Afleveringen
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Este episodio episodio empieza con Junco y, a partir de ahí, Maldonado desarrolla toda su teoría sobre las infidelidades en una pareja. Se habla del amor y Sastre plantea diferencias con la amistad. Se habla de Pacojó y de la importancia de boludear, entre otras muchas cosas, como los fluidos no newtonianos.
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Miguel y Sastre están a un día de presentar los Premios Ondas, así que comparten ideas sobre cómo puede ser la gala mientras hablan de robots y actualidad (entre otras cosas).
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Este episodio es distinto a los demás. Con el país todavía conmocionado por la tragedia de la Dana en Valencia, Sastre y Maldonado comparten sus reflexiones no sólo sobre la indignación de los vecinos y la respuesta política, sino también acerca de la expansión de los bulos y la reacción de los voluntarios.
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Miguel llega tarde pero eso tiene una explicación: ha ido a ver en el metro el mundo real. El episodio repasa la ausencia del Real Madrid del balón de Oro y los deberes de Sastre para aprender no hacer nada. Y se habla de las acusaciones y denuncias por violencia machista contra Íñigo Errejón.
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Este episodio en realidad no tiene un inicio: de pronto Miguel se ha sentado y ha empezado a contarle a Sastre la circunstancia por la que tuvo que cambiar de teléfono y, a partir de ahí, se han ido encadenando una serie de relatos que lo mismo se refieren al trabajo que al sentimiento de culpa. Aparece también Moldavia y el cruce de querellas entre Ayuso y Sánchez para terminar, por razones más desconocidas todavía, haciendo el intermitente. Cómo iba a tener un inicio este episodio, si lo que no tiene es sentido.
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En este episodio Sastre y Maldonado hablan de lo que es la victoria y lo que es la apnea, del problema de la vivienda y de los grupos de whatsapp de famosos. Sastre cuenta qué tal su viaje a Murcia, lo que desata la imaginación de Miguel. Que es prodigiosa, por otra parte.
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En este episodio, Sastre y Maldonado se disputan el título de mejor yerno y se ponen a especular sobre el futuro de la geopolítica mundial. Para eso, entrevistan a un polifacético y plurilingüe profesor, especialista en todas las cosas.
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Hemos vuelto. La segunda temporada empieza con una muestra de humor ligeramente escatológica sobre la que Maldonado y Sastre se reencuentran tras el verano. A partir de ahí se mezclan una serie de acontecimientos y personas (Biden, Puigdemont, Nacho Cano, Cristóbal Colón…) que vuelven a demostrar que, este curso, tampoco hay guion. Pero hay risas, que todo no se puede.
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Para el último episodio de la temporada hemos ido a grabar a un lugar muy especial. Vamos al Congreso para ser testigos de la historia, aunque en realidad tampoco nos pasó tanto. La duda es si este será el último de la temporada o el último para siempre. No es un cebo: es lo que hay.
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En este episodio, penúltimo de la temporada, Sastre y Maldonado hablan de muchas cosas. De Rivera, de Camps, del rey y de sus antecesores. Del Madrid y de la Champions. De los cursos para ser un buen político. Pero todo eso languidece y no es nada si se compara con el plato fuerte: imaginar al ministro de Exteriores contonearse mientras luce un acento irresistible.
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Aquí, como diría el Papa, hay mucho mariconeo. En este episodio se apuesta todo al verde, como el césped del Bernabéu, y Miguel y Sastre resuelven unas dudas sobre las elecciones europeas. Y Taylor Swift.
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Hay una crisis diplomática entre los gobiernos de España y de Argentina y alguien ha usado una peluca para camuflarse en el juzgado. Son muchas cosas para un episodio en el que lo importante no son las risas. Es la alegría.
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En este episodio se habla del cisma que impulsan 16 monjas contra el papa. Y se habla de otras cuestiones de la actualidad, aunque sean de otra trascendencia. Como las elecciones catalanas. Miguel de hecho habla con un catalán fluido que Sastre traduce. Y se cuenta cuándo alguien conoció a alguien.
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El episodio de hoy empieza con la posibilidad de impermeabilizar según qué partes y, con ese inicio, toda va ya cuesta abajo. Se habla de la comparecencia de Ábalos y de Rato, al que llamaban Zeus. Miguel se propone jugar al Sorpresa, Sorpresa aunque Sastre no cree que llegue a tanto. La cosa, que empezó como empezó, termina con la lista de los Borbones. Ah, y con un hallazgo formidable sobre las cortinas que nadie ha probado nunca.
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Ante la increíble sucesión de acontecimientos en la vida política de España, con la pausa de Pedro Sánchez y su decisión de seguir en la presidencia del Gobierno, Miguel y Sastre analizan el asunto contemplando todos los miembros posibles. Aparece también Socialín, que ha vuelto a la vida tras este impasse de Sánchez.
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En el episodio de hoy Miguel cuenta cosas que dice que se hacían en tándem y habla mucho de los Borbones. Aparece Koldo y Ábalos y, por alguna extraña razón, Sastre habla de la trampa de la nostalgia. Un podcast con frases en catalán. Será por Sant Jordi.
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El episodio de hoy carece de rigor histórico pero, a cambio, se habla de un pato y Miguel está muy gracioso simulando a un perro. Sastre cuenta lo último de Donald y fabulan con montar una universidad.
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En este episodio se habla de ácido hialurónico y de una nueva manera de saludar para la que se requiere un dedo (o dos). A Miguel le da por hablar de Mario Conde y Sastre se acuerda de cosas, pero sin mucho detalle. Está el eclipse también, que tiene una relación desconocida con el Titanic. Humor y rigor, en definitiva.
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Tiene Maldonado la teoría de que los memes se pueden llevar la comedia por delante y discute de eso con Sastre mientras evocan los mejores “memardos”. Hablan también de la gente que dice que no tiene monólogo interior y se descubre la historia del auténtico niño al que pidieron que llamara al ascensor y salió al descansillo a llamar al ascensor a gritos.
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Es Semana Santa pero aquí estamos, aunque el episodio fue grabado hace un par de semanas. Pero es que en algún momento se tiene que descansar. Y de eso se habla, de si somos capaces de descansar y, más que eso, de dejar la mente en blanco. Miguel tiene un truco infalible que Sastre cree que no le va a funcionar. Pero lo intenta, porque hay que poner voluntad. Tanta como para poder decir de una: Terminator Dos.
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