría con sus palabras y sus consolaciones apaciguarían su dolor. ¡Qué bonitas palabras!

    Tras otro discurso amargo de Job, Bildab lo reprendió, proclamando la justicia de Dios. Job y sus amigos sabían que Dios es justo, mas Bildad parecía olvidar que este mundo en el que vivimos no es justo. Mas bien, como argumenta Job, el mal viene a justos e injustos por igual. Como enseña el sabio en Eclesiastés, un mismo suceso puede acontecer al bueno y al malo. No estamos exentos de calamidades.

    Zofar, el tercer amigo, no pudo resistirse a ofrecer su granito de arena a la discusión, por lo que irrumpió acusando a Job y a su familia de pecados ocultos, y le animó a confesarlos y arrepentirse para ser restaurado. Mas nosotros los lectores sabemos que, aunque Job no era un hombre perfecto, no estaba siendo afligido por su pecado. Vemos a Job en el capítulo 12 declarando la sabiduría de Dios y su soberanía, y en el 13 intenta explicar que no estaba viviendo en desobediencia a Dios, sino que las tragedias son parte natural de esta vida, efímera y llena de sinsabores (Job 14:1)

    Esta discusión continuó por turnos, mientras unos y otros disertaban sobre la maldad humana y la justicia de Dios. Hasta el joven Eliú, viendo que Job se defendía a sí mismo más que a Dios, intervino para llamar la atención a Job y exaltar la grandeza de Dios. Todos mantenían suposiciones que no eran del todo ciertas, como el pensar que a los buenos todo les va bien o que a los malos las cosas les van mal. Cualquiera que haya vivido unos años en esta tierra sabe que eso no es cierto, y la Palabra de Dios en este libro, en Eclesiastes, en los salmos entre otros, nos recuerda que el mal en esta tierra trastornada por el pecado toca a cada uno en un momento u otro. Mas Dios promete Su presencia, y que a aquellos que le buscan, aún las calamidades pueden traerles bendiciones inesperadas.

    En los últimos capítulos el libro, es Dios mismo el que tiene que tomar la palabra. Es Dios mismo el que habla con Job, mostrándole su lugar en el cosmos, contrastándolo con la grandeza y sabiduría de Dios. Mas Dios sí consuela a Job, ya que es Él mismo el que le restauraría su salud y todo lo que le había sido quitado.

    En cuanto a los tres amigos de Job, Dios los reprendió abiertamente. Dios les acusa de no haber hablado lo recto acerca de Dios. Habían leído mal los acontecimientos, y habían llegado a conclusiones erróneas. ¡Qué fácil es para nosotros hacer esto! Suponer que conocemos los motivos de otros y el porqué de todo lo que acontece. Y como los amigos de Job, pecamos de listas, y hacemos más mal que bien.

    En el último capítulo, Dios obra una reconciliación genuina entre Job y sus amigos, en la que los amigos piden perdón, y Job muestra su perdón pidiendo a Dios por ellos. Y Dios “aceptó la oración de Job”. Precioso final a una situación difícil entre amigos.

    Ahora pregunto, ¿Has intentado ayudar a alguien alguna vez y has llegado a ser un “médico nulo”, un consolador molesto? Te animo a restaurar esta relación. Preparémosnos para consolar a nuestros amigos y familiares que sufren, con más silencio empático, con mucha oración, y con el uso adecuado de la palabra, dejando que sea Dios mismo el que trate con ellos el asunto a través de su Espíritu. No pequemos como los amigos de Job, suponiendo que podemos saber los motivos detrás de las acciones de los demás. Pidamos a Dios sabiduría para consolar en el dolor, y para dar consejo prudente cuando sea necesario.

  • El libro de Job narra la historia de un hombre que vivió en Uz en tiempos antiguos. Nos dice el primer versículo del libro que “era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.”
    Leemos también en los siguientes versículos de cómo lo había bendecido Dios. “Y le nacieron siete hijos y tres hijas. Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales.”

