Afleveringen
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En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:
« Tengo tres años y nueve meses de casada. Mi esposo tiene dos hijas de una relación... [anterior]. La mamá de él le ayudaba con la hija mayor y[, antes de casarnos,] la hija pequeña se la dejó a la mamá de la niña. Pero cuando nos casamos, él se llevó [a la menor] a vivir con nosotros. La niña tenía nueve años.
»[Esa hija que vive con nosotros] es mal educada y hace lo que quiere, y él no la corrige. Ya no puedo más con esta situación.... No quiero seguir con el matrimonio.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimada amiga:
»Su situación nos entristece mucho. Si antes de casarse nos hubiera contado sus planes, le habríamos dado el mismo consejo que les hemos ofrecido a muchas otras personas. Casarse con alguien que tiene hijos viviendo consigo es como firmar un contrato para realizar el trabajo más difícil del mundo....
»... Es obvio que es mejor para el hijo o la hija que tenga una relación con ambos de sus padres biológicos a no ser que haya abuso o adopción de por medio. Pero la existencia del otro padre o de la otra madre crea una dinámica en la relación que al nuevo cónyuge casi siempre le resultará difícil de manejar.
»La mayoría de los niños percibirán que el nuevo cónyuge es un intruso culpable de destruir a su familia biológica. Un hijo o una hija bien puede hacerle la vida imposible al cónyuge a propósito, o hacerlo sin ninguna mala intención. Y el conflicto con frecuencia se torna en una competencia para probar si el padre o la madre ama más al cónyuge o al hijo o a la hija.
»Los adultos que tienen madurez saben que el amor sentimental y el amor paterno o materno no son mutuamente excluyentes. Es posible amar al cónyuge plenamente y amar de igual manera al hijo o a la hija. Pero esto no tiene sentido para el hijo o la hija. Cada cual preside en el hogar como un pequeño juez que nunca deja de emitir juicios a su favor. De modo que el nuevo cónyuge siempre tiene todas las de perder.
»Los hijos se sienten totalmente justificados cuando tratan mal al cónyuge o cuando se niegan a obedecer las reglas de la casa. Se la pasan diciendo cosas para hacer que el padre o la madre que tiene la custodia se sienta culpable por haberlos puesto en semejante situación, así que, a su vez, esa culpabilidad hace que el padre o la madre no discipline a los hijos como lo haría en otras circunstancias.
»No hay ninguna solución fácil. Lo que sí recomendamos es consejería profesional para tratar de salvar el matrimonio. Además, le aconsejamos que cultive una relación personal con Dios. Él puede darle la fortaleza, la perseverancia y la sabiduría que usted necesita.»
Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 823.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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¿Ha visto a los niños
dando vueltas en un carrusel?
¿O ha escuchado a la lluvia
salpicando en el andén?¿Ha seguido el vuelo
de las mariposas,
o ha contemplado el sol
en su ocaso y en su gloria?¿Por qué no afloja el paso
y aminora la marcha?
El tiempo es corto,
¿para qué tanta prisa?¿Se pregunta por qué
siempre anda apresurado
y por qué nunca escucha
respuesta a sus saludos?Y al final del día
en la cama acostado,
¿piensa en mil tareas
que acabar no ha logrado?¿Por qué no afloja el paso
y aminora la marcha?
El tiempo es corto,
¿para qué tanta prisa?¿Le ha dicho a su hijo:
«Lo haremos mañana»,
sin haber advertido
su innegable tristeza?¿Ha dejado que cese
una hermosa amistad
por no dedicarle
tiempo y cordialidad?¿Por qué no afloja el paso
y aminora la marcha?
El tiempo es corto,
¿para qué tanta prisa?Cuando aprieta el paso
para llegar más pronto,
no es tan divertido
como ir poco a poco.Si su vida es tan sólo
un constante ajetreo,
resulta un buen regalo
tirado al basurero.La vida no se debe
llevar a toda prisa.
