Afleveringen

  • En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

    «Soy un hombre casado, y me siento muy mal con Dios porque le fallé. Cometí adulterio, y la consecuencia de ese adulterio fue un embarazo; pero decidimos que no naciera ese niño.

    »Quisiera que me dijeran cómo alcanzar el perdón de Dios por haber pecado, conociendo la verdad, y por haberle quitado la vida a ese ser inocente. Cada día me martiriza ese cargo de conciencia. Debido a esa situación, estoy enfermo. Yo sé que Dios me está castigando por haber pecado de esa manera. ¿Cómo recibo sanidad y perdón?»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimado amigo:

    »Antes de responder a su pregunta, quisiéramos hacerle una pregunta a usted. ¿Ha seguido siéndole infiel a su esposa?

    »Usted se siente culpable por haber estado de acuerdo con la decisión de quitar la vida de su hijo o hija, pero no menciona específicamente si también se siente culpable por el adulterio. De ser así, ¿la culpa que siente lo ha llevado a ponerles fin a relaciones sentimentales con otras mujeres?

    »Su caso puede compararse con el de andar en un vehículo que va en dirección contraria al tránsito. Una vez que el conductor del vehículo descubre su error, ¿qué hace? ¿Sigue andando en la dirección equivocada luego de pedirles disculpas a los pasajeros que lo acompañan, o se da vuelta en el sentido correcto?

    »Usted sabe que su vida ha estado mal encaminada por algún tiempo. Así que debe darse vuelta y tomar el rumbo contrario si espera que Dios crea que de veras está arrepentido por lo que usted hizo. Cuando cambiamos de rumbo y lamentamos lo que hemos hecho, esa acción indica arrepentimiento. Dios está dispuesto a perdonar cualquier pecado por completo, pero cuando pecamos, tenemos que estar de veras arrepentidos, y darnos vuelta y tomar el rumbo opuesto.

    »Muchos se sienten culpables y quieren saber cuál es la fórmula para tener una conciencia tranquila. Están dispuestos a decirle a Dios que están arrepentidos, pero no están dispuestos a darse vuelta y tomar el rumbo contrario. Si no hacen eso, su arrepentimiento es vano y no indica nada.

    »La culpabilidad y la angustia emocional causan cambios en las sustancias químicas del cerebro, y esos cambios pueden, en definitiva, afectar la salud. Usted no identifica su enfermedad, pero es de suponerse que su estado emocional está elevando la cantidad de hormonas de estrés, tales como el cortisol, que tiene en el cuerpo.... Es que, si bien Dios nos perdona por lo que hemos hecho, por lo general Él no nos quita las consecuencias naturales que se dan como resultado. Sin embargo, una conciencia clara y limpia delante de Dios aliviaría una buena parte del estrés en su cuerpo, y pudiera resultar en una mejoría de la enfermedad. En cualquier caso, le sugerimos que consulte a un médico para que le dé su diagnóstico.

      »Le recomendamos que lea el Caso 387 en www.conciencia.net para enterarse de lo que le sugerimos a otra persona que lamentó muchísimo su decisión de abortar a su bebé. Esas sugerencias pudieran servirle también a usted.»

    Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 677.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

  • (Día del Deportista Panameño)

    Todo bateador de las Ligas Mayores del Béisbol sabía lo que le esperaba cuando tenía que enfrentarse a Mariano Rivera. Sabía lo que estaba por llegar, y que era tal vez la mejor recta cortada jamás lanzada por un beisbolista profesional. ¡Y aun así no era capaz de hacer contacto con la pelota! Por eso y mucho más, era de esperarse que en el año 2019 fuera elegido al Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad, al igual que lo habían sido 54 de los mejores beisbolistas de todos los tiempos que lo antecedieron. Sólo que ese año, por primera vez en los 83 años de votación de la Asociación de Escritores de Béisbol de América, ¡el voto por uno de los elegidos, Mariano Rivera, fue unánime!1