    Mas nos narra el texto que se presentaron ante Dios huestes celestiales, entre las cuales estaba el Acusador. Y Dios le mostró la fe de Job, y cómo seguía a Dios fielmente. Satán, el Acusador por excelencia, acusó a Job de servir a Dios por conveniencia, diciendo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. (1:9-11)

    Dios, que sabe todas las cosas y conoce lo más profundo del ser, le aseguró que no era así. Para demostrarlo, Dios permitió que el Acusador afligiera a Job tocando lo que quisiera de sus posesiones, mas le prohibió que tocara a Job. Y así lo hizo Satanás; destruyó los bienes de Job y destruyó la casa donde sus hijos celebraban, matando a todos los hijos de Job en un mismo día. Job estaba destrozado, mas reconoció que era Dios el que había dado, y a él le pertenecía el derecho de quitar: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.” Job 1:21-22

    En otra ocasión, los ángeles se volvieron a presentar ante Dios, y Dios de nuevo recordó a Satanás que Job había permanecido fiel a Dios. Y Satanás de nuevo cuestionó la fe de Job. Job 2:4-5 nos dice que Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.”

    Y Dios le permitió tocar su carne, mas no le dio permiso de quitarle la vida. Ahora, si eres como yo, te habrás preguntado en algún momento por qué Dios hablaría con Satanás y le permitiría que tocara a uno de sus siervos. Mejor sería que no hubiera tentación, que no hubiera calamidad. Mejor sería vivir sin pruebas. ¿Por qué debía sufrir Job, tan solo para demostrar a Satanás que este era un hombre fiel a Dios? Dios, que todo lo sabe y todo lo controla, le concedió poder sobre la vida de Job, peor debemos recordar que Dios es poderoso sobre todas las cosas, y si continuamos la historia hasta el final, podremos comprobar que Dios, en su fidelidad, devolvió todo lo que Job había perdido, y la salud de Job fue restaurada.

    Las pruebas de Job no fueron fáciles. Cuando diferentes facetas de su vida fueron dinamitadas, Job sufrió grandemente, hasta el punto de dudar del sentido de su vida. Si Dios estaba contra él, ¿para qué quería vivir? Mas esta suposición de Job estaba muy lejos de la realidad. Lo cierto es que Dios no solo se preocupaba por él, sino que lo estimaba en gran manera. Cuando tuvo que escoger un seguidor excelente, eligió a Job. Dios conocía a Job, sabía su nombre, y confiaba en su rectitud.

    Nos es fácil creer cuando vienen las dificultades que Dios se ha olvidado de nosotras, que no nos quiere, o que por algún motivo está en contra nuestra. El ejemplo de la vida de Job ha de ser de consuelo y afirmación para nosotras. En la tragedia, en los momentos difíciles, podemos confiar que Dios está en control de la situación. No hay nada que nos suceda sin que Dios haya examinado la situación y haya dado el visto bueno. Mas no nos equivoquemos pensando que las calamidades son castigos de Dios.
    Santiago 1: 12-13 nos dice sobre las tentaciones: Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;”

    Santiago 1:17 nos dice que “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Si nosotras no hemos causado la situación en la que estamos por nuestras malas decisiones personales, entonces podemos confiar en que Dios ha permitido la prueba para que Su nombre sea glorificado, y para hacernos mejores y más fuertes. Pero sin importar cómo llegaste a esta situación, Dios quiere ayudarte a superarla.

    ¿Tienes alguna situación complicada y te es difícil verla como un regalo de Dios? Si la situación que vives es consecuencia directa de tu pecado, confiesa a Dios tu mal y cambia de rumbo.
    Si puedes decir con sinceridad que es algo que tú no has causado, entonces puedes afirmar con Job que Dios ha permitido esta dificultad para mostrar Su gloria y fortalecer tu fe. Pídele a Dios que te ayude a mantenerte firme en la fe, recordando que Dios está a tu lado, y que como Job pudo afirmar al final del libro, podrás tú decir también al terminar la prueba: “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.”

  • El libro de Ester acaba la sección histórica del Antiguo testamento. Hemos leído sobre la historia de la humanidad, y el pueblo judío desde su inicio con Abraham, que salió de Ur de los caldeos y a quien Dios dio la promesa de hacer de él un pueblo que sería numeroso como las estrellas del cielo, y no se podría contar. A través de los libros históricos, hemos visto el cuidado de Dios y cómo, a pesar del pecado y sus consecuencias, Dios permaneció fiel a Sus promesas, librándolos de la destrucción en numerosas ocasiones, y preparando a su pueblo para recibir, años más tarde la llegada del Mesías.