Hay que oler el perfume
de la flor y la brisaEste poema, traducido y adaptado del inglés, fue compuesto por el psicólogo David Weatherford y publicado originalmente en 1991.1 Lamentablemente se le ha enviado por correo electrónico a millares de personas alrededor del mundo como si fuera de un autor desconocido. Según el mensaje que ha acompañado al poema, así se había de cumplir el último deseo de una niña que estaba muriendo de cáncer. Presuntamente ella había pedido que se le enviara a cuantos fuera posible, para motivarlos a que aprovecharan la vida al máximo, ya que ella no podría hacerlo.
Con el transcurso del tiempo, al final del mensaje comenzó a aparecer el nombre y el teléfono de un profesor de una universidad de Nueva York. ¡Cuál no sería la sorpresa de los que llamaron a ese teléfono y escucharon un mensaje grabado que decía: «Si usted está llamando con relación al mensaje por correo electrónico, sepa que es falso y que el nombre del profesor se adjuntó inadvertidamente a dicho mensaje»!
La verdad es que, aunque ese mensaje preciso careciera de fundamento, hay miles de niños como la niña del mensaje, inocentes víctimas mortales de un mal que los aflige que, si les fuera posible, harían circular tal poema. Porque a pesar de la mentira, el poema no deja de ser cierto, y hoy más que nunca necesitamos seguir el consejo que nos da.
Al fin y al cabo, como dijo Jesucristo, por mucho que nos afanemos no podemos añadir una sola hora al curso de nuestra vida.2 En cambio, si nos afanamos mucho, se hará realidad en nosotros la sentencia del refrán que dice: «Quien de prisa vive, de prisa muere.»3 Por eso más vale que sigamos el consejo del poema, que se resume en este último refrán: «Vete al monte algún buen día, que Dios da de balde su perfumería.»4
Carlos Rey
1 <http://www.davidlweatherford.com/slowdance.html> En línea 25 julio 2008. 2 Mt 6:27 3 Refranero general ideológico español, compilado por Luis Martínez Kleiser (Madrid: Editorial Hernando, 1989), p. 597. 4 Ibíd., p. 570.
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Zijn er afleveringen die ontbreken?
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Esta sería la última oportunidad, así que había que aprovecharla. Uno de ellos derrochó en una sola parranda corrida los ahorros de varias generaciones de su familia. Otros insultaron a quienes hacía tiempo habían querido ofender, y besaron a quienes por muchos años habían deseado manifestarles su amor. Pero todos acabaron confesándose. Tantos hubo que el sacerdote del pueblo tuvo que atenderlos por orden de prioridad. Primero confesó a las embarazadas, porque contaban por dos, luego a las que acababan de dar a luz, y así sucesivamente. El pobre párroco pasó tres días y tres noches clavado en el confesionario, hasta que cayó desmayado bajo el peso de los pecados de su pueblo.
Después de mucho hacerse esperar, llegó la medianoche del último día del siglo diecinueve y la gente se dispuso a bien morir. Nadie dudó de que había llegado el fin del mundo. Sin respirar, con los ojos cerrados y los dientes apretados, todos los habitantes del pueblo de San José de Gracia escucharon, una tras otra, las doce campanadas de la iglesia, convencidos de que la última anunciaría el fin.1
¿A qué se debió la exagerada actitud de aquellas personas? El historiador uruguayo Eduardo Galeano nos da a entender que era porque creían en la ira de Dios, que se había ido acumulando desde la fundación del mundo. Pero luego comenta que «los habitantes de San José de Gracia continúan en las mismas casas, viviendo o sobreviviendo entre las mismas montañas del centro de México, para desilusión de las beatas, que esperaban el Paraíso, y para alivio de los pecadores, que encuentran que este pueblito no está tan mal, al fin y al cabo, si se compara» con otros.2
Lo triste es que, si comparáramos a nuestros pueblos en la actualidad, concluiríamos que abundan las personas que andan mal porque le temen a Dios sin conocerlo. San Juan afirma que Dios es amor, y que nos ha manifestado ese amor precisamente para que en el día del juicio podamos comparecer ante Él con toda confianza. Y luego nos explica que en el amor no hay temor, sino que el amor de Dios echa fuera el temor. De modo que, para evitar temerle a su castigo, hace falta que nos apropiemos de su amor.3
¿No será por ese amor que Dios no ha acabado con el mundo pecador de una vez por todas? Después de citar a los que se burlan de Dios alegando que nada ha cambiado desde el principio de la creación, San Pedro nos explica que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. Por lo tanto, no es que Él se esté tardando, sino que tiene paciencia con nosotros, «porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan».4 Más vale que aprovechemos esa paciencia y nos arrepintamos. Mientras haya tiempo, correspondámosle a su amor para que así, venga cuando venga, estemos preparados para el fin del mundo.