    Criado en Puerto Caimito, una pequeña aldea panameña de pesca —a unos 24 kilómetros de la Ciudad de Panamá— Rivera había iniciado su carrera beisbolística jugando «con un guante hecho de un cartón de leche, un palo como bate y una pelota hecha de redes de pesca muy apretadas».2 Pero un brazo fuerte y certero, y un cuerpo atlético y nervudo lo pusieron en la mira de los Yankees de Nueva York en 1990, y fue así como a los veinte años comenzó su ascenso desde las Ligas Menores hasta debutar en las Mayores como abridor de los Yankees en 1995. No fue sino hasta 1996 que comenzó a lanzar como relevista y posteriormente a adquirir fama como un cerrador imbatible.

    En todas sus 19 temporadas en las Ligas Mayores, Mariano Rivera jugó con el mismo equipo, los Yankees de Nueva York. Protagonizó en cinco Series Mundiales, impuso récords en juegos salvados (652) y en juegos completos (952), e igualó el récord de 9 temporadas con 40 o más juegos salvados. Rivera también posee los récords de postemporada de 96 juegos lanzados y 42 salvados, 24 de éstos lanzados y 11 salvados en Series Mundiales, así como el promedio más bajo de carreras limpias permitidas (0.70), sólo 11 en 141 entradas. De ahí que, desde 2014, el premio que recibe el Relevista del Año en la Liga Americana se llame Mariano Rivera. En 32 series de postemporada, entre éstas siete Series Mundiales, ganó ocho juegos y perdió sólo uno.

    Rivera fue reconocido como el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial de 1991 y de la Serie de Campeonato de la Liga Americana en 2003, como también del Juego de Estrellas en 2013, una de las 13 temporadas en que fue elegido para participar. Es el segundo miembro del Salón de la Fama del Beísbol nacido en Panamá. El primero, Rod Carew, ingresó en 1991.3

    En su autobiografía titulada El cerrador, Rivera cuenta cómo nació su recta cortada con «ese malvado efecto». Dice que no pasó años buscando ese lanzamiento ni se lo pidió a Dios, sino que surgió de repente «como si hubiera caído directamente del cielo... [como] otro de los increíbles regalos del Señor». Y luego concluye que Dios le dio esa «arma de béisbol devastadora» porque, como siempre, Dios tenía un plan específico, un plan que cambió toda su carrera.4

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    1 «Mariano Rivera (Pitcher): Class of 2019», National Baseball Hall of Fame [Salón de la Fama del Béisbol], Cooperstown, New York <https://baseballhall.org/hall-of-famers/rivera-mariano> En línea 6 enero 2023; «Mariano Rivera unanimously elected to Hall of Fame, along with Roy Halladay, Edgar Martinez and Mike Mussina» [Mariano Rivera elegido por unaniminad al Salón de la Fama, junto con Roy Halladay, Edgar Martínez y Mike Mussina], Baseball Writers’ Association of America (BBWAA) [Asociación de Escritores de Béisbol de América], 22 enero 2019 <https://bbwaa.com/19-hof> En línea 6 enero 2023. 2 Mariano Rivera con Wayne Coffey, El cerrador: Mi Vida, Edición en español por Hachette Book Group (New York: Little, Brown and Company, 2014) p. 6. 3 «Mariano Rivera (Pitcher): Class of 2019»; «Mariano Rivera unanimously elected to Hall of Fame (BBWAA); Spencer Fordin, «Premios de los relevistas serán “Rivera” y “Hoffman”», mlb.com [Béisbol de las Grandes Ligas], 9 April 2014 <https://www.mlb.com/es/news/premios-de-los-relevistas-seran-rivera-y-hoffman/c-71477408> En línea 6 enero 2023. 4 Mariano Rivera con Wayne Coffey, El cerrador, pp. 89-90.
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  • (Antevíspera del Día del Mártir Cristiano)

    Cuenta Richard Wurmbrand en su best seller autobiográfico, Torturado por Cristo, que cuando los rusos ocuparon Rumania, dos soldados rusos irrumpieron en una iglesia cristiana y, apuntando sus armas a todos los presentes, gritaron:

    —¡No creemos en su fe! A los que no renuncien de inmediato a ella, los mataremos de un tiro ahora mismo. Los que renuncian a su fe, pasen a la derecha.