    A los libros históricos del antiguo Testamento les siguen los libros poéticos, escritos en diferentes momentos de la historia y por diferentes autores. La poesía hebrea de estos libros nos imparten mucha enseñanza, por lo que también se denominan libros de sabiduría.

    Tras los libros poéticos, leeremos los libros de los profetas, 17 en total. Cuando lleguemos a la lectura de estos, aprovecharemos para conectarlos con eventos históricos, ya que estos profetas vivieron en diferentes etapas de la historia de Israel.


    Los libros poéticos fueron escritos en hebreo y han sido traducidos fielmente a nuestro idioma, así como a cientos de otros idiomas. En ocasiones podemos apreciar rasgos de lenguaje poético similar al nuestro, cuando la traducción lo ha permitido. La poesía hebrea está basada en significado más que en sonido, por lo que juega con paralelismos y estructuras semánticas más que con el ritmo y el verso, como solemos hacerlo nosotros. Te animo a que al leer los libros de Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares notes las secciones paralelas y la estructura de los discursos, ya que estos son rasgos de la poesía hebrea que se han conservado en nuestra traducción.


    El libro de Job combina la enseñanza con la poesía hebrea, siendo un libro que trata temas difíciles y profundos, utilizando un lenguaje agradable de leer. Al leerlo, nos sentimos identificados, ya que todos hemos pasado momentos de calamidad, y Job es expuesto para que lo veamos como un hombre que sufrió en todos los sentidos humanos. Job sufrió pérdidas materiales al perder su ganado y sus instalaciones; sufrió pérdidas personales al perder a sus siete hijos y sus tres hijas en el mismo día; sufrió físicamente, al sufrir una enfermedad que le afecto por todo el cuerpo, causándole dolor y desfiguración; sufrió emocionalmente al ver como su esposa y sus amigos dejaban de darle apoyo moral; y sufrió socialmente al verse apartado de una sociedad en la que solía ejercer gran influencia. Dios nos ha permitido leer las luchas internas y externas de Job, por lo que al leer el libro, vemos a Job como un personaje redondo, completo. No se nos muestra lo que otros deben ver, sino que se nos muestra sus luchas más duras, las del pensamiento. Y lo mejor es que vemos que a través de todo lo que pasó, se mantuvo fiel a Dios. Puede que cuando leamos sus quejas pensemos que se está pasando y acusando a Dios, mas Dios mismo afirma al final del libro que Job actuó bien hacia Dios. Esto no es para decir que todo lo que Job dijo fu correcto. De hecho, podemos observar en la lectura que Dios tuvo que llamar la atención a Job por lo que había dicho. Mas el que conoce los corazones afirmó que Job, a pesar de sus dudas y su desánimo, reconoció quién era Dios y no olvidó su lugar ante el Todopoderoso.

    El libro de Job nos muestra claramente la soberanía de Dios, y si alguno duda de su bondad, debe leer hasta el final. El hecho de que un ser todopoderoso se preocupe por seres finitos y fallidos como nosotros muestra un amor incomprensible.

    Te invito a leer conmigo, sin juzgar a nadie, sino poniéndote en el lugar de cada uno de los personajes, porque cada una de nosotros podemos identificarnos con Job, su esposa y sus amigos, viendo en ellos luchas reales que tenemos, hemos tenido o tendremos en algún momento de nuestra vida. Que la lectura y meditación de Job y de los otros libros de sabiduría sea de bendición para tu vida.

  • Los eventos en el libro de Ester muestran la soberanía de un Dios al que, aunque en ningún momento se le menciona por nombre, se puede apreciar en el modo en que la trama se desarrolla.

    Mardoqueo, hombre judío que habitaba en Susa, era un hombre de influencia en palacio. Este tenía la tutela de su prima Ester, la cual llegó a ser reina.