Carlos Rey
1 Luis González, Pueblo en vilo: microhistoria de San José de Gracia (Zamora, Michoacán: El Colegio de Michoacán, 1995), pp. 100-03. 2 Eduardo Galeano, Memoria del fuego III: El siglo del viento, 5a ed. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1987), p. 3. 3 1Jn 4:16-18 4 2P 3:4‑9
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En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue:
«Cuando conocí a mi esposo..., él era un hombre divorciado, por causa de que su esposa anterior le fue infiel. De ese matrimonio nació un niño, que actualmente tiene quince años. Ahora nosotros tenemos... dos niños.
»Hemos sido muy felices; sin embargo, a mí me preocupa la situación de mi hijastro.... Recientemente dejó la escuela, y pienso que necesita del amor y de la dirección de su padre. Pero... por más que le pido que lo busque, me dice que ya se [acostumbraron] a estar alejados y que es difícil tratarse. El niño va a la casa de vez en cuando, principalmente cuando [necesita] dinero. Aconséjenme cómo puedo ayudar a que sane esta relación de padre e hijo.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Usted es una persona amorosa muy especial, ¡y una verdadera bendición para su esposo! La felicitamos por darle más importancia al bienestar de su hijastro que a los sentimientos que usted misma pueda tener con relación a la madre del muchacho. Lamentablemente, muchas de las mujeres que nos cuentan su caso, si se encontraran en la situación en que está usted, se quejarían acerca del muchacho en lugar de preocuparse por él. En cambio, usted tiene la madurez necesaria como para reconocer que la relación de su esposo con su ex esposa no tiene nada que ver con la relación de él con su hijo. En otras palabras, usted sabe que él puede mantener una relación con su hijo sin que eso ponga en peligro su matrimonio actual.
»Usted está siguiendo el ejemplo que nos dio Cristo de preocuparse por los pequeños. Quisiéramos que toda madrastra y todo padrastro siguieran su ejemplo.
»Tiene usted razón al creer que el muchacho necesita del amor y del cuidado del padre. A su esposo le resulta más fácil evitarlo que encarar los problemas emocionales evidentes en la vida de su hijo. Por lo general, los hombres pueden justificar el estar ausentes de la vida de sus hijos con un pretexto parecido al que le ha presentado su esposo. Esos hijos crecen con un gran vacío emocional en el corazón....
»Quisiéramos poder ayudarla a convencer a su esposo, pero es difícil convencer a alguien que ni siquiera reconoce que hay un problema. Le recomendamos que haga una búsqueda, en los «Casos» en nuestro sitio en la red conciencia.net, de casos de niños que han sido víctimas de abandono o descuido de parte de sus padres. En esos casos es evidente que los niños han sufrido emocionalmente, y que el sufrimiento a veces dura toda la vida.
»¡Nuestro Padre celestial nos ama a todos muchísimo y le interesa nuestro bienestar! Él debe ser nuestro ejemplo de cómo tratar a nuestros propios hijos. Siempre está atento cuando acudimos a Él en oración. Tal vez en ocasiones no nos conceda lo que le pedimos, pero siempre nos dará lo que más nos conviene.1 Y aunque quebrantemos sus reglas vez tras vez, Él nos perdona y nos da una nueva oportunidad cada vez que se lo pedimos.
»Le deseamos éxito,
»Linda y Carlos Rey.»
El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 114».
Carlos Rey
1 Ro 8:28
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En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:
«Tengo treinta y tres años, soy soltera y vivo con mis papás y una hermana menor.... [Como] soy la única que tiene un ingreso estable... [ayudo con casi todos los gastos de la casa]. El ingreso que reciben mis padres sólo alcanza básicamente para pagar el alquiler.