    Algunos se pasaron a la derecha del recinto.

    —¡Ustedes, salgan de la iglesia y regresen a sus casas! —les ordenó uno de los soldados.

    Y salieron huyendo, como alma que lleva el diablo.

    Los soldados rusos, una vez que quedaron solos con la mayoría de los asistentes que no se habían movido ni un ápice, los abrazaron y les dijeron emocionados:

    —Nosotros también somos seguidores de Cristo, pero queríamos fraternizar sólo con aquellos que están dispuestos a morir por la verdad que profesan.1

    En realidad, esta historia pone el dedo en la llaga de quienes profesan determinada fe pero no están comprometidos del todo con ella. Entre éstos, aunque cueste trabajo admitirlo, hay muchos presuntos cristianos que tienen una úlcera en el alma que los está envenenando por completo.

    Para éstos, el cristianismo no es más que un amuleto contra la mala suerte que en el mejor de los casos les trae muy buena suerte. Creen que Jesucristo tiene la obligación de protegerlos de todo accidente y de proveerles de todo lo que ansían y piden para gastar en sus propios deleites. Hacen con la religión un negocio. «Si yo sigo a Cristo —dicen—, entonces Él tiene que darme salud, dinero y placeres. Y si no, entonces no tengo por qué seguirlo.»

    En cambio, los seguidores de Cristo que viven en países donde el ateísmo es la religión del estado arriesgan la vida cuando confiesan su fe en Él. En los lugares en que hay leyes que prohíben hablar acerca de la fe cristiana con personas menores de dieciocho años, el hacer tal proselitismo puede significar prisión y muerte. Y sin embargo miles de hombres y mujeres lo hacen, convencidos de la justicia de su causa, afrontando con valor hasta las últimas consecuencias.

    Aunque parezca algo severo, Cristo espera lo mismo de todos sus seguidores, cualquiera que sea su país de origen o de residencia. Es que lo que no nos cuesta nada tampoco tiene valor alguno. Por eso el Rey David le dijo al jebuseo Arauna que no ofrecería a Dios lo que no le hubiera costado nada.2 Y por eso Cristo categóricamente dijo: «Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará.... Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»3

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    1 Richard Wurmbrand, Torturado por Cristo (Bogotá: Editorial Buena Semilla, 1967), p. 111. 2 2S 24:24 3 Mr 8:34,35,38
  • «Cirilo Martínez, a medio emborrachar, era una bestia peligrosa.... Flaco y alto, tenía la fuerza sorprendente de ciertos individuos correosos....

    »[Cuando estalló] el conflicto del Chaco [entre Paraguay y Bolivia].... Cirilo... fue al frente, a pesar de sus cuarenta y tres años, como teniente de reserva....

    »Al hallarse por primera vez en su vida con alguien a quien mandar, la aviesa crueldad reprimida afloró potente, aún en ausencia del estímulo alcohólico....

    »... El frente se ensanchaba. No había tiempo de descansar....

    »Sus [cantimploras] estaban vacías; no habían hallado agua en el trayecto. Pero un día sin beber, aunque feo, no mata. Al ir beberían a gusto....

    »Pasado ya el mediodía, seca la garganta, la lengua de madera [les llenaba] la boca....

    »Anochece. La sed es un martirio....

    »Al tercer día de vagar... viéndose a cada instante obligados a torcer el rumbo, los hombres sedientos tienen gestos desatentados de loco.... El sol pica inmisericorde.