    Mardoqueo era fiel al rey de Persia, y esto lo podemos ver en Ester 2:19-23:

    “En aquellos días, estando Mardoqueo sentado a la puerta del rey, se enojaron Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Asuero. Cuando Mardoqueo entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y Ester lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo. Se hizo investigación del asunto, y fue hallado cierto; por tanto, los dos eunucos fueron colgados en una horca. Y fue escrito el caso en el libro de las crónicas del rey.”

    Sin embargo, nada se hizo para agradecer a Mardoqueo su fidelidad.

    Durante este tiempo, Amán hagagueo llegó a ser un alto cargo en la casa del rey de Persia. Este hombre era orgulloso y había conseguido del rey un mandato para que todos los que estaban al servicio del rey se arrodillaran y se inclinaran ante él. Pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni se inclinaba ante Amán. Al preguntarle los de palacio porqué no se arrodillaba, Mardoqueo desveló que él era judío. Mas Amán se llenó de ira, y no solo lo pagó con Mardoqueo, sino que determinó destruir a todos los judíos en el reino.

    “Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir.
    Si place al rey, decrete que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata a los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey.”

    Asuero, que parece que no se preocupaba de analizar las situaciones, sino que accedía a lo que le presentaran en el momento, accedió a la petición de Amán y le dio su anillo para que hiciera lo que bien le pareciera con el pueblo judío y con los bienes que confiscara.

    Fue así que el pueblo judío del imperio persa llegó a estar en peligro de muerte, a causa del orgullo de Amán y la necedad del rey Asuero.

    Curiosamente, Dios tenía otros planes. Mientras Amán se preparaba para ejecutar a Mardoqueo y matar a los judíos del reino, Dios hizo que el rey Asuero no durmiera bien una noche, de modo que pidió que le leyeran las crónicas del reino. Puede que pensara que con esa lectura sería fácil ser vencido por el sueño. Y sin embargo, le leyeron sobre aquella conspiración que los dos eunucos habían tramado contra él y cómo Mardoqueo había denunciado el plan que había oído a la puerta de palacio, salvándole la vida al rey. El rey preguntó que qué se había hecho para agradecer a este hombre Mardoqueo, y descubrió que de ningún modo se le había premiado. Así que, a la mañana siguiente, cuando Amán llegó a la presencia del rey, este le preguntó:

    “Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí?
    Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.” Ester 6:6-9

    Así es como Amán acabó siendo el elegido para pasear a Mardoqueo, pregonando honra para aquel que él más odiaba.

    La reina Ester, habiendo decidido revelar su identidad e interceder por su pueblo, organizó banquete e invitó al rey y a Amán, y después del segundo banquete, la reina denunció el odioso plan de Amán de destruir a los judíos, desvelando que ella misma y Mardoqueo, el que el rey acababa de honrar, eran judíos también.

    El libro concluye con Amán sufriendo el fin que este había planeado para Mardoqueo. Y el rey firmó un edicto para que los judíos en todo lugar pudieran defenderse si eran atacados.

    Dios, en su providencia, cuidó a su pueblo, una vez más, no porque su pueblo fuera perfecto, sino porque Dios es fiel a sus promesas. Dios había prometido a Abraham que Él cuidaría a su pueblo y prepararía el camino para que el Mesías viniera a este mundo. Y aunque muchos han querido exterminar al pueblo judío, vemos que Dios en su providencia los ha cuidado. Sus promesas son siempre fieles.

    El libro de Ester nos muestra el amor y el cuidado de Dios hacia los que son suyos. Muchas veces nos avergonzamos de proclamar su nombre, y no compartimos quién es Dios para nosotras, pero vemos que Dios nunca se olvida de los que son suyos, y está atento a nuestras oraciones. Gracias a Dios por su cuidado y la providencia con la que nos protege. A Él sea toda la gloria.

  • El libro de Ester, que le sigue a Nehemías, está situado en el mismo periodo histórico, durante el reinado del imperio Persa, en los años entre los acontecimientos del capítulo 6 y 7 del libro de Esdras. El libro lleva el nombre de Ester, una chica judía que vivió en el imperio y que llegó a tener un papel muy importante entre el pueblo judío.

    La escena se sitúa en Susa, capital del imperio Persa. Muchos judíos habían vuelto a Jerusalén, pero muchos más permanecían aún en el exilio. Había judíos en diferentes ciudades a través del imperio de los persas, y muchos de ellos se habían integrado en la cultura y tenían cargos importantes. Tal era el caso de Mardoqueo, tío de Ester, el cual trabajaba en la residencia real en Susa.