»Hace años solicité un préstamo para solventar una necesidad de la familia, el cual sigo pagando. Les he dado a mis padres ciertos consejos sobre lo que creo que debemos hacer para mejorar nuestra situación, pero ellos no lo creen necesario. ¿Soy mala persona porque en ocasiones no doy más dinero a la casa debido a que quiero salir con mis amigos? ... Si hay una necesidad de veras grande, sí lo doy.... Es que siento que mis padres podrían hacer algo para buscar más ingresos.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimada amiga:
»La felicitamos por la manera en que está honrando a sus padres al ayudar con casi todos los gastos de la casa. Usted no dice cuántos años tienen ni por qué carecen de un ingreso estable, pero sí dice que siente que ellos podrían hacer algo para buscar más ingresos.
»Lamentablemente en su caso, el mandamiento bíblico de honrar a sus padres no vino con información específica sobre si debiera vivir con ellos, ni cuánto dinero debe aportar para ayudarles.... Eso depende completamente de cada situación en particular.
»Al parecer, usted sospecha que está permitiendo que sus padres sean imprudentes e irresponsables en cuanto al trabajo que hacen. Como no conocemos a sus padres, no hay manera de que sepamos si eso es cierto, ya sea del todo o siquiera en parte. Pero, de cualquier manera, no creemos que debiera esperarse que ningún hijo adulto provea recursos económicos para ayudar a padres que bien pueden proveer para sí mismos.
»Como usted ya sabe que tiene la responsabilidad de ayudar con parte de los gastos debido a que vive en la casa de ellos, sugerimos que calcule cuánto le costaría vivir de manera independiente, y que esa cifra represente la mínima cantidad de dinero que debe aportar. Luego añada un poco más en señal de honra a sus padres, y el dinero que sobre después de sus otros gastos puede ser el dinero que le queda para diversión y actividades sociales.
»Creemos que es importante que usted tenga amistades y disfrute de una vida social, y sabemos que cuesta dinero comer fuera de casa y asistir a actividades sociales. Sin embargo, como ha sido responsable con su trabajo y ha logrado tener un ingreso estable, puede dedicar una parte razonable de su sueldo para cubrir gastos de diversión.
»Ojalá que no sean sus padres quienes han hecho que se sienta culpable en cuanto a su vida social. Si bien usted es la hija de ellos, no es una niña.... Para honrar a sus padres debe tratarlos con respeto, pero no tiene la obligación de obedecerles.»
Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 703.
Carlos Rey
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(Antevíspera del Aniversario de la Muerte de Pelé)
No había cumplido aún los dieciséis años cuando debutó en el club Santos del Brasil y marcó su primer gol como profesional. A diferencia de otros jugadores de renombre a escala mundial, permaneció en el mismo club casi toda su carrera, con el que ganó dos Copas Libertadores de América y dos Copas Intercontinentales.
Pero sus triunfos más satisfactorios los obtuvo Pelé con su Selección Nacional, con la que conquistó tres títulos mundiales jugando al lado de los gigantes del fútbol brasileño de su época, entre ellos Mario Zagallo, Garrincha, Didí, Vavá y Zito. En sus primeros dos mundiales, Suecia 1958 y Chile 1962, Pelé tuvo la distinción de ser el jugador más joven en llegar a ser campeón y bicampeón del mundo. A lo largo de su carrera fue un prodigioso goleador, marcando 1282 goles en 1366 partidos jugados, 77 de éstos representando a su país: más que ningún otro en la historia de la Seleção brasileira.
Con razón a Edson Arantes do Nascimento, «O Rei» Pelé, se le ha considerado indiscutiblemente, durante casi toda su vida profesional, como el mejor jugador de fútbol de la historia.
Pelé se despidió del fútbol internacional en el mítico Estadio Azteca en la final de México 1970. Cerrando su participación con broche de oro, tuvo una actuación incomparable contra Italia. En el minuto 18 marcó de cabeza uno de los goles más memorables de todos los mundiales, rematando, raso y potente, un pase letal de Rivelino, que venía con efecto. A la postre, los hábiles cariocas, que de paso se robaron el corazón de los mexicanos, golearon 4 a 1 a la cuasi-infranqueable defensa italiana, y se convirtieron en el primer seleccionado en coronarse campeón en tres copas del mundo.