    »... Por fin dan con... un hilo de agua [que] se diseña inmóvil como una lombriz muerta.... Avanzan todo lo de prisa que les dan las fuerzas, jadeando...

    »Cirilo quiso adelantarse. Cayó al suelo agotado. Cleto, el asistente, se aproximó al agua trastabillando; sacó del bolsillo su vaso... lo llenó como pudo; lo llevó al teniente.

    »—Aquí tenés, mi teniente. Un vaso solo y despacio, que na. No hay que beber mucho.

    »Cirilo le arrebató el vaso, lo apuró de un trago, se incorporó enseguida y marchó a tropezones hacia la charca. Bebió un vaso del lodoso líquido; luego otro, y otro. Los hombres, temblorosos, paladeaban con superstición el agua, mojándose las sienes. Se acercaron a Cirilo; quisieron tomarle de los brazos.

    »—Anina upéicha, mi teniente. Hay que beber de a poquito.

    »Cirilo sacó el revólver.

    »—Déjenme, añamemby...

    »Siguió bebiendo. Cuatro, cinco, seis vasos. Uno más. Por fin, saciado, quiso incorporarse. Lo intentó varias veces. Perdido el resuello, cayó de bruces sobre la tierra grisácea, jadeando penosamente. Gimió. Se llevó las manos al pecho. Los hombres se miraban; miraban al postrado Cirilo, que se retorcía apretando los dientes mientras un hilo de saliva se escapaba en largo chirrido de entre los labios.... Los hombres... llevaron en vilo el cuerpo del teniente. Lo dejaron boca arriba en el suelo....

    »Se echaron por tierra; dormitaron... un rato. Cuando despertaron, Cirilo acababa de morir....

    »—Demasiada agua. Lo mató —dijo el cabo.1

    Así narra la escritora hispano-paraguaya Josefina Plá, en su cuento titulado «Cuídate del agua», lo que sucede cuando una persona con una sed insaciable, a fin de mitigarla, bebe demasiada agua. Gracias a Dios, lo que sacia nuestra sed espiritual no es la cantidad sino la calidad del agua que bebemos. Es que el agua que nos ofrece su Hijo Jesucristo, lejos de tener la capacidad de convertirse dentro de nosotros en un manantial del que brota la muerte, se convierte más bien en un manantial del que brota vida eterna, de modo que el que bebe de ella no vuelve a tener sed jamás. Pidámosle a Dios hoy mismo que sacie nuestra sed con esa agua que da vida.2

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    1 Josefina Plá, Cuentos completos, Ed. Miguel Ángel Fernández (Editorial El Lector, 1996), pp. 97-103. 2 Jn 4:10-15
  • En este mensaje tratamos el siguiente caso de una joven que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    «Mis padres se divorciaron cuando yo tenía nueve años. Desde entonces, en mi vida no ha habido paz. Mi padre, que es veinte años mayor que mi madre, suele ir de mujer en mujer, y las lleva a casa cuando tiene permiso de visitarme....

    »Mi madre tiene otra pareja desde antes del divorcio... pero me deja sola en la casa familiar, si así se le puede llamar. Ella duerme con su novio en otro municipio, y no se quiere casar hasta que mi papá fallezca, ya que quiere tener derecho a quedarse con la casa y una pensión por viudez....

    »No quiero estudiar y menos trabajar. Pero quisiera ayudar a mis padres y no estar tan abandonada. Los ejemplos que veo en mi familia no son nada buenos.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Estoy impresionada con tu madurez y estabilidad emocional. Muchos adolescentes en circunstancias similares a las de tu familia acuden a las drogas y al alcohol para escapar y no tener que afrontarlas. En vez de reconocer lo malos que han sido los ejemplos de sus padres, siguen esos ejemplos y se meten en los mismos problemas, o incluso peores.

    »Gracias a Dios, has sobrevivido a esos años de adolescencia en que te tocó vivir como cautiva de las decisiones de tus padres. Eres lo bastante sabia como para comprender que no tienes que seguir los pasos de ellos, y que como adulta no tendrás que seguir siendo cautiva de sus errores.

    »Comprendo que lamentes no haber tenido la vida en familia que hubieras querido. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía casi la misma edad que tenías tú, y me entristece que los recuerdos que tengo de esos años sólo sean de agitación y confusión. Yo era cautiva de sus continuas malas decisiones, y me sentía frustrada y desamparada.

    »Sin embargo, tuve la bendición de contar con parientes que me llevaron a la iglesia, donde aprendí que Dios me ama y que es poderoso y sabio, y que está tan interesado en mi bienestar que está dispuesto a ayudarme a forjar una vida mejor para mis hijos. El darles a mis hijos un hogar más estable y feliz que el que tuve yo se convirtió en una de las metas más importantes de mi vida. En vez de enfocarme en lo malo de mi pasado, mi relación personal con Dios me ayudó a mirar hacia un futuro en que Él me guiaría para tomar buenas decisiones y ser un buen ejemplo para ellos....

    »¿Qué quieres tú para los hijos que puedas tener en el futuro? Haz planes para esa vida, y toma tus decisiones hoy con miras hacia esa meta. Dios te ayudará si se lo permites.»

    Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 805.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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  • Fue para Juanita Parker una semana verdaderamente trágica. Primero, su marido tuvo un accidente de trabajo quedando gravemente quemado. Segundo, su hijito recién nacido fue diagnosticado con mononucleosis. Tercero, perdió la casa que habían comprado por falta de pagos. Cuarto, y esto fue lo peor, descubrió que su esposo y su mejor amiga eran amantes. Todo esto le sucedió en el lapso de sólo ocho días.

    La agonía moral de Juanita duró cuatro semanas. En su desesperación llegó a la conclusión de que para ella sólo había dos opciones: matarse o perdonar. Por fin hizo lo único que podía darle tranquilidad: perdonó. Perdonó a su marido. Perdonó a su amiga. Y con el perdón sincero y completo, recuperó la paz. Es más, con el alma libre de esa carga, pudo tener la fe para resolver sus demás problemas. El perdonar fue su salvación.

    Alguien dijo que el perdón no es una opción. No se puede tener paz si no se perdona. En ese sentido el perdón no es una opción. Es un imperativo.

    Cuando alguien nos ha ofendido, haciéndonos daño en el alma, exclamamos: «¡Jamás lo perdonaré! La herida es demasiado grande, el desencanto muy grave, el dolor insoportable. ¡Jamás lo perdonaré!»

    El problema mayor es que vivir sin perdonar es lo mismo que llevar una piedra en el estómago. Es igual que echar sal continuamente en una herida abierta. Vivir sin perdonar es nublar el entendimiento, endurecer el corazón, amargar el alma.

    ¿Cuántas veces no habremos repetido el Padrenuestro? Comienza diciendo: «Padre nuestro que estás en el cielo.» Más adelante dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:9, 12,13). Es decir: «De la misma manera en que yo, Señor, perdono, perdóname tú a mí.» Perdonar no es una opción. Es un mandamiento divino.

    Cuando Jesús agonizaba en la cruz, mirando a la multitud, dijo: «Padre, perdónalos» (Lucas 23:34). El que más sufrió, el que fue clavado en una cruz, al referirse a sus verdugos dijo: «Padre, perdónalos.» Así nos enseñó el Maestro.

    Así es el perdón divino —gratis, eterno y perfecto—, y sin embargo cualquiera puede ser salvo. Pero eso demanda que también nosotros perdonemos. Así como hemos recibido el perdón de Dios, tenemos que perdonar a los demás. No es una opción; es un mandato. Pero Cristo nos da la fuerza para cumplirlo.

    Hermano Pablo
    Un Mensaje a la Conciencia
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