    Asuero, el rey de Persia, también conocido como Jerjes era un hombre al que le gustaba beber y que se dejaba llevar por los consejeros de la corte. Tal era el caso, que después de haber hecho fiesta durante medio año seguido, durante una de las celebraciones, después de haber comido y bebido con dignatarios de otros lugares, llamó a la reina Vasti para que se presentara ante sus invitados, todos hombres, para que el rey pudiera mostrarles su belleza. Vasti, que estaba haciendo banquete aparte con las mujeres, envió a decir que no iría. Imagino que por un lado estaba acostumbrada a ser exhibida por su marido el rey, y por otro, se había acostumbrado también a llevar una vida paralela a la de su marido. Ambas opciones son penosas, ya que el diseño de Dios para el matrimonio es uno de compañerismo y complementariedad, y estos dos opciones no mostraban nada de esto.

    Leemos que Memucán, uno de los príncipes de Persia y Media, aconsejó al rey que no permitiera que Vasti viniera ante el rey nunca más, y que buscara otra reina en su lugar. Su argumento era que si no destituía a Vasti, las mujeres del reino comenzarían a menospreciar y odiar a sus maridos. Y tristemente vemos que Asuero el rey escuchó a Memucán e hizo decreto destituyendo a la reina Vasti, y mandó también cartas por todo el reino para que los hombres afirmasen su autoridad sobre sus mujeres.
    º
    Vemos en el capítulo dos que este mismo Asuero organizó un concurso de belleza en la capital, y trajeron a todas las doncellas de buen parecer del reino al palacio a cargo del eunuco Hegai, para que después de largos días de preparación, fueran presentadas al rey. Y aquí vemos que Ester fue llevada al palacio. A petición de su tío Mardoqueo, Ester había escondido su identidad judía, de modo que cuando fue elegida para ser reina, nadie sabía que ella era parte del pueblo judío.


    Ester sería usada por Dios en un momento de la historia para salvar al pueblo de Dios de la destrucción. Pero habiendo leído el principio del libro, uno solo puede ver a una hija de Dios viviendo en un mundo pagano, y totalmente integrada en la sociedad, de tal modo que nadie podría decir que ella era diferente a las demás. De haberse mantenido así, Ester no hubiera tenido ningún papel en la historia del pueblo de Dios. Si Ester su hubiera adaptado a la vida de palacio y simplemente hubiera disfrutado del privilegio de ir de plebeya a reina del mayor imperio de sus tiempos, no tendríamos el libro de Ester en nuestras Biblias.

    Dios tenía planes para Ester, mas ella tendría que arriesgar su vida para poder llevarlos a cabo.

    Cuando el libro nos presenta lo que parece una inminente masacre del pueblo de Dios, vemos que Ester tomó un paso de valentía y reveló su verdadera identidad. Dejando a un lado todos los privilegios que había conseguido, tomó la decisión de identificarse con Dios y con su pueblo a pesar de arriesgarse a ser destruída junto con todos los judíos. Su tío Mardoqueo se lo había presentado de esta forma:

    “No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” Ester 4:13-14

    Mardoqueo, el cual en un principio la había animado a esconder su identidad, le recuerda a Ester que si ella no se levantaba declarando su identidad e intercediendo por el pueblo, Dios levantaría a otro en un futuro para traer liberación al pueblo. Mas advierte a Ester que quedándose callada en palacio, ella y los suyos acabarían pereciendo.

    ¿Quién sabe si Dios no te ha puesto en el lugar donde estás para ser usada para la liberación de tu pueblo?, le preguntó Mardoqueo.
    Dios había permitido que una hija suya llegara a estar en la corte real. Y Mardoqueo entendía que Dios tenía un plan para ella.

    Ester contestó a Mardoqueo pidiéndole que ayunaran y oraran por ella durante tres días, y confiando en el Señor, tras este tiempo, se presentó ante el rey, sabiendo que si este no la recibía o no aceptaba su petición, podría perder la vida. Ester estaba dispuesta. Había dejado a un lado su miedo a ser diferente y estaba declarando quién era su Dios.

    ¿Dónde te ha puesto a ti Dios para ser una pieza clave en Su plan perfecto? ¿Eres hija del Dios del cielo? ¿Saben los que están a tu alrededor que sigues al Dios verdadero? Puede que no hayas compartido tu identidad en Cristo con los de tu alrededor, pero, ¿Y si Dios te ha colocado donde estás con un propósito específico? ¿Tendrás la determinación de Ester de levantarte en nombre de Dios y ser usada para Su plan perfecto, o permanecerás de incógnito en tu trabajo, instituto, vecindario, o donde quiera que Dios te haya puesto?

    Pongamos el tema en oración y cumplamos aquello para lo que Dios nos ha creado, para traer gloria a Su nombre.

  • Los libros de Esdras y Nehemías narran el regreso del pueblo de Dios a Jerusalén. Vemos tres etapas del regreso. En primer lugar vimos que Zorobabel volvió bajo el rey Ciro de Persia con más de 42000 personas con la intención de reconstruir el templo. Vimos que hubo un periodo de unos años en el que el pueblo paró de construir, y los profetas Hageo y Zacarías vinieron a despertar al pueblo para que acabara la obra, y Dios les permitió acabar el templo en el año 516 antes de Cristo. Entre los capítulos 6 y 7 de Esdras hay unos años en los que los eventos del libro de Ester, que estaremos leyendo esta semana tuvieron, lugar, en la ciudad de Susa, bajo el rey de Persia.

    Esdras 7-10 nos narra la segunda etapa del retorno del pueblo, cuando el sacerdote y escriba Esdras fue a enseñar la ley de Dios al pueblo y a instarles a que buscaran a Dios. Les amonestó especialmente sobre al pecado de mezclarse con los paganos de la zona que no seguían la ley de Dios. Como en ocasiones anteriores, el pueblo de Dios solía caer en la tentación de emparentar con los enemigos de Dios y eran atraídos a las prácticas que estos seguían en contra de la voluntad de Dios. Esdras intercede por el pueblo a Dios y enseña la ley de Dios al pueblo. El libro de Nehemías nos presenta una tercera etapa del retorno del pueblo, cuando los muros son edificados. En este libro, Esdras ya está en Jerusalén, y Dios nos presenta que al igual que hubo una construcción del templo y una enseñanza al pueblo sobre Dios, en esta última etapa del regreso de la cautividad, hay una repoblación de la ciudad santa, pero más importante aún, hay una dedicación del pueblo de Dios a seguir y obedecer la ley de Dios.

    Nos narra Nehemías 8 que el pueblo se juntó a una a escuchar la Palabra de Dios que compartió Esdras. Dice así:

    “y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel. Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

    Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra. Y los levitas (y da una lista de nombres) Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, y Pelaía, hacían entender al pueblo la ley; y el pueblo estaba atento en su lugar. Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.

    Esdras leía en hebreo, mas el pueblo se comunicaba en arameo, por lo que los levitas se aseguraban de que todos entendieran las palabras de la enseñanza.

    “Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.”
    Nehemías 8:1-3, 6-8, 10


    Después de la enseñanza, comieron juntos, y el escriba les mandó que se regocijaran, porque Dios sería lo que les daría fuerzas con gozo y esperanza.

    El repaso de la historia del pueblo traía lágrimas a los ojos de los hebreos, ya que podían ver que vez tras vez Dios había sido misericordioso con ellos, y vez tras vez, ellos habían sido infieles a Dios. Y en Nehemías 10:28-29 nos narra que el pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros y cantores, los sirvientes del templo, y todos los que se habían apartado de los pueblos de las tierras a la ley de Dios, con sus mujeres, sus hijos e hijas, todo el que tenía comprensión y discernimiento,
    “se reunieron con sus hermanos y sus principales, para protestar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová nuestro Señor.”

    La decisión de seguir y servir a Dios de corazón traería muchos cambios en la ciudad. Un cambio de corazón debía resultar en una reforma de la vida que vivían.

    Había corrupción en el pueblo,

    Nehemías 13:4 cuenta que el sacerdote “Eliasib, siendo jefe de la cámara de la casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías”.
    Y este había provisto una habitación para Tobías en el templo. Recuerda, este era el hombre que vez tras vez se se había interpuesto para estropear los planes de los hebreos en la reconstrucción de la ciudad. Tobías era un enemigo de Dios, sin embargo era un familiar del sacerdote.

    Nehemías tuvo que actuar en la situación para limpiar el templo de Dios.Dice así en los versículos 7 y 8: Y me dolió en gran manera; y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la cámara, y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí los utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso.”

    Este mismo Eliasib, sacerdote del pueblo había emparentado con Sambalat, el otro individuo que conspiraba contra Nehemías y sus hombres para que no edificaran. El hijo de Eliasib se había casado con la hija de Sambalat horonita, extranjeros en la tierra. Cuando Dios denunció los matrimonios con los extranjeros que moraban en la tierra era con el propósito de mantener la pureza del pueblo. En ningún momento se trata de racismo o xenofobia, ya que vemos en otros textos que los extranjeros que aceptaban a Dios eran bienvenidos al pueblo. Mas bien se trataba de no comprometer la fidelidad a Dios por mezclarse con otros que no creían en Dios. Nehemías incluso contó cómo el corazón del mismo rey Salomón fue tras dioses ajenos a causa de su matrimonio con mujeres que no conocían a Dios (13:26):


    Nehemías tuvo que hacer reformas en la forma en que el pueblo estaba organizado. Habían dado dinero prestado a los más pobres, y les obligaban a pagar intereses, de modo que estos que habían tomado prestado se sentían esclavos a causa de las deudas. Nehemías amonestó a los que habían permitido esta situación y los instó a no oprimir a aquellos que tenían necesidad.

    Había también algunos que trabajaban y hacían negocio en el día de reposo. Tras ser amonestados, el pueblo pactó guardar el día de reposo para el Señor y respetar las leyes y los tiempos de Dios para su pueblo.

    Y vemos que el libro de Nehemías acaba con el pueblo de Dios de vuelta a su tierra, y habiendo pactado una vez más seguir a Dios y obedecerle.

    Para concluir la reflexión sobre estos dos libros, quisiera enfatizar la importancia de mantener nuestras prioridades con nuestro enfoque puesto en Dios. El pueblo volvió a su tierra, tuvo la oportunidad de comenzar de nuevo, y vemos lo fácil que es desviarse tras las distracciones de la vida. Hemos visto que es fácil desanimarse por la oposición y dejar a Dios a un lado. Y también hemos visto que cuando hay arrepentimiento genuino, debe seguir una reforma de nuestra vida. Si seguimos a Dios, se notará en nuestros hábitos de vida. Quisiera que me vida fuera un reflejo de lo que mi corazón anhela. Que mi andar diario muestre a aquel que reina sobre mi corazón.

  • ¡El libro de Nehemías comienza contándonos cómo llegó palabra a Nehemías de que los que habían regresado a Jerusalén vivían en ciudades con los muros destruidos y sufrían oposición de los habitantes del lugar. Vemos que Nehemías se lamenta y va a Dios en oración. Dice así Nehemías 1:4:

    “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.”

    Nehemías era parte de los hebreos que vivían en el exilio en Babilonia. Trabajaba como copero del rey Artajerjes. Su trabajo era probar la bebida en la copa del rey antes de que este se la llevara a la boca. El rey confiaba en Nehemías, y además vemos que lo tenía en alta estima, ya que cuando vio que el rostro de Nehemías mostraba tristeza, le preguntó:

    “¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón.” (2:4) Nehemías fue sincero con el rey y la reina, que también estaba presente. Le explicó que su pueblo sufría en Jerusalén, y que él sentía el deseo de ir y reedificar los muros de la ciudad.

    El rey respondió positivamente, inquiriendo sobre el viaje que Nehemías quería emprender y el tiempo que estaría fuera. Nehemías le pidió al rey que lo enviara con cartas escritas que le facilitaran el paso al otro lado del río y que le concediera por escrito el poder recibir madera del bosque para construir las puertas de la ciudad, los muros y la casa en la que se quedaría Nehemías.
    Y dice Nehemías en el versículo 8: “Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí.”

    Nehemías había ido a Dios en oración. Ahora entendía que Dios estaba en control de la situación, y podía ver la mano de Dios en los acontecimientos. Habiendo recibido permiso y apoyo del rey persa, Nehemías fue hasta Jerusalén, y después de descansar del viaje, salió por la ciudad para evaluar la situación. Nos narra el capítulo 2 que habiendo inspeccionado las condiciones de las murallas, se reunió Nehemías con los oficiales hebreos y les animó a edificar con él el muro. Y dice Nehemías en el versículo 18:

    “Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien.”

    Nehemías estaba motivado por lo que Dios había hecho ya para mostrar sus bondades, y quería que los oficiales entendieran que la mano del Señor les ayudaría en lo que iban a emprender.

    Mas nos cuenta el libro que había unos señores que no estaban contentos de que Nehemías estuviera ahí para ayudar al pueblo judío. Dice así en el capítulo 2, versículos 19-20:

    “Pero cuando lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?

    Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.”

    Curiosamente, en el capítulo 4 leemos que estos hombres habían venido insultando a los que edificaban. Querían desanimarlos de hacer la obra, ya que sabían que Nehemías tenía la bendición del rey. Cuando no pudieron hacer nada legalmente y oficialmente para parar la obra, probaron a hacerlo insultándolos y desalentándolos. Dice así el texto:

    “Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos.
    Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?
    Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.”

    Y no solo insultaron, sino que “conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño.”

    Mas Nehemías oró a Dios de nuevo. Esa era su práctica. Cuando venían malas noticias, oraba. Cuando enfrentaba oposición, oraba. Cuando otros lo insultaban y lo amenazaban, oraba. Él entendía que su defensa y su fortaleza venía del Dios de los cielos. Nadie podía ir en su contra si Dios estaba con él. Él creía lo que también expresó el apóstol Pablo en Romanos 8:31: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”

    Para empeorar la situación, nos cuenta Nehemías que había algunos de su pueblo que estaban con aquellos que los amenazaban y los despreciaban. Dice el texto: “Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros.” Les desanimaban recordándoles que los vencerían a pesar de cualquier esfuerzo que hicieran. Mas Nehemías y el pueblo que con él edificaba no se rindieron ante estos. Nos narra Nehemías en primera persona lo siguiente:

    “Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos. Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas. Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea.”

    Se plantaron y continuaron la obra con el poder de Dios. Nehemías nos narra que edificaron el muro, y mientras la mitad de los siervos trabajaba en el muro, la otra mitad estaban armados para la defensa. E incluso aquellos que edificaban tenían la espada a mano mientras edificaban. Trabajaron diligentemente para hacer la obra, y mantuvieron defensa militar ante los que los amenazaban. Mas ellos sabían en quién confiaban. Nehemías asegura al pueblo con esta frase: ”nuestro Dios peleará por nosotros.”

    Acabaron el muro a pesar de la oposición. Estos tres personajes intentaron hacerle la vida imposible a Nehemías y hacerle desistir de lo que Dios había puesto en su corazón. Nehemías acabó la obra sin dejar que los insultos, sobornos y amenazas lo frenaran. Y dice Nehemías que los enemigos “se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra” Nehemías oró así en el capítulo 6:14 “Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también acuérdate de Noadías profetisa, y de los otros profetas que procuraban infundirme miedo.” Nehemías podía olvidarse de sus adversarios porque Dios se acordaría de ellos.

    Vuelvo a hacer la pregunta del principio: ¿Qué haces ante las malas noticias? ¿Qué haces ante la oposición? Hubiera sido normal que Nehemías se deprimiera por las malas noticias. Hubiera sido comprensible que ante la oposición de Sambalat, Tobías y Gesem, el pueblo desistiera de construir el muro. Mas vemos que Nehemías llevó su causa a Dios y trabajó con todos sus recursos, sabiendo que su Dios, Jehová de los ejércitos, peleaba por ellos y les daría la victoria.

    Te animo a enfrentar las dificultades de tu vida de esta manera. Confía en Dios, deja tu causa en sus manos, y haz todo lo que esté en tus manos para superar la prueba. Dios peleará por ti si haces esto, y saldrás fortalecida y edificada.