Pelé y sus compañeros del scratch du oro se dieron el lujo de pasear la Copa Jules Rimet por el césped del Azteca, sin imaginarse jamás que lo que no logró ese día la escuadra azzurri, lo conseguiría otro enemigo, años más tarde, en su propia casa. Un contrario desconocido habría de arrebatarle la copa al equipo campeón, robando el codiciado trofeo de la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol en Río de Janeiro, de modo que desaparecería por completo.
Gracias a Dios, en el campo de juego espiritual, los que somos seguidores de Cristo, cuales trofeos que Él ganó como resultado del juego decisivo en que venció a su archienemigo Satanás, no tenemos que temer que ni el diablo ni ningún otro contrario desconocido algún día pudieran arrebatarnos de nuestro dueño. Porque esa victoria que Cristo obtuvo mediante su muerte y resurrección lo acredita como nuestro pastor, y a los que somos de su rebaño, Él nos asegura que nunca pereceremos, y que, a diferencia de lo que pasó con la Copa en manos de la Confederación Brasileña de Fútbol, nadie jamás podrá arrebatarnos de su mano.1
Carlos Rey
1 Jn 10:10‑14,25‑29; 16:33; Heb 2:14‑17
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En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:
«Siempre había esperado que mi futura esposa amara a mis papás, y así fue cuando me comprometí con mi esposa. Pero desde el día de los preparativos de nuestra boda, las cosas se fueron a la deriva. Mis papás tuvieron desacuerdos con mis suegros, por lo que mi esposa comenzó a sentir rencor hacia mis padres... y las cosas fueron de mal en peor el día de la boda....
»Las veces que peleo con mi esposa es por razón de mis padres. Me gustaría honrarlos y apoyarlos de alguna manera, pero mi esposa ha cerrado su corazón para ellos, al punto de que no deja que abracen a mis hijos ni se acerquen a ellos.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimado amigo:
»... Muchas mujeres crecen idealizando su futura boda con el hombre de sus sueños. Pero con frecuencia los padres del novio (especialmente la mamá) tienen sus propios sueños para la vida del hijo. No nos sorprende que los desacuerdos en su familia hayan comenzado el día de los preparativos de la boda porque ese fue el momento en que los sueños de su novia chocaron de frente con los de la mamá (y tal vez también con los del padre) de usted. Seguramente discutieron sobre algunos detalles. Y, como era de esperarse, sus suegros defendieron a la hija.
»Todos los desacuerdos de ahí en adelante han girado en torno a quién está tratando de proteger los intereses de quién. Los padres de usted quieren protegerlo de una esposa que ellos sin duda piensan que debiera tratarlo mejor. Pero cuando ellos tratan de protegerlo a usted, ofenden a su esposa. Entonces los padres de ella, viendo que ha sido ofendida, tratan de protegerla, y su esposa a su vez trata de proteger a sus hijos y a los padres de ella. Su esposa no necesita protegerlo a usted porque los padres suyos ya lo están protegiendo muy bien.
»La Biblia deja en claro que, desde el principio de la creación, Dios previno que esto sucedería. Él puso el instinto materno consciente de que era necesario que las madres protegieran ferozmente a sus hijos. Pero luego le puso un límite de tiempo al decir: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y los dos llegarán a ser uno solo.”1
»El dejar a padre y madre es una acción física, económica y emocional. Significa que el hombre forma una nueva familia junto con su esposa, y que su presencia y lealtad se traspasan de sus padres a su esposa. Él tiene la responsabilidad de honrar a sus padres, y al mismo tiempo dejarles en claro que, de ahí en adelante, su esposa debe tener la prioridad.
»Suponemos que usted se encuentra atrapado entre sus padres y su esposa debido a que ha tratado de complacerlos a ambos. No ha “dejado” a sus padres emocionalmente tal como enseña la Biblia. Una vez que lo haga y que haya pasado suficiente tiempo para que su esposa se sienta apoyada emocionalmente por usted, juntos pueden decidir en cuanto al contacto que han de tener con sus padres.»
Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 822.
Carlos Rey
1 Gn 2:24 (NVI)